Íbamos adelante queriendo hacer las paces con mi pasado y buscando a mi padre Clemencio. Y resulta que estaba detrás, allá en mi hogar futuro, sentado y conversando amablemente con Nina. Así que dejamos las Tangomaratones que comienzan a clausurarse por riesgo de contagio y nos apuramos a volver por caminos que empiezan a cerrarse. Romulo Papaguachi Duerme en el asiento trasero del tangomovil cansado de las horas, los todos incluidos, las anécdotas. Piton Pipeta intenta conferencia con Martita vía móvil. Diogenes Pelandrun habla de las mascaras que en tiempos de la peste protegían a los médicos, una representación del escribano de los dioses egipcios, Thot, el de la cabeza de ibis. Y yo me veo de purpura y bailando a la luz de la luna en la glorieta del hostal milonguero de los señores Mawartz. Devoramos distancia y si hay que pasar fronteras nos sirve que el tangomovil tenga aun la impronta del su anterior dueño, el párroco exo...