Cuando el tío Catulo me llamó para cubrir este evento estaba recordando con añoranza las vereditas floreadas de mi salsipuedes natal. Hasta allí había llegado la fama del encuentro y para no ser menos y cumplir me fui a Sitges, lugar que no conocía, en tren, en la tarde del martes, un día antes del inicio del festival, para empaparme en el color local y así trasmitir a los milongueros que siguen este pasquin lo que realmente representan este festival, decano de los festivales europeos. Emplazado en el tren trabé amistad con una banda de cuatro muchachotes, amigos de la juerga que enseguida se franquearon a mis bromas y simpatia provinciana y me abrieron su confianza y confidencia. Llegados a Gava eramos como aquellos compañeros que han pasado muchas aventuras y se deleitan en la camaraderia y la amistad. Luego de pasar por la habitación de un hostalucho muy Child Aut, que había pagado la redacción de "La bata", me deje llevar por el entusiasmo de la banda, que ilusionados...