Estamos en los setenta. El tango recibe a diario amenazas de muerte bajo la forma de melenudos cantantes, músicos que irrumpen en el mundo del espectáculo y con su desenfado y rebeldía se llevan por delante lo que tantos años de orquesta han construido. El tango, que fue suburbio y desparpajo ya no gusta a las jóvenes generaciones que prefieren gritar y desgañitarse con el cuarteto de Liverpool. En estas circunstancias en cuando el hombre de negocios, el empresario Marcelo Marbin, junto Jacinto Chilaber, dueño de bailongos en decadencia, deciden crear a imagen y semejanza de los Beatles un cuarteto para tocar por las milongas. "Creíamos que cambiando hacia un sonido más moderno la juventud en masa se iba a volcar de nuevo al tango. No queríamos que sonara a viejo, así que buscamos cuidadosamente entre aquellos grupos progresivos con guitarras, bajo y batería. Necesitabamos un grupo que fuera medianamente bueno, poco conocido y un poco patético. Al final, luego de buscar por...