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Volviendo a casa



Íbamos adelante  queriendo hacer las paces con mi pasado y buscando a mi padre Clemencio. Y resulta que estaba detrás, allá en mi hogar futuro, sentado y conversando amablemente con Nina. Así que dejamos  las Tangomaratones que comienzan a clausurarse por riesgo de contagio  y nos apuramos a volver por caminos que empiezan a cerrarse.
 Romulo Papaguachi Duerme en el asiento trasero del tangomovil cansado de las horas, los todos incluidos, las anécdotas. Piton Pipeta  intenta conferencia con Martita vía móvil. Diogenes Pelandrun habla de las mascaras que en tiempos de la peste protegían a los médicos, una representación del escribano de los dioses egipcios, Thot, el de la cabeza de ibis.
 Y yo me veo  de purpura y bailando a la luz de la luna en la glorieta del hostal milonguero de los señores Mawartz.
Devoramos distancia  y si hay que pasar fronteras nos sirve que el tangomovil tenga aun la impronta del su anterior dueño, el  párroco exorcista que imagino similar a Diogenes Pelandrun con su negro pelo tratado en aceites y sus gafas purpura vampiro.  La disquetera hace sonar un solo de guitarra acompañado de campanas. Muy interesante.
—¿Será que podemos poner en la informal ceremonia este tema en el momento trascendente? ¿Que es?
— El maestro Zappa. "Watermellon in  easter hay" de la opera rock  Joes Garage.1979.
—Y yo que pensaba que era del tango.
—Soy del tango, pero en casa solo escucho los discos del maestro. Podemos arreglar que ustedes entren a la glorieta  del casorio con este tema,  Que lo toque la orquesta es un poquito más difícil.
— ¿Habrá orquesta?
— "Todo es posible en el reinado de la mente"
La ciudad esta cerca.  El trafico es fluido o casi inexistente. Son las ocho de la noche y no se ven coches.
Piton Pipeta conecta por fin en Videoconferencia.
—¿Dónde estas?
— Llegando. ¿Te paso a buscar por el teatrito?
— No. No. Han cancelado todas las actividades en el Oriental.Y todas las milongas. Estamos en estado de alerta...
—¿Que? ¿El Oriental cerrado? El Oriental no cierra nunca. ¡No puede cerrar!
—Todo cerrado. No vayas al Roñoso. Y  si ves algún boliche abierto trae frutas, verduras y papel higiénico.
—¿Papel Higiénico?
— Si. parece que es importante tener papel higiénico. Mucho. Todavía se ven algunas cosas en las góndolas, pero papel no.
—Es que en confinamiento el papel higiénico tiene mucha utilidad.. Hasta sirve para hacer títeres. Espero que  los muchachos hayan guardado el papel en los baños de la pizzería. En crisis siempre desaparece. Aunque mas despacio que la razón y la lógica.
 Diogenes  hace sonar la bocina del tangomovil alertando a un grupo que cruzando sin ver lleva carros con papel, licor  y birras.
 El paisaje es otro, La ciudad un fantasma de tres de madrugada. En las calles vacías solo vemos algunos turistas buscando algo y gente con los carros de la compra llenos volviendo como zombis a sus casas. Perros con mascarilla y dueños con bozal, respirando corto. gente que corre. haciendo deporte o asustados.
Dejamos a Piton Pipeta y luego a Romulo Papaguachi, aun dormido y sin enterarse bien que pasa.
Unos pocos transeuntes hacen  colas en las puertas de: tiendas chicas, farmacias,  verdulerias.
Empleados de supermercado descansan en la puerta de su lugar de trabajo al lado de camiones asediados.
No llegan a reponer.
—Si estos trabajan a destajo no quiero ni pensar como estarán los hospitales y los centros de salud.
—Este virus se propaga por paranoia. Más allá de los síntomas las consecuencias de la irresponsabilidad, que son reales son las que más miedo dan. Tanto tonto ocupando la atención y los cuidados destinados a gente que de verdad está mal o en tratamiento. Sea  conspiración o no. Sea leve o muy grave habrá muchas muertes por mal comportamiento y egoísmo.
—Vamos a tener mucho tiempo para filosofar y hacer poemas. Para leer y ver películas. Para mi será como un ensayo hasta la boda. Quien sabe cuando..
Llegamos al piso que será nuestro nuevo hogar. Hay luz en la ventana del balcón. Las hojas nuevas de los arboles me impiden ver si hay movimiento.
—Cuidate Cátulo. Y saludos al viejo y a la dona. Parto a la elipsis y a rescatar la media masa-  Diógenes hace sonar su famosa bocina milonguera, con los primeros compases de Quiero verte una vez más
«Tarde que me invita a conversar».
Tendremos muchas tardes como esa con mi padre Clemencio.
Abro la puerta buscando mis afectos.

En otra ocasión alguien me llevó a una milonga organizada por Hare krishnas Troilianos. A saber como habían llegado a ese  singular estado de conciencia en el que adoraban a Troilo y mantenían las formas del krihsnaismo. El suelo era de palisandro. Las mesas: alfombras y cojines a ras de suelo.  Una orquesta de sitar, armonio, flauta, tambor y pandereta interpretaba tangos mantras para que los devotos, con túnicas amilongueradas -para favorecer el cambio de peso-bailaran despojados de todo ornato y zapato, pivotando en patas, como suelen decir los gauchos. La entrada de diez euros venia en forma de libro con un condensado del bhagavad-gita y un casete con mantras pichucos. Por cinco pesos más servían una cena completa  en unas bandejas compartimentadas al estilo oriental: te, unas pizzetas de sabor picante y textura  grumosa y unas bolitas de leche condensada con miel.. El aire olía a sudor y a incienso fino. En un momento uno de los músicos comenzó su deformado mantra. Hare Troilo, Hare Troilo, Troilo Troilo, Hare Rama cantaba aquel desfachatado. Viendo a las parejas y escuchando su canto monocorde tuve una ensoñación en la que el gordo montado en un carro aleccionaba a su amigo Aryuna Fiorentino a la vez que disparaba bandoneonazos. Creo que fue sin duda el fortísimo te verde y los sahumerios que me pusieron en un estado de conciencia que no calificaría yo de superior, aunque mucho  tenia de alterado. Salí a bailar con una de aquellas muchachas sintiendo su cuerpo libre debajo de la túnica. En un momento creo que subimos unas escalinatas hacia un cuarto  iluminado con velas. Solo recuerdo del después el olor excitante de su cuerpo, un ganesha con la cara de Troilo y el machacon sonido del mantra acompañado por unos platillos tibetanos. Desperté en el umbral de una casa, con muchos libros de Prahupaba  en la mano y el casette en un dedo. Lo escuche al llegar a casa, alegre, confuso. Era un remixado en en que los intrumentos acompañaban el legendario "Nocturno a mi barrio" del gordo. Y aunque busqué mil veces  el sitio y aquel estado de conciencia no hubo caso.
Digan ustedes si eso no es un tango"

                          CLEMENCIO BERNAL "El Libro de las Milonguillas"

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