Cuando veo en la red algún vídeo en el que una pareja mal avenida y mal entrazada intenta sin éxito hacer una coreografía moviendose torpemente como un par de paquidermos espáticos sin gracia extrapolando pasos de algún viejo manual olvidado o acaso reflejando en sus curiosas piruetas las enseñanzas de algún buscavida o vivillo que salio huyendo de alguna crisis monetaria y se pegó un carnet de profesor milonguero en la chaqueta, con solo dos años de tango no puedo dejar de acordarme de la historia de Surtur "malevaje" Kuriger y Gretta Scakingen, quienes poblaron de risas y carcajadas muchas noches de exhibición en las milongas a pesar de que creían hacerlo seriamente.
Surtur era el típico niño bien de una familia adinerada al que se le consentían todos los caprichos e iba por el mundo sin ocupación ni preocupación, rodeado de una cáfila de ventajeros que se decían sus amigos y lo querían por su dinero.
En una noche de juerga, no muy distinta de todas, un par de granujas lo invitaron a una milonga en donde vio por primera vez a quien seria su amor.
Gretta estaba sentada sola, con la mirada del que ve las lineas del mundo y las adorna colgando en ellas sus ensoñaciones. No bailaba. Porque era principiante. Porque no tenia sentido del ritmo. Porque tenia el eje ligeramente desviado. Todos sus movimientos tenían la gracia de una vara de bambú azotada por un huracán. En cambio los de Surtur eran medidamente descontrolados. Parecía un autómata al que le hubieran colocado por error una programacion de microondas.
El amor redime monstruos, alisa con su mano la imperfección más pertinaz. Surtur buscó el amor de la única manera que conocía: comprandolo. Gretta, una muchacha acostumbrada a los desplantes y la indiferencia, se dejo seducir por los obsequios del galán.
Se fueron a vivir juntos a un inmenso estudio de suelo inclinado en donde pasaban horas y horas intentando bailar.
No lo consiguieron.
Pero eso no iba a arredrar a un hombre tan caprichoso como Surtur. Si se le había metido en la cabeza que tenia que bailar como un Naveira, un Veron, un Frumboli, un Zotto, no lo iba a disuadir su propia torpeza. Fatigaron clases, seminarios, worshops, masters class. Todo en vano.
Querían bailar bien y lo más rápido posible, como les pasa a muchos que vulneran el saber y en vez de bailar y bailar y bailar creen que pueden consumir tango instantáneo y con edulcorantes.
Y fue entonces cuando Surtur tomo el atajo mas corto.
Según cuenta la leyenda tanguera y no pocos fabuladores que coinciden en la historia, en la noche de todos los muertos, asesorado por un mago falso y una adivinadora de carnaval, Surtur hizo un pacto con el diablo.
Solo que su ritual y sus palabras fueron erróneas y en su lugar invoco a un demonio menor y chapucero, aunque hay quien dice que no era ni un demonio, sino una tía del diablo, que andaba haciendo limpieza en lo de su sobrino.
Otra versión dice que el demonio que se presentó entre gran humareda era el mismo mago, vestido con una mascara y cuernos de vaca, versión avalada en un detalle menor: el diablo pidió una suma importante de dinero en efectivo para gastos administrativos.
"quiero que Gretta y yo seamos los mejores bailarines de tango del mundo dijo Surtur. "Que es el tango?", pregunto el diablillo, la tía, o el mago. Surtur, con su despreocupado atolondramiento quiso mostrarle un vídeo en Youtube, pero aquejado de incontinencia intestinal salio a todo correr al baño sin ver que había bajado un vídeo de fallas, vicios y errores.
Todo es cuestión de Fe.
Hay quien se arma de valentía y determinación y emprende el largo camino de la sabiduría sin desfallecer buscando la perfección y perdiendo los detalles y la pasión por el camino. Hay quien comprende que el camino es lo que cuenta y no el final y se deja penetrar por la maravilla volviéndose sabio sin saberlo.
Y hay quien vive el engaño con tozudez y desparpajo consumiendo elixires milagrosos y cursos acelerados de maestros.
Surtur y Gretta comenzaron a mostrar sus coreografías en un viaje sin retorno hacia el ridículo y se perdieron allí.
Formaron una compañía: "Desorbitango", en la que dieron cabida a alumnos incautos que bailaban peor que ellos, que ya era decir.
Contrariamente a lo que podría esperarse, tuvieron éxito y cierta fama - no se sabe si como comediantes o amaestradores de pulgas, llegando a tener una multitud de seguidores que les reían las gracias y los pasos.
Cuentan que un día el diablo vino a reclamar el alma de Robert Johnson, el mejor guitarrista de blues que ha existido, en una encrucijada.
En esta historia que es mas barata, previsible y sucedió después se cuenta que la compañía de espectáculos tangueros "Desorbitango" termino una noche de lunes, cuando la tía del diablo o el diablito chapucero vino a reclamar las almas entre los pasillos de un gran supermercado.
En mi opinión, creo que no hubo pacto ni leyenda. Fueron ellos todo el tiempo bailando pésimo, dejandose arrastrar por amigos complacientes, aduladores, aprovechadores o ignorantes. Hasta que se les pasó el capricho y se fueron alejando de las milongas, hacia otros asuntos u ocupaciones.
