Si días pasados contábamos la debacle de algunas milongas y en exclusiva las nuevas estrategias de marketing que aplica Riquelme en la milonga del Oriental, con las peleas de los Titanes de la Milonga y la canchita de fútbol, todo se volvió mucho mas enrarecido cuando en la milonga del viernes pasado un hombre de edad madura, bien vestido y detrás de una ostentosa bufanda pidió que lo dejaran cantar. "Soy Osvaldo Malandra - dijo, con el gesto ganador del que se sabe conocido en todas partes - ya sabe que mi presencia multimedia es notable y le agradecería que me dejaran cantar".
En la mesa en la que deglutíamos unos especiales de milanesa y vinito Carlón bien Frapé ninguno lo conocía. Ni Romulo Papaguachi que hace años tiene su programa de tango en la F.M. y sabe el movimiento de viejos y nuevos valores pudo darnos algún dato que lo identificara. En mesas aledañas la ignorancia era la misma. La pista estaba a la expectativa, un par de milongueros que volvía de gira a presentar un adelanto de su diseccionando Firpo no había podido cumplir por contracturas múltiples y la gente estaba deseando espectáculo. Así que Riquelme, que siempre esta buscando el bien del negocio, creyendo que era uno de esos mesías que los dioses de la milonga te ponen en el camino cuando amenaza desastre, le permitió acercarse al modesto escenario por el que han pasado grandes talentos que tienen bien ganado su lugar en el "Museo de las glorias milongueras" como Chacho Antun, Olguita Filiber y el mismísimo Osvaldo Lampone. Sí sorprendió que el hombre no tuviera acompañamiento visible, ni siquiera uno de esos guitarristas escuálidos que a veces son una metáfora del arte y sus estrecheces y que terminan encandilando a la concurrencia. Malandra muy orondamente se acercó al Maestro Gabi Sodini —que es un estelar de cualquier milonga y cuya presencia se disputan aquí en Europa cuando llega, junto con las golondrinas— y allí mismo le dejo un pendrive en el que había unas pistas.
O eso es lo que pensábamos todos, en las mesas. Muchos buenos cantantes utilizan las pista a modo de acompañamiento, pero esto era diferente. Cuando Malandra se puso a cantar, con una voz desafinada y tragicómica, lo que hizo fue directamente pisar sobre versiones instrumentales de la Típica Víctor, de Canaro, Firpo y dos o tres mas cuyo nombre no quiero acordarme, tal era el grado de esperpento al que nos estaba sometiendo la noche.
La concurrencia, que había escuchado con algún respeto el primer tango Re tin tin y les hizo gracia lo de A donde vas José, al Cabaretse largó en masa a milonguear, tipo canyengueado y bien guarango, y hasta unos borrachos que se habían allegado a la pista se lucieron con las perlas sonoras que el hombre dejaba sobre las tablas del escenario, bailando casi de rodillas.
El colmo llegó cuando el hombre luego de agradecer, dijo que era una reencarnación de Tita Merello, lo que suscito carcajadas y una sesuda comparativa de la parroquia, que mas bien se inclinaba a verlo como una mezcla entre Libertad Lamarque y el payaso virutita. Al final el maestro Sodini cortó el chorro, con la aprobación de Riquelme y el grueso de la milonga y largó cortita la tanda Tanturiana cuando vio que amenazaba tremolina en la ronda o linchamiento.
El hombre se escabulló luego de gritar con voz bronca ¡inorantes, ustedes no saben lo que es el arte! arrebatando a mano desnuda una ristra de chorizos medio crudos, único pago que recibió por su "actuación". A la altura del baño fileteado con la cara de Edmundo Rivero resbaló y dio con todos los chorizos en el suelo. El Indio, compasivo, lo levanto y vio como se perdía en las sombras, mientras intentaba quitarle el barro como podía a su ganancia.
Buscando en la red encontramos un vídeo de este crápula, y algunas colaboraciones sospechosas, que prontamente fueron borradas y que dejamos para la posteridad.
Y es que cae cada uno al Oriental...
En la mesa en la que deglutíamos unos especiales de milanesa y vinito Carlón bien Frapé ninguno lo conocía. Ni Romulo Papaguachi que hace años tiene su programa de tango en la F.M. y sabe el movimiento de viejos y nuevos valores pudo darnos algún dato que lo identificara. En mesas aledañas la ignorancia era la misma. La pista estaba a la expectativa, un par de milongueros que volvía de gira a presentar un adelanto de su diseccionando Firpo no había podido cumplir por contracturas múltiples y la gente estaba deseando espectáculo. Así que Riquelme, que siempre esta buscando el bien del negocio, creyendo que era uno de esos mesías que los dioses de la milonga te ponen en el camino cuando amenaza desastre, le permitió acercarse al modesto escenario por el que han pasado grandes talentos que tienen bien ganado su lugar en el "Museo de las glorias milongueras" como Chacho Antun, Olguita Filiber y el mismísimo Osvaldo Lampone. Sí sorprendió que el hombre no tuviera acompañamiento visible, ni siquiera uno de esos guitarristas escuálidos que a veces son una metáfora del arte y sus estrecheces y que terminan encandilando a la concurrencia. Malandra muy orondamente se acercó al Maestro Gabi Sodini —que es un estelar de cualquier milonga y cuya presencia se disputan aquí en Europa cuando llega, junto con las golondrinas— y allí mismo le dejo un pendrive en el que había unas pistas.
O eso es lo que pensábamos todos, en las mesas. Muchos buenos cantantes utilizan las pista a modo de acompañamiento, pero esto era diferente. Cuando Malandra se puso a cantar, con una voz desafinada y tragicómica, lo que hizo fue directamente pisar sobre versiones instrumentales de la Típica Víctor, de Canaro, Firpo y dos o tres mas cuyo nombre no quiero acordarme, tal era el grado de esperpento al que nos estaba sometiendo la noche.
La concurrencia, que había escuchado con algún respeto el primer tango Re tin tin y les hizo gracia lo de A donde vas José, al Cabaretse largó en masa a milonguear, tipo canyengueado y bien guarango, y hasta unos borrachos que se habían allegado a la pista se lucieron con las perlas sonoras que el hombre dejaba sobre las tablas del escenario, bailando casi de rodillas.
El colmo llegó cuando el hombre luego de agradecer, dijo que era una reencarnación de Tita Merello, lo que suscito carcajadas y una sesuda comparativa de la parroquia, que mas bien se inclinaba a verlo como una mezcla entre Libertad Lamarque y el payaso virutita. Al final el maestro Sodini cortó el chorro, con la aprobación de Riquelme y el grueso de la milonga y largó cortita la tanda Tanturiana cuando vio que amenazaba tremolina en la ronda o linchamiento.
Buscando en la red encontramos un vídeo de este crápula, y algunas colaboraciones sospechosas, que prontamente fueron borradas y que dejamos para la posteridad.
Y es que cae cada uno al Oriental...
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