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CORRERIAS EN EL FESTIVAL INTERNACIONAL DE TANGO DE VALLADOLID - Por Catulo Bernal

Con el Barcelona Tango Meeting Maraton cercano y los nervios por el estreno de la formación de guitarra, contrabajo y Voz, liderada por el crédito de la casa Marcelo Labordeboy, en el antic Forn de Valcarca, la CARDIOTANGO MELANCOLIC BAND,  me dio como una locura, motivada justamente por aquella muchacha que me tiene desvivido - la de vestidos floreados - y recordé como al pasar que había dejado caer que iría  al festival de TANGO SALON DE VALLADOLID, incipiente, pero de nombradia. Habida cuenta del estado semi paranoico en que nos tenia Labordeboy con sus quejidos y delirios en el bar "Roñoso" y sabiendo que el Pibe Pergamino estaba de receso laboral, nada me costó convencerlo, luego de adquirir pasaje y hotel a precio de bicoca y llamar a una amiga, natural de la ciudad Castellana para que hiciera de improvisada cicerone y nos adentrara en el mundo milongueril de Valladolid . Luego de bajar el miércoles tarde en el cómodo y casi familiar aeropuerto y tomarnos un bus que nos dejo en poniente, un parque donde  hay rosaledas imponentes y verde por todos lados, nuestra amiga Katia nos vino a buscar y amablemente nos condujo al hotel  y al primer contacto con la gastronomía Vallisoletana en forma de tapas, pero que tapas señores! Para tres se nos hizo casi un banquete de bonito, morcilla al estilo castellano y el pan que suele ser de otra factura y mas gustoso para quienes lo han probado. Teníamos toda la tarde para recorrer y un día hasta el comienzo del festival. Paseo que recomiendo, pues Valladolid, siendo una ciudad pequeña y recorrible a pie, deja un buen sabor de boca, por sus construccciones, la elegancia dispar de sus gentes y sus monumentos eclesiasticos. Digamos que es un sitio peculiar y genuino. Como peculiar fue la milonga a la que fuimos a la noche, luego de degustar unos exquisitos bocadillos de tartar de solomillo a la pimienta y unas cervezas variadas, entre las que destaco la DUCHESSE DE BOURGOGNE, que es una rara mezcla de cerveza, espumante y sidra. La milonga se hacia en un pub irlandes y debo decir que en mi dilatada experiencia en milongas nunca estuve en una así, con muebles y maderas que se veían y eran antiguos y rodeados por todas partes de libros, como si fuera uno de esos reductos  donde  conspiradores Chestertonianos se reunían a tejer planes. Telmo el organizador y la pibada nos trataron muy bien y notamos una particularidad: tandas de tres en tango y tandas de dos en milonga y vals, lo que hacia la milonga dinámica y permitia que todos bailáramos con todos. El Pibe se lo paso muy bien, con sus pasos ligeros que lo caracterizan. Y yo, hice lo que pude como siempre. Termino aquello como a la una y media, luego de tanda final de Cumparsitas, algo que extraño en las milongas de Barcelona y nos fuimos caminando al hotel, una caminata tranquila y sin estridencias en la que apenas nos cruzamos con uno o dos paseantes, y que me hizo recordar a mis tiempos de literato insomne en que a las tres de la mañana me daba por recorrer la ciudad  y poblarla de monstruos Lovecraftianos y terrores Poeianos, sin que interrumpiera mi meditacion ningún caminante. Un sitio de noches apacibles y edificios imponentes y majestuosos.
Al otro día tocaba, como no podía ser de otra manera, visita a un típico asador Castellano para degustar el afamado lechazo churro, que ya nos tenia babeando al Pibe y a mi, de solo pensar en el jugo y en lo crujiente y tierno de la carne. Y adentrarnos en ese asador, que además era un museo fue una experiencia, que les voy a contar.  Quedamos extasiados con la comida y perturbados por el cuadro de un Jesus paticorto que presidia nuestra mesa.
Salimos casi tambaleándonos de llenos y aun así disfrutamos de un vermut al sol en un chiringuito a la vera del Pisuerga, la playa de Valladolid. Vida de Turisto.