A muchos se les hace mas fácil consumir remedios sobrenaturales o adjudicarse superpoderes o desvergüenza impermeable a tener que aceptar que no bailan bien y que a pesar de todas las clases jamás lo harán. Sin pensar que el baile solo es eso, baile y disfrute
y no una competición de bailarines, una carrera por ser el mejor, vacía de premios y satisfacciones, lejos del primario placer que da meterse en la ronda y perderse en una tanda y un abrazo y dejarse llevar por el compás y la emoción.
O no es eso el tango?.
Surtur era el típico niño bien de una familia adinerada al que se le consentían todos los caprichos e iba por el mundo sin ocupación ni preocupación, rodeado de una cáfila de ventajeros que se decían sus amigos y lo querían por su dinero.
En una noche de juerga, no muy distinta de todas, un par de granujas lo invitaron a una milonga en donde vio por primera vez a quien seria su amor.
Gretta estaba sentada sola, con la mirada del que ve las lineas del mundo y las adorna colgando en ellas sus ensoñaciones. No bailaba. Porque era principiante. Porque no tenia sentido del ritmo. Porque tenia el eje ligeramente desviado. Todos sus movimientos tenían la gracia de una vara de bambú azotada por un huracán. En cambio los de Surtur eran medidamente descontrolados. Parecía un autómata al que le hubieran colocado por error una programacion de microondas.
El amor redime monstruos, alisa con su mano la imperfección más pertinaz. Surtur buscó el amor de la única manera que conocía: comprandolo. Gretta, una muchacha acostumbrada a los desplantes y la indiferencia, se dejo seducir por los obsequios del galán.
Se fueron a vivir juntos a un inmenso estudio de suelo inclinado en donde pasaban horas y horas intentando bailar.
No lo consiguieron.
Pero eso no iba a arredrar a un hombre tan caprichoso como Surtur. Si se le había metido en la cabeza que tenia que bailar como un Naveira, un Veron, un Frumboli, un Zotto, no lo iba a disuadir su propia torpeza. Fatigaron clases, seminarios, worshops, masters class. Todo en vano.
Querían bailar bien y lo más rápido posible, como les pasa a muchos que vulneran el saber y en vez de bailar y bailar y bailar creen que pueden consumir tango instantáneo y con edulcorantes.
Y fue entonces cuando Surtur tomo el atajo mas corto.
Según cuenta la leyenda tanguera y no pocos fabuladores que coinciden en la historia, en la noche de todos los muertos, asesorado por un mago falso y una adivinadora de carnaval, Surtur hizo un pacto con el diablo.
Solo que su ritual y sus palabras fueron erróneas y en su lugar invoco a un demonio menor y chapucero, aunque hay quien dice que no era ni un demonio, sino una tía del diablo, que andaba haciendo limpieza en lo de su sobrino.
Otra versión dice que el demonio que se presentó entre gran humareda era el mismo mago, vestido con una mascara y cuernos de vaca, versión avalada en un detalle menor: el diablo pidió una suma importante de dinero en efectivo para gastos administrativos.
"quiero que Gretta y yo seamos los mejores bailarines de tango del mundo dijo Surtur. "Que es el tango?", pregunto el diablillo, la tía, o el mago. Surtur, con su despreocupado atolondramiento quiso mostrarle un vídeo en Youtube, pero aquejado de incontinencia intestinal salio a todo correr al baño sin ver que había bajado un vídeo de fallas, vicios y errores.
Todo es cuestión de Fe.
Hay quien se arma de valentía y determinación y emprende el largo camino de la sabiduría sin desfallecer buscando la perfección y perdiendo los detalles y la pasión por el camino. Hay quien comprende que el camino es lo que cuenta y no el final y se deja penetrar por la maravilla volviéndose sabio sin saberlo.
Y hay quien vive el engaño con tozudez y desparpajo consumiendo elixires milagrosos y cursos acelerados de maestros.
Surtur y Gretta comenzaron a mostrar sus coreografías en un viaje sin retorno hacia el ridículo y se perdieron allí.
Formaron una compañía: "Desorbitango", en la que dieron cabida a alumnos incautos que bailaban peor que ellos, que ya era decir.
Contrariamente a lo que podría esperarse, tuvieron éxito y cierta fama - no se sabe si como comediantes o amaestradores de pulgas, llegando a tener una multitud de seguidores que les reían las gracias y los pasos.
Cuentan que un día el diablo vino a reclamar el alma de Robert Johnson, el mejor guitarrista de blues que ha existido, en una encrucijada.
En esta historia que es mas barata, previsible y sucedió después se cuenta que la compañía de espectáculos tangueros "Desorbitango" termino una noche de lunes, cuando la tía del diablo o el diablito chapucero vino a reclamar las almas entre los pasillos de un gran supermercado.
En mi opinión, creo que no hubo pacto ni leyenda. Fueron ellos todo el tiempo bailando pésimo, dejandose arrastrar por amigos complacientes, aduladores, aprovechadores o ignorantes. Hasta que se les pasó el capricho y se fueron alejando de las milongas, hacia otros asuntos u ocupaciones.
A muchos se les hace mas fácil consumir remedios sobrenaturales o adjudicarse superpoderes o desvergüenza impermeable a tener que aceptar que no bailan bien y que a pesar de todas las clases jamás lo harán. Sin pensar que el baile solo es eso, baile y disfrute
y no una competición de bailarines, una carrera por ser el mejor, vacía de premios y satisfacciones, lejos del primario placer que da meterse en la ronda y perderse en una tanda y un abrazo y dejarse llevar por el compás y la emoción.
O no es eso el tango?.
Comentarios