Después del papelón protagonizado por mi sobrino Larrapumbi en Sitges y habida cuenta de las raíces romanas de mi nombre decidí obsequiar me cinco días de esparcimiento y formando un tandem con el "Pibe Pergamino" nos allegamos a Tarragona, a la tercera edición de este festival que aunque incipiente viene pegando fuerte. Me ilusionaba ver de las ruinas romanas y adecentar mi estilo de baile, propio de mi maestro Corchito Echesortu, - que es vistoso, aunque errático desde que lo abducieron los extraterrestres - para impresionar a la bella del vestido floreado que, con su presencia en la "milonga del Oriental" ocupa mis pensamientos y me impide dormir o comer alguna picada en condiciones. El Pibe iba a milonguear, porque se tiene por bailarín competente, resistente y le gusta lucir su elegancia en cualquier pista.
Debimos llegar al hotel a las 5 de la tarde, pero el desmesurado equipaje del pibeque llevaba 6 pares de zapatos, tres de tirantes, ocho camisas con su ropa interior, cinco trajes, un bañador, una peluca y cuatro perfumes (1 para cada noche) hizo que al casco antiguo arribáramos a las 8, justo para ducharnos, comer y acercarnos a la milonga de bienvenida en un pub irlandés.
Para ser la primera milonga aquello estaba hasta los topes. la pista de parquet impecable y el ambiente a las once y media, de una bullanga entusiasmada que bailaba o coreaba los tangos desde las mesas. Apenas tuve tiempo de preguntarle al pibe que quería. me vi arrastrado por su ímpetu y fui a guarecerme en la parte alta, dominando la pista. En cada descanso de las tandas el pibe se bajaba una pinta de cerveza negra y me hacia comprar una nueva ronda sin que su metabolismo milonguero pareciera sufrir mella. Yo en cambio, acostumbrado a un buen cabernet, me fui adormeciendo en el danzar de los bailarines y sus variopintos idiomas. Se que el Pibe me presento a algunas escocesas y una que otra Italiana, además de algunas bellezas locales, mas todo se torna borroso y desagradable cuando recuerdo como estaba al otro día en la excursión a la ciudad. Ni foro, ni circo, ni anfiteatro, Todo era para mi un punzón de resaca clavado entre ceja y ceja. Vime perdido entre escalones y luego, bajando , "Pibe Pergamino" me condujo directamente a la playa del Miracle, en donde me tiró al mar.
Sucio, con los pantalones llenos de arena y el cuerpo incomodo, pero reanimado, aquel tunante me dejó en la clase para principiantes-medios de Jorge Udrizard de la tarde y se fue a dormir la siesta amenazando con venir a buscarme para la milonga del Paseo de las Palmeras al aire libre. De mas esta decir que con mis extravagantes giros Echesortianos, me gané el repudio de las pobres pibas que tuvieron a bien rotar para ser mis compañeras creyendo que podían enderezarme.No me echaron porque había pagado y porque algún gancho pude hacer a las columnas del que saqué el provecho de un dedo machucado y calambres generales.
Afuera, en tanto se había armado la milonga y una turba de veraneantes observaba la ronda que soportando el calor y el desnivel del suelo, se dejaban los meniscos en la pista. Divisé al pibe, que con una camisa Demissroussiana se atareaba con las forasteras. Baje a un bar cercano y encontré en la carta ancas de rana, que procedí a masticar afectando los modales, cual marques de veraneo, Al lado se rieron cuando demandé ketchupt y una generosa ración de bravas para alegrar su sabor insulso. Me marche dejando atrás a aquellos "inorantis" mientras los veía enchastrarse todos con unos mejillones.
En el paseo nada había cambiado. Tangos, milongas, valses se sucedían sin pausa y con prisa, porque se venia la noche encima y estaba la milonga en el hotel. Despegué al pibe de una brasileña con la que bailaba y nos fuimos a cenar, previo acicalamiento y sesión dermoestetica .
Omito aquí las dos milongas que siguieron:viernes y sábado café. El azar quiso que topara con una muchachuela en la milonga y enceguecido por su belleza y pletórico de versos corteses la seguí a sus clases y a la matinée del sábado en el pub Irlandés,sin ver otra cosa que su risueña expresión y las miradas que me lanzaba cuando inspirado musitaba en su oído mis versos. No sé en que idioma hablaba, pero nos separamos con la promesa de vernos en la gran Gala, mas tarde.
Había venido con dos camisas, una de las cuales ya tenia una mancha de ketchup mensurable. Rogué, amenace y suplique y al final "Pibe Pergamino" condescendió a prestarme una camisa a juego con mi traje gris Tesla a la que adose mi pajarita preferida, en vistoso cuadrille.Mezcle en una botella de agua sus cuatro perfumes y me embadurné con aquel elixir, que debo decir, olia un poco fuerte.
No eran las once del sábado y el salón estaba hasta las cejas.A los participantes del festival se adosaron muchos milongueros de Barcelona y Zona de influencia dándole al local un lleno completo y espectacular.Viéndolo desde afuera comprendi que aquella era mi gran noche, aunque me turbaba el insistente maullido de una corte de felinos que parecían excitados con mi aroma. Mantuve las distancias, para no molestar el disfrute de la música y esperamos un poco, porque anunció Pilar organizadora del evento que faltaba más gente por llegar. Quise acercarme a la tertulia para visualizar mejor la pista, mas por las miradas y los gestos de desagrado que me hacían, pude colegir que no era bien recibido por mi bouquet y el gaterio, que maullaba en los jardines del child Aut del hotel.
