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LIBRO DE LAS MILONGUILLAS III (Buscando a Clemencio)

«Quienes conozcan los abruptos acantilados de Cornualles no dejaran de preguntarse porque a Linder Crusfish, milonguero  de importación e improbable nacionalidad, venido a más luego de varias temporadas frecuentando los peores tugurios bailables del planeta se le ocurrió montar una pista en Lands End, el fin de la tierra visto desde el lado de las Islas Británicas. Si uno  tiene la suerte de encontrar y en consecuencia preguntar a un milonguero natural de aquella céltica comarca, este hipotético bailarín hablara de leyendas artúricas o mitos que prefiguraron una rara forma de bailar milonga avant la milonga y que el emprendimiento delirado de Crusfihs buscaba en realidad  un receptáculo de poder  telúrico tal y como los buscadores de leyendas buscan la espada Excalibur o la cueva donde Merlín, el mago vegeta prisionero. El caso es que el hombre se hizo traer en helicóptero una pista prefabricada con madera de roble y asentándola con  seis estacas de hierro de metro y medio que hizo clavar en la tierra la dejo oscilando entre el borde, el peligro y la leyenda. Y allí se sentó a esperar que vinieran los desesperados del tango a inaugurar su pista, mientras se sentaba escuchando Fresedo detrás de una barra con licores surtidos que hizo traer desde Penzance con un camión que dejo todo a doscientos metros del abismo. "Si vienen hasta aquí y se animan a bailar poniendo en peligro sus vidas es porque aman el tango y por el son capaces de cualquier sacrificio. Los que vengan no se harán  los artistas desdeñando tandas y personas. Bailaran con el alma y el corazón, bailaran por su vida sin pose ni artificio." dicen que dijo Crusfih entre Fresedo y Canaro, mientras comía dos cornish pasty, la típica empanada de Cornualles, con patata, carne, cebolla y nabo. Y efectivamente, los milongueros llegaron, contra vientos, frío, malos caminos,  autobuses con horarios inconvenientes o barcos apenas navegables. Tomen nota todos aquellos holgazanes que se  quejan porque la milonga les queda a cinco paradas de metro. Como sea, parece que en algún momento llegó a tener en noche de Sábado hasta 20 parejas, sin contar las tres o cuatro no documentadas que luego de un gancho exagerado fueron a dar literalmente con sus huesos en el mar o los roqueríos, episodio que marcó el final del sueño de Crusfish.
 He de decir que en algún festival me he topado con quien me contó que había bailado en aquella pista y que no era un bloque hecho de roble sino un tronco de secuoya de 8 metros de diámetro y cuarenta centímetros de grosor, datos que se agregan a este  imposible que duró una primavera y un verano, un poco más que algunas otras milongas pasajeras que incluso tienen menos existencia en la memoria que este tozudo proyecto llevado a cabo, al menos en leyenda, por Linder Crusfish.
En todo caso y aunque esta mítica milonga con pista en equilibrio sea solo una invención de vino y horas tardías persiste en el imaginario de no pocos  viajeros y bailarines con los que me he cruzado en mis crónicas milongueras. Especialmente en aquellas noches de pista vacía que todos los organizadores han tenido y que les sirve de consuelo y fortaleza cuando la duda les hace preguntarse "Para qué" mientras hacen cuentas que no saldrán y bailan en silencio su pena. "
                              CLEMENCIO BERNAL - El libro de la Milonguillas.

