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LA FERIA DE LAS TRISTEZAS TANGUERAS - POR CATULO BERNAL

Era uno de esos  viernes en "la Milonga del Oriental" donde la mayoría de las  mujeres están maravillosamente distantes y los bailarines intentan en vano abrazarlas en tandas que se convierten en lucha de ejes contrapuestos. Los que de verdad trascendían el rito y la tanda, aquellos entregados de verdad al tango eran pocos, pero se hacían notar.  Miraba en vano a la mesa del fondo en donde había visto y hablado a la novia  de Pastura, iluso de encontrarla. Y para que. En la obligatoria rueda de anuncios que el presentador oficial, Tito Candomble, murguero y voceador efectúa invariablemente un poco antes de la medianoche, oímos una sonata melancólica, que subía por la calle y que resulto ser una mini orquesta conformada por violín, guitarra y flauta secundadas por un organito que hacia las veces de contrabajo.  Venían en fila y precediendo lo que Tito anunció como "Una feria Milonguera que estará con nosotros hasta el domingo a las siete y que pueden ver solo al atardecer, aquí al costado del ring de los TITANES DE LA MILONGA"   Vimos como la extraña comitiva de a pie fue ensanchándose para dar paso a seis carromatos fileteados que enfilaron al fondo del descampado, por el costado del terraplén atronando sin tapar a la orquesta y espabilando  un coro de perros aulladores.   Romulo Papaguachi dejó en suspenso un bocado de milanesa y Piton Pipeta comentó que debíamos visitar la Feria "lo antes posible".  Callaron los instrumentos  y mientras se re-establecian  las parejas  ajustandose a tiempo y espacio vi como los carromatos se asentaban en formacion circular y me pareció vislumbrar entre la comitiva un par de ojos casi violetas que me observaban.
Volvimos al otro día con los muchachos desarmada la milonga y la parrilla.  Tocaba la orquesta tangos primitivos y los carromatos  se habían convertido en puestos llenos de luces de colores que recibían a algunos curiosos deseosos por probar las "Atracciones". Había un "Tirele al patito" en versión milonguera donde una pareja bailaba con  giros extremos y pasos mal ejecutados sobre una plataforma circular levantada en un mar de esponjas recibiendo proyectiles símil empanada de goma que buscaban desestabilizarlos. Curiosamente quienes practicaban puntería eran reconocidos topadores y gentes no mucho mejores que los artistas , cuando estaban en la milonga.
Había un "Pruebe su sacada " . Una versión del martillo de fuerza orientada a la pericia y que por el ángulo de aproximacion impedía invariablemente el premio en forma de complementos milongueros provocando una pequeña descarga eléctrica en quien erraba. Un poco mas allá estaban "Las parejitas chocadoras" donde los graciosos protegidos con tobilleras y zapatos inflables de goma jugaban a volearse con grandes carcajadas.  A un costado, en algo parecido a un conventillo se veía la "MILONGA DEL TERROR".  Veníamos con los bolsillos llenos de monedas así que entramos.  Era como un camino circular  franqueado por horrendos espectros en forma de milongueros jadeadores, monstruos en la forma de organizadores  decadentes que buscaban abrazarte o borrachos que te tiraban encima bebidas o devoluciones digestivas, pero falsas. En todo momento parecía que llegábamos a una ronda en la que sonaban un tango de acordes siniestros y veíamos por un curioso efecto óptico una pista en la que bailaban milongueros  con la cara de los grandes de antaño.  Incluso en una mesa me pareció ver a Gardel cantando mientras  nuestro norte, el gran Tito Lusiardo bailaba una milonga con la cabeza y los asistentes gritaban "Solo!, Solo!".  Llegamos a una puerta que decía ENTRADA  con un par de forzudos que nos cobraron la entrada y  nos catapultaron con ímpetu, echándonos hacia unas colchonetas.