La milonga de estreno del Festival se hizo, como todas, en el Palacio de Cristal del museo de la ciencia, en una sala de grandes cristaleras que permitían ver la noche con su luna majestuosa y el río atravesado por un puente iluminado. Un lujo. El salón con suelo de madera estaba lleno de entusiastas que esperaban la llegada de los maestros Noelia Barsi y Javier Rodriguez con devoción y entrega y palpitando las clases de Viernes y Sábado. Nos allegamos a una mesa con nuestra amiga Katia y nos pedimos un buen vinito Ribera del Duero para amenizar la noche .Al menos por mi parte pues como es costumbre en el Pibe Pergamino no paró de bailar. Omito aquí mis ansiedades no correspondidas, los visados furtivos a la puerta para ver si la muchacha de los vestidos floreados comparecia con su aroma embriagante. Uno a veces se deja guiar por impulsos y los impulsos le pegan una patada en medio del corazón. No llegó.  Como tampoco llegaron los maestros, aquejados acaso por mal de altura. El caso es que según nos contaba Arturo, el excelso musicalizador de la noche y organizador del festival tuvieron algunos problemas con los vuelos y llegaron, el día anterior. Una pena. habida cuenta que al otro día teníamos que volver a la ciudad Comtal para cubrir el concierto de la CARDIOTANGO. Así que nos quedamos sin ver alguna tanda bien bailada. Creímos ver algún milonguero avezado en una pareja de chinos, pero resulto que venían directamente de Hong kong a tomar clases, aunque al parecer no les enseñaron alguna norma no escrita de la milonga, como bien experimentaron algunas milongueras que fueron a sacar al hombre, que les dijo que no.
Encomendando a nuestra amiga Katia el visionado de la exhibicion nos volvimos a Barcelona. Por ella sabemos, que las coreografias, como no podía ser de otra manera, fueron muy aplaudidas y comentadas por el salón, que estaba lleno de milongueros venidos de todos los rincones del globo. Se también que los maestros llegaron pasada la medianoche. Desde este humilde blog me gustaría dejar solo una opinión. Habida cuenta de lo que le cuesta a la gente ir a los festivales y el interés que suponen algunos bailarines. Teniendo en cuenta además la cantidad de festivales y la calidad de los maestros y los participantes, seria bueno que entendiéramos a un festival como lo que es, un encuentro, una fiesta y una oportunidad de aprender. El festival es todo.  Desde que uno se levanta hasta que uno se acuesta uno vive y respira tango. Aprende conductas y códigos milongueros. Uno va a pasarlo bien, a medirse con maestros, den clases o no. A ver otras formas de bailar y entender el tango y a conocer personas que como a uno se le hacen largas las esperas entre una y otra milonga.Y lo que llevas en tu corazón y recuerdas es no solo la factura de las coreografías, sino la calidad, la cercanía y el hecho de que puedas compartir pista y momentos con los grandes.  Esa es la  esencia de los festivales, lo que hace que una noche de milonga se transforme en un acontecimiento mágico. Comprendo que los maestros vengan a trabajar  y que a veces no tienen muchas ganas de milonguear, pero seria bueno que entendieran que las milongas son tan importantes como las clases, y eso es un trabajo igual de serio, el hecho de trasmitir y habilitar alumnos a la ronda, que es donde de verdad se aprende, para regocijo de quienes han venido a tomar clases y a verlos, para bienestar de los que no pueden pensar en otra cosa que no sea milonga, para el disfrute de todos y para que hasta el mas humilde de los milongueros que acude a un festival, pueda decir, todo orgulloso: me codee con los maestros, estaba con ellos en la pista compartiendo tanda.
Como debería ser.

Comentarios

Myriam Rius ha dicho que…
Juanito... ¿Quienes eran esos maestros que tanto nombras?
PD - Expléndida crónica de unos dias muy especiales, por lo que se ve... a pesar de la no aparecida muchacha del vestido floreado... :)
Myriam Rius ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Juan Ignacio Arias ha dicho que…
Figuran el la cronica. Aunque hay otros que se dicen maestros y andan enseñando sin saber. Pasa en todos los festivales

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