En circunstancias especiales solo quedan soluciones especiales. Robe una gigantesca cratera en donde se maceraban botellas de cava y cerveza, sustraje un paño de cocina y metiéndome en el baño me frote todo lo que pude para sacar la pestilencia. Luego de lo cual constate, que la pajarita cuadrille descansaba en las profundidades del inodoro. Pero ni así se arredro mi alma soñadora. Impoluto del afrodisiaco gatuno, improvise un vistoso moño con el paño de cocina y así engalanado me volví al salón cuando los muchachos de "Exilio New Tango" comenzaban a tocar:Olvido, Cristian, Emiliano y Dario.
Mamita, aquello se vino abajo. Cuatro eran y parecían una típica de las viejas épocas. Y ahí nomas se lanzaron los bailarines: Isabel-Nelson, Jorge-Raquel, Joseba- Bakartxo, Acunados por la voz de Jorge Martinez Lopez.
Que lujo, que placer, que macana. Quise acercarme a la pista pero los contertulios no me dejaron Todos querían verlo todo y no pude moverlos ni un ápice, a pesar del rancio olor que despedia el trapo de cocina. Ni eso los molestó. Embobados estaban y yo con ellos. Bailarines, musiqueros y cantante todos estuvieron estupendisimos, por eso solo dejo este vídeo con todos.
En fin, que luego de este gran espectáculo y las palabras de Pilar y Jorge, los factotums del encuentro, se largo la milonga nomas. Larga como era la pista estaba rebosando abrazos por todos los costados.Y ahí comenzó mi calvario pues la dueña de mis pasadas atenciones no apareció. "Pibe Pergamino" hizo todo lo posible para animarme, me insto a bailar y a sacar a pibas de Sevilla, Murcia, Zaragoza, Tarragona, Reus, San Sebastian, Rusia, Canada, Italia. Pero nada, las parejas, perfectas en su belleza y plástica pasaban junto a mi, y a mi botella sin que pudiera animarme.
Hasta las cuatro duró aquello hasta las tres y cuarenta mantuve intacta mi ilusión mirando hacia la puerta. Al final, despidiendome del pibe, que ya libre de chaqueta campaba a sus anchas por la pista con sus tirantes estilo Pepito Avellaneda, me fui a dormir rumiando mis penas y esperando el domingo, que atacaba con cuatro milongas y un asado.
Digo bien. 4 milongas. De 12 a 2 en un local de baile del puerto donde el calor no afecto nada a los que se acercaron, esperando el gran asado criollo de las dos. Si no se durmió, si hubo caras de fatiga a nadie le importo, todos estaban allí por lo mismo, bailar y disfrutar. Con unas bermudas vistosas y alpargatas me mantuve al margen hasta que por el espigón vi venir a mi esquiva compañera, todo sonrisas, todo saludos. De nada me valió hacerme el duro. Cuando uno es sensible lo derriten como caramelo los flanes. A las dos estaba sentado a su lado en la mesa, con el criollo asado en los platos. El Pibe en perspectiva, con su camisa Roussoniana, zampando a dos carrillos matambre y chorizo. Yo entregado a la platica de hombre de mundo, pero vigilando bien de cerca la sangría y el vacío.
Y luego otra vez la milonga de 4 a 7 de la tarde en el mismo recinto.
Con la sangría en el interior aquello cobro nueva vida. La hueste barcelonesa se despedia en esa milonga, así que uno a uno se fueron yendo de la ronda, en la que empero quedaban aun valientes que aguantaban el temporal y las tandas de vals de 4. Jorge tuvo que cortar la milonga y casi expulsarnos hacia la playa, a la milonga en la arena. Yo estaba alelado y había bailado hasta tres tandas - una pugliesiana - y la levedad del baile en la playa me hacía ver la tarde con los ojos del que cree en los milagros.
Quien no haya bailado nunca en la playa ruegue a San Finito Escabiadin , patrono de los milongueros porque se le presente la oportunidad. Los que frecuentan Sitges lo saben. Los que estuvimos en el Miracle aquella tarde lo descubrimos. Quien intente bailar con el agua hasta el pecho descubrirá que en ese entorno el que marca es el mar. Quien baile en la arena mojada percibirá la caricia del agua en los adornos, Quien baile playa adentro será uno con la tierra e ignorara su resistencia.
Luego hubo noche y milonga en el casino, de diez a dos de la mañana, prolongada por el entusiasmo de los milongueros resistentes y la benevolencia de la gente del casino. Pero no me quede al final, me fui a perseguir un sueño buscando en vano por las calles a mi compañera de milonga, pero esa es otra historia.
Quiero volver a ese instante, como a las ocho y media, allí, en la playa con los últimos rayos de sol sobre nuestras cabezas y sin comprender aun que en aquellas tandas nos estábamos despidiendo, cuando el agua iluminaba nuestros rostros vueltos a la infancia.
El Miracle se vaciaba de bañistas y bailarines. Pocos quedabamos trazando dibujos que borraría la marea. Quiero volver a ese entonces: cuando sentí aquella sensacion de la que hablaba Borges, ese tango Valeroso y alegre que plantaba pecho a todas las desdichas,cuando por un segundo entreví, en las caricias del agua y en aquel abrazo despreocupado, lo que era la felicidad.
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