El jueves fue San Valentin. El día de los enamorados. En pleno uso de mis facultades sensibles y alejado pecuniariamente de toda posibilidad de regalo material quise otorgarle un poema a la dueña de mi corazón. Desgraciadamente el mismo día, luego de pasar una jornada en vela desarrollando mis mejores metáforas y haciendo uso de una lucidez poética rayana en lo imposible no pude propiciar un encuentro con la damisela que me tiene melancolizado