"Suena un piano la luz esta sobrando se hace noche de pronto y sin querer"
-Catulo...Catulo!
las sombras se arrinconan esperando  a grisetta.
-Catulo! que esta sonando el movil. Catulo!
-Ehhhh. Ah. donde?
"las sombras que esta noche trajo el"
-En la tangomaraton de madrugada. Está sonando el móvil. Contesta que seguro es importante?
"me obligan"- Hola. Hola!
-hola amor, como estas?
-Dormido, aquí cerca de la pista.. Me dormí no sé en que tanda. Ahora solo quedan quince y tres vestidas como los locos de la Iglesia milonguera de los primeros pasos.
-Informe.
- Eh? Estas leyendo otro de los libros de Nero Wolfe?
- Y a vos que te parece mi Archie Godwind. No bailas como los ángeles ni sos tan pícaro pero Archie no escribe poemas como vos.
- Lili Rowan a tu lado es una sombra. Bien.  Informo. Hemos pasado cuatro maratones y dos festivales. Hemos comido en bares que parecen almadías sin rumbo. Hemos visto una ciudad costera tal y como miraba la tentación el Cristo y el diablo veterano de Romulo Papaguachi ha hecho aguas barranca abajo sobre una fiesta de regaeton
- Hacer aguas? Me voy a casar con un arcaísmo de carne y hueso. Si no querés decir mear  porque no queda bien en el blog se puede decir tambien orinar.
-Eso mismo. Se me ha pegado el estilo de escritura de Clemencio, de tanto leer su libro de las milonguillas. En cuanto a Diogenes Pelandrun al ver la mala calidad de algunas comidas de festival se le ha dado por montar un puestito itinerante de pizzas y viandas a la parrilla.
-¿Pizza a  la parrilla? ¿Donde encontró la parrilla?
- El tangomovil tiene en el baúl un tambor alemán a carbón y pilas. No preguntes porque lo lleva. Pero es muy útil, porque tiene tapa. Empezó como una broma para consumo personal pero ahora más
 de uno se acerca a comprar. En una maratón nos esperaban. Pitón Pipeta, que es nuestro Saul Panzer improviso un cartel con unos cartones "Pizza, filosofia y tortas"
- ¿Tortas también hace?
- Tortas da para el que no entiende muy bien sus conceptos filosóficos.. Parecemos una compañía de teatro. Diogenes Cocina, Romulo hace la promoción con su voz de radio y cuenta anécdotas de la edad dorada, Piton se encarga de conseguir los asientos y las mesas -vaya a saber de donde las saca- Y yo recito poemas milongueros en payada. Todo de 12 a cinco, antes de la matiné y la milonga. Así nos esta saliendo más barato el viaje.
- Suena como unas vacaciones juveniles.
- Si. Espero que encontremos pronto a Clemencio. Tanto girar por ahí pero el alma la tengo allí, a tu lado.
-Satisfactorio. Pero hay algo que tendrías que saber. Por eso te llamo a esta hora.
- No, no. será una mala noticia....Ahora que Mauré canta Judas. No...no vamos a casarnos?
- No seas bobo. Ni chiquilin. Es otra cosa. Es Clemencio. A Clemencio  no lo van a encontrar.
Siento la oscuridad y eso que esta llegando el alba. Nina habla, pero yo no la escucho. Pienso en que tendríamos que haber devorado los caminos, buscando a Clemencio. Mi padre. Ahora si. Ahora es mi 1964, tal como escribió Borges cuando supo que su madre había partido. Estoy solo. Estoy solo.
- ¿Que pasa Catulo? - Diogenes ve mi cara y adivina la tragedia.
- Es Nina. Dice que Clemencio. Clemencio. ...Bueno.Ya no hay Clemencio. Se acabo. Como Cuando jack lemmon le dice a Sissy Spaceck en "Missing"
- que decís. Esta delirando y dormido todavía.
- Volvemos a Casa. Dice Jack. Volvemos a casa. Nina... que te cuente Nina.
.-Sin saber como le doy el móvil y me siento al lado de la pista, viendo bailar para acallar mi pena. Yo no pensaba. Yo no quería. Yo...He perdido tantos momento. Y ahora esos momentos no volverán.
Diogenes se acerca con el móvil en la mano.  Y una copa de vino en la otra.
-^Bueno. Hasta aquí llegamos. Tenés razón. Se acabó el viaje despedida de soltero..
- Déjenme solo. Pídanle por favor al musicalizador que ponga "Adios Nonino"
-Solo una cosa antes que te hundas en el drama y nos regales esos poemas que parecen las tripas desgarradas de un gatito de peluche. Nina sigue al móvil. Mas vale que escuches bien lo que te esta diciendo pavote.
- Nina... Estoy...Estoy destrozado..
- Amor, ¿vas a escucharme de una vez? ¿Vas a dejar de imaginar cosas y centrarte en lo que te digo?
- Es que uno tiene solamente un padre.
- Y esta aquí. Acariciando a Adolfo. Llegó recién del aeropuerto con alfajores y pastafrola. Estamos desayunando.
-Que?
- Que se enteró del casamiento, averiguó mi dirección y te está esperando en casa.
-...
- Satisfactorio, ¿no?


"Otro señor quiso hacer una milonga al lado de un placido lago donde dormía una comunidad de cisnes solo porque quería ponerle a su bailongo "El lago azul" Como no consiguió una orquesta típica aquel cretino convenció a músicos locales para que tocaran tangos con sus instrumentos.Gaitas, tubas, cuernos, pífanos y címbalos.   Trajeron mesas de falsa piedra,  Hidromiel y  dudosos licores. Pasteles de riñones, confituras y otras delicatesens de la región. Apenas llegaron los milongueros los músicos se pusieron a tocar algo que parecía Firpo, pero con aires celtas.
Aquella milonga duró dos de aquellos tangos. Al tercero los cisnes, que en realidad eran gansos arrasaron con la concurrencia a picotazos. Ni el cartel de "El lago azul quedó de aquel dislate.
¿Porque se empeñan los soñadores en seguir adelante con su proyecto milonguero aun cuando saben que ira destinado al fracaso? Que hace que una persona razonable pierda todos los ahorros de su vida montando una milonga en un lugar inaccesible? La milonga es producto de la ciudad que la aloja y un reflejo de la sociedad que la consume. No alcanza con un buen sitio, un lugar pintoresco o o un buen suelo. La milonga es las gentes que se reúnen  a bailar o a conversar y la voluntad. He visto milongas en todos los rincones del planeta. Muchas fracasan. Muchas triunfan. La mayoría se mantiene. Pero después de tantas noches, he llegado a sentir en algunos sitios  magia, como si hubiera un entramado, un emplazamiento de lineas ley milongueras que dan y toman  poder de los que bailan. Y en esos lugares y momentos  especiales el baile no queda en el tango. Hay implicadas formas ancestrales, ritos ocultos a los ojos del hombre moderno. O eso queremos pensar los que vemos el baile como algo que canaliza en nuestros cuerpos y nuestros abrazos.
 Bailamos, como invocamos a nuestros profundos dioses personales, buscando su favor, su aceptación y un guiño del azar que nos haga explicable aquello que no tiene su porqué definido. Bailamos como oramos, dejando nuestras suplicas en el vacío, que nunca nos devuelve nada. A lo sumo una risa o el eco del pasado revisando el pasado. Encastrado al presente a  las patadas como si toda nuestra andadura en estos andurriales de aquí abajo fuera una secuencia vistosa con muchos momentos emotivos y tiempo  para aplausos y no este eterno ensayo.
Que tampoco es  -ya lo sabemos- muy eterno que digamos.

                Clemencio Bernal . El Libro de las milonguillas.

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