Clemencio Bernal, autor del Libro de las Milonguillas y arqueologo de bailongos, dice el sobre que contiene la postal navideña que nos manda mi padre. Está pintada a mano con lo que parece vino y recrea un bailongo pagano con muchas caras rojas y abrazos alrededor de una hoguera. En la altura se divina la mole imponente de una roca amurallada. Carcasonne, dice. La letra alargada de mi padre nos cuenta: «Queridos hijos: Ha venido a verme, después de muchos años sin juntarnos, mi amigo, el gran Taulo de Sardo. Hemos hecho vida de turista por Toulouse y al visitar la supuesta casa donde nació Gardel, Taulo ha levantado la vista hacia lo alto y ha comentado que era allí donde solía juntarse una especie de club hermético milonguero, el Go de Oro. Al ver que desconocía la existencia de este cenáculo exclusivo insistió en recordar que en muchas milongas a las que me acompañó tomando notas y asistiendo con referencias marginales a mis escritos , algunas gentes le hablaban con una mezcla de f