En un conventillo Nació Billy Bob. Hijo de un marinero y de una planchadora.
A los tres años descubrió el vino. A los doce ya tenia inclinación al robo y a los abusos. A los veinte entró en la cárcel. A los cuarenta lo echaron por mugriento.
El dia de su liberación vago por calles y barrios llenandose de distancia y descubrió la milonga del Oriental. La milonga del confín del mundo.
Creo recordar que ya clareaba. En la infinita pista seis o siete parejas se empeñaban en una selección de Pugliese que Andi Panda(el gigante pincha discos que se había ido como a las cinco con una de esas forasteras que nunca faltan) nos había legado.
La parrilla olia a nostalgia. Un perro overo tentaba vanamente a la suerte buscando a saltos un único cacho de chorizo que colgaba entre las rejas.
En una mesa, soportando un vino aguachinado estabamos Romulo, Corchito, Piton pipeta y yo.
Otras mesas había, dos o tres, si no recuerdo mal, mesas de camaradería, de amistad, de perdedores obstinados en saludar un nuevo día antes de acostarse en el olvido y en la soledad.
El indio, ese indio rustico que viene cada tanto desde la inmensidad de la pampa y del pasado ya montaba el caballo medio amarillo (al que nunca vimos atar) para devolverse a la tierra cuando oímos un ruido y echamos en falta la furgoneta donde Riquelme, el organizador de la milonga, suele traer los líquidos y los discos.
Entonces, luego de diez minutos en los que creímos que la habían robado, volvió la furgoneta y Billy Bob sentado en el asiento del conductor.
Se puso a dar vueltas y vueltas alrededor de la pista intentando una coreografía increíble de giros, aceleradas y frenadas hasta que se le acabó el combustible.
Luego se bajó, intentó una serie de ochos y salió corriendo hasta que solo fue un puntito y después nada.
Lo encontraron unos pibes que volvían del colegio cortando camino por el descampado.
Creo que se murió de libertad...
A los tres años descubrió el vino. A los doce ya tenia inclinación al robo y a los abusos. A los veinte entró en la cárcel. A los cuarenta lo echaron por mugriento.
El dia de su liberación vago por calles y barrios llenandose de distancia y descubrió la milonga del Oriental. La milonga del confín del mundo.
Creo recordar que ya clareaba. En la infinita pista seis o siete parejas se empeñaban en una selección de Pugliese que Andi Panda(el gigante pincha discos que se había ido como a las cinco con una de esas forasteras que nunca faltan) nos había legado.
La parrilla olia a nostalgia. Un perro overo tentaba vanamente a la suerte buscando a saltos un único cacho de chorizo que colgaba entre las rejas.
En una mesa, soportando un vino aguachinado estabamos Romulo, Corchito, Piton pipeta y yo.
Otras mesas había, dos o tres, si no recuerdo mal, mesas de camaradería, de amistad, de perdedores obstinados en saludar un nuevo día antes de acostarse en el olvido y en la soledad.
El indio, ese indio rustico que viene cada tanto desde la inmensidad de la pampa y del pasado ya montaba el caballo medio amarillo (al que nunca vimos atar) para devolverse a la tierra cuando oímos un ruido y echamos en falta la furgoneta donde Riquelme, el organizador de la milonga, suele traer los líquidos y los discos.
Entonces, luego de diez minutos en los que creímos que la habían robado, volvió la furgoneta y Billy Bob sentado en el asiento del conductor.
Se puso a dar vueltas y vueltas alrededor de la pista intentando una coreografía increíble de giros, aceleradas y frenadas hasta que se le acabó el combustible.
Luego se bajó, intentó una serie de ochos y salió corriendo hasta que solo fue un puntito y después nada.
Lo encontraron unos pibes que volvían del colegio cortando camino por el descampado.
Creo que se murió de libertad...
Comentarios