Ir al contenido principal

NUEVOS POEMAS DE CATULO BERNAL.

Hace tiempo que nuestro mayor poeta de plantilla Catulo Bernal no publica nada. Quienes lo conocemos sabemos que no es un hombre que se caracteriza por una obra extensa o por la facundia de sus creaciones.
Además no ha tenido suerte. Tenia dos o tres carpetas en las que almacenaba  toda su producción y la dueña de la pension en donde vive, cansada de esperar que le pagara los dos meses que le debe, destino los poemas a  sus nietitos, que con crayones hicieron algunos dibujos que la dejaron momentaneamente tranquila. Conscientes del apuro de nuestro amigo por los poemas perdidos restauramos y recuperamos la mayoría de ellos e incluso llegamos a publicarlos en este Blog. Es mas. hicimos una rifa a beneficio a resultas de la cual pudimos regalarle para el día de su cumpleaños una tablet en la que ahora escribe. El hombre era medio Bradburyano pero lo convenció la comodidad del artilugio. Ahora anda para todos lados con la tablet, penando en las mesas del bar ROÑOSO, en la peluquería del profesor Maradona, En las practicas de Alcides Pison, quien es su maestro desde que lo convencimos para que tomara algunas clases Y en la misma milonga del "Oriental" donde se sentia mas cómodo. Y es que el pobre Catulo andaba, lo recordaran nuestros lectores, penando por el amor no correspondido de una damisela que no solo lo ignoraba sino que mantenía una relación con uno de la milonga que  copiaba poemas del  chicle Bazuca. Con todo eso encima no es casualidad que los poemas de Catulo nos lleguen a lo mas hondo del corazón. Aquí una muestra de ellos. 

SALIR,  SALIRSE DE LA PISTA, DE  LA RONDA, 
ENCARAMARSE AL SUEÑO O AL OLVIDO PARA
NO DESPRECIARSE TANTAS VECES, MIENTRAS
EL SACO DE LA DERROTA YA PLANEA SUS BORDES
SOBRE LA MESA.   DESESPERO DE VERLA
Y TAMBIEN DE NO VERLA.
 SI NO ESTA LA PERCIBO EN MI MENTE.
SI ESTA, ESTA CON EL BABIECA DE
PRONTA FRASE PRESTA, Y DE PRESTADO.
SOY COMO LA LLORONA:
SI ME OYEN CERCA ESTOY LEJOS.
SI ME ESCUCHAN DE LEJOS ESTOY CERCA.
MIENTRAS ME HACEN PAGAR EN MI DEBILIDAD,
MIS AMIGOS, LOS VINOS. EL PAN, LA MILANESA *
SE APROVECHAN PORQUE TENGO EL CORAZON TIERNIZADO
COMO EL PAN RALLADO, CON LIMÓN.

* Es verdad que le hacemos pagar algunas veces. Verán, la rifa salió mal y tuvimos que poner de nuestro bolsillo para la tablet. No somos lo que se dice gente pudiente. Catulo tampoco, pero tiene un ex cuñado espiritual, que cada tanto le presta alguna cosa si le lee en voz alta la "Vida y obra del Budita Caserta" su libro de cabecera. .

Y ahora otro poema:

DOMINGO EN MADRUGADA, AMANECE
PERO NO SE QUIERE IR LA NOCHE DE MI ALMA.
SIGUEN BAILANDO AHÍ, DOS O TRES QUE ENTUSIASTAS
NO AFLOJAN  NI EL COMPÁS NI EL ABRAZO.
UN VASO CASI  LLENO  AGUANTA EL TEMA .
EL MISMO, AQUEL DE SIEMPRE.
YA NI BRASAS HAY EN LA PARRILLA.
BOSTEZA EL MOZO Y GUARDA LAS SOBRAS DEL MATAMBRE
   Y UNA EMPANADA PARA EL DESAYUNO.
TRES MESAS OCUPADAS Y UNA QUE CASI  NO.
EN LA NUESTRA HUBO BASTANTES.
AHORA QUEDAMOS DOS, Y UNO POR LASTIMA.
LOS QUE ENCUENTRAN AMOR SE VAN TEMPRANO.
LOS QUE AUN ESTAMOS,  BUSCAMOS UN MILAGRO.

Hasta aquí los poemas. No sabemos si inducirlo a una desesperacion mayor para estimular sus capacidades creativas o llevarlo al circo, para que con los tortazos de los enanos se le arregle la desazón. Ya les iremos comentando sobre su estado a medida que avance la temporada.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Incidente en el cielo milonguero - Una parábola con implicaciones parabólicas(Por Cátulo Bernal)

 —Eso que los creyentes, llaman el cielo, no es una locación imperturbable —dije mirando a los demás lusiardianos, huérfanos del «Oriental» la milonga al aire libre que ahora solo existía en nuestro recuerdo. Era una noche triste de sábado en que no había una sola milonga en la ciudad condal. Estábamos en la semi penumbra del bar «Roñoso» compartiendo licores de garrafa a la mortecina luz de un par de quinques de kerosén, rescatados del almacén del decrépito establecimiento, luego de que un vendaval de agua cortara toda posibilidad de luz eléctrica en cinco manzanas a la redonda.  En la cocina tres espitas con espetones que mantenían caliente un caldero lleno de aceite para las habituales frituras y otras excrecencias alimenticias, completaban la siniestra iluminación de la taberna, con su característico mural en que se recreaban los bailongos de las cuatro edades del tango: la de oro, la de plata, la de bronce y la nuestra, que nuestro filósofo de cabecera había bautizado com...

A PROPOSITO DEL PIBE JACINTO

El misterio del pibe Jacinto Bailaba feo, pero nadie bailaba como él. El Pibe Jacinto fue el mito más extraño y fascinante de las milongas. La primera vez que lo vi, fue en los confines de aquella efímera milonga de Pocho y Beba, que anduvo desangrando noches inolvidables durante cinco años hasta que ya no fue. Yo paseaba la mirada por la ronda desde una mesa a la que se acercó para cambiarse los zapatos uno de aquellos viejos milongueros con un bolso de cuero al hombro, donde seguramente había un frasco de colonia, un par de pañuelos,   medias y algún libro ajado, además de algunos otros implementos útiles, porque siempre se sabe donde empieza la noche, pero nunca donde se acaba. Aquel hombre, se estaba calzando los zapatos cuando miró a la ronda, divisó algo, puteó entre dientes y, con el mismo empeño que había puesto para calzarse, se volvió a poner los mocasines de calle y se fue sin decir palabra. Miré a la pista. Una pareja avanzaba entre las armoniosas figuras siempre v...

ANOCHE VINO ZOTTO

  Siempre hemos tenido una relación un tanto extraña con el «Nene»   Desencanto.  Desde aquella vez en que el Pibe   Pergamino  me lo presentó en uno de esos eventos con milonga suburbana y compartimos el autobús de vuelta y algunas media lunas pegoteadas en la madrugada tardía. En este verano caluroso lo estoy viendo como un calco de ese ayer, mientras se esmera por sacar a las pibas principiantes en la  Milonga de la Fuente .  La chaqueta arrugada, la camisa negra    blanqueada de sudor, los bajos del pantalón    manchados con puntazos y voleas mal encajadas, el pelo en desorden,  Las puntas de los pies ardidas    de pisar un canyengue mal hecho, los ojos semi cerrados, aunque con el fiero brillo — en la mirada y en la ropa— del milonguero superviviente de otras épocas. Con todo lo bueno y lo malo que esa pertinencia conlleva. Desencanto  proviene de otro mundo, en el que está bien visto que una dama o, en su c...