Bailarín, cantante, actor, poeta, músico, pintor, seductor, aventurero, humorista. Todas estas disciplinas se aunaban en la figura del milonguero que nos toca semblar, un tal Modesto Deprofundis, de mentas en neta inconsonancia con su forma de ser. Un personaje cuyas mil facetas presentaban a la luz de la critica inspirada defectos y hasta groseras fisuras. Modesto se vendía como un diamante en neto pero apenas llegaba a trozo de carbón.