Volvi luego de un tiempo a los pagos que me vieron nacer, los Pergaminos. En Pergamino nunca hubo mucho movimiento milongueril: algunas milongas aisladas en el espacio y en el tiempo en clubes o en reductos sin grandes pretensiones que nunca se mantuvieron muchas temporadas. Recibi los rudimentos y los sacramentos milongueros en Rosario, cuna de grandes amigos que me acompañan en el pensamiento. Algunos siguen allí, otros han volado en otras direcciones. Por eso me sorprendió gratamente cuando hace año y medio pude constatar la existencia de un movimiento juvenil Pergaminense que amenazaba con transformarse en algo serio. Quien me anoticiaba de los movimientos y los lugares era el carnicero de la esquina de la casa paterna, la casa de mi infancia, conocedor de donde y cuando habia milongas. Debi comprender que algo habia cambiado en cuanto vi desde la puerta de mi casa que la carniceria "Casi" ya no estaba. El hombre estaba desarmando sus ultimos enseres para dedicarse a otr...