Muchos años llevamos hablando y comentando las costumbres milongueras y hasta hoy nunca se nos ocurrió publicar sobre las practicas religiosas de los habitué de la "milonga del Oriental"- la milonga al aire libre con parrilla incluida - cuando llega la semana santa. Básicamente porque el común de los milongueros no suele ser gente muy devota. Es más, parece solazarse en la pertenencia a una caterva de malditos, desposeídos, negadores de la luz y abominadores de esa paz familiar que impone la televisión. El milonguero es en esencia un obseso más, entre los muchos que habitan este mundo. Y como todos se cree especial, un poco bandolero y rufián. Un elegido. Y como tal es impermeable a fiestas señaladas que no sean encuentros netamente tangueros. Pero Riquelme, el dueño de la milonga, además de un comerciante inescrupuloso capaz de aguachear el vino - que es malo de por si y provoca convulsiones y visiones entre los turistas y quienes se acercan por vez primera al Oriental - ...