 Decepcionados - creo que esa era la finalidad de la atracción -  nos fuimos a  una  barra en donde  había choripanes,  garrapiñadas y algodón de azúcar al "estilo Troilo".  Luego de tomarnos unos bocados con los muchachos, regados con cerveza caliente en vaso plástico llegamos a una fila de gentes, esperando para entrar a ver a ORSELIO, EL MILONGUERO QUE SE TRANSFORMA EN GORILA".    Había visto algo similar en mi juventud con una esplendente belleza que por un truco óptico mutaba en simio por un truco de espejos. Además esa evolucion se puede ver algunas veces en la milonga con algunos elementos que se desbocan por la consumición etílica y el ansia sexo-sensual enardecida,  así que pasamos de largo viendo  la cara de crédulos de los que esperaban.  Romulo, Piton y el Indio me abandonaron un poco más adelante,  entusiasmados por jugarle un mano a mano a Lidon, el campeón mundial de truco.  Yo  había tenido suficiente con lo del torneo intergalactico y además estaba seguro que aquellas cartas, con los dibujos de Molina Campos estaban arregladas para que los que pagaban perdieran siempre.  Asi que seguí caminando, y en una caseta poco visitada vi un cartel donde se anunciaba: "CONOZCA SU DESTINO CON ALCIRA, LA PITONISA". Como poeta soy crédulo y descreído a la vez. Pero me sentí irresistiblemente atraído al comprobar que en una silla  y como esperando estaba Alcira, la propietaria de la caseta y los ojos violetas.  Llevaba un vestido ceñido y la postura de una milonguera que sabe sentarse con naturalidad e impacto. Un hombre gordo, con un sombrero mal colocado y la mirada turbia se acerco para decirle "Leeme el futuro".  Ella lo miro brevemente barajando las cartas y le dijo:  "Tu ya no tienes futuro".  Mientras el hombre se alejaba confundido me senté a su mesa sin poder dejar de mirar esos ojos. Saque  todas las monedas, un poema y la voz de donde pude y le pedí que me leyera la suerte.  Me hizo cortar y sacar  tres cartas.   Su voz era como la brisa cálida de un invierno demorado. "Este es el pasado - me dijo mostrándome un tarot tanguero donde se veía un encapuchado melancólico fuera de una milonga - "Búsqueda. Todo lo que has escrito sobre el amor es no sentido y de alguna manera falso.  Tu alma no esta allí, aunque si muchos de tus versos del futuro, que aparecen  aquí, en esta carta"  - me dijo señalando la otra que mostraba arboles hechos de palabras y un ermitaño arrastrando un laúd mientras pequeños cupidos se le escondían en el camino - "el camino es claro y el amor siempre oculto. Ahora vamos a ver lo que dice el presente".
Dio vuelta la tercera carta. Mostraba un sol y una luna en un mismo astro. "El equinoccio.  La igualdad. El presente es claro y el dictamen ahora".
Me miro. La mire.  Suspiró.
Tuve  un impulso irrefrenable.  Sin dejar de mirar sus ojos  la tome de la mano.
 Apago el cartel y me llevo al interior de la caseta. Sentí su perfume, su pecho y luego nos dejamos llevar y  la noche se ilumino con caricias y  embriaguez de corazón, carne  y  espíritu.
Me  despidió con el sol asomando a la llanura,  un beso encadenante y su `piel temblando de frío y emoción.
Volví a los saltos cantando horribles tangos por las calle,   con hambre de amor y croissants,  el alma llena y el bolsillo vacío.
Me dormí con un sueño profundo y de paz, en mucho, mucho tiempo.
Cuando desperté  eran las siete y media de la tarde.  No sabia si había soñado, pero conservaba en mi cuerpo su calor y su perfume.
 Desesperado me vestí como pude y salí a buscarla.
El campito donde se hace la milonga estaba casi vacío. Un par de muchachones fintaba ganchos en el ring de los titanes.  Un pibe acariciaba una pelota.  El tipo que hacia de "El pinchadiscos loco" en la feria se había quedado rezagado y  juntaba en una bolsa los restos de la noche anterior.  Lo agarre frenético "ALCIRA,  ALCIRA donde esta?". Me miró sin comprender. Alcancé a murmurar "La Feria".
 Señalo una dirección moviendo la cabeza. "Se fueron hace rato".
Corrí. Corrí, Corrí con el pecho desbocado.  Buscando sin encontrar la orquesta de violín, guitarra, flauta y organito.  A lo lejos siempre me parecía ver los  carromatos y escuchar la sonata triste.
  Al limite de la desesperacion y las fuerzas supe que se había ido y  comprendi cuando me decía: "Todo lo que has escrito sobre el amor es no sentido. Y de alguna manera falso".

Mi angustia acrecía la natural congoja de las ultimas horas domingueras.
Volví arrastrando el alma al bar "Roñoso".  Los muchachos se empeñaban en una partida de truco, queriendo saber porque habían perdido con Lidon.
"La Pitonisa, Alcira, la vieron?".
 "Que Pitonisa?" dijeron a una.
Se quedaron mirándome  hasta que Romulo Pidió una botella de Borgoña reserva.  "Para festejar, o para evocar"  - dijo comprendiendome.
Demande un familiar de milanesa, sabiendo que no iba a poder comerlo y con el cuerpo sumido en una indescriptible sensacion de alegría triste - si esa melancólica sensacion es de alguna manera cierta - me puse a escribir esta crónica.
Y  a desgarrar palabras para escribir sentidos y  terribles versos.

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