Con el mundial avanzado y la muchachada entre festejos bajamos al puerto de Barcelona con el Pibe Pergamino y el indio, bajo la admonición del Colon que señala las Americas con su dedo visionario, para colaborar con el banco de alimentos que provee comida a muchas familias, en una milonga a beneficio organizada por BARCELONA TANGO SUR y la Sección de Ball del Port. Allí estaban Raul y Sergi montando todo luego del Argentina-Belgica, que fuimos a ver en un barucho de las ramblas pletórico de argentinidad e ignorancia ( a partes iguales), donde nos faltó el comentario certero de un Máximo Rigor, aquel personaje de Calabro que hubiera acallado la sonatina patriotera con su objetividad futbolistica.
Eufóricos estábamos, como muchos que andaban papaguacheando - permitaseme la conjugacion - y con la camiseta albiceleste. El pibe, de natural trajeado, se consintió una vestimenta jean y alpargatas, que es lo atinado cuando el suelo es duro y trajinado. Como ni el indio ni yo somos de bailar llevamos unas prendas holgueras, por si algún festejo etílico - ajeno o propio - nos manchaba.
Cuando llegamos había unas pocas parejas que pronto se hicieron más y una hilera de cajas de cartón en donde los presentes iban depositando arroces, fideos, latas, aceites y otros comestibles no perecederos. Era además ocasión de doble festejo pues se conmemoraban los cien años del nacimiento de Anibal Troilo, así que estaba la milonga picadita y morosa en esos tangos reos que hacia sonar el gordo. Un gentío veraniego y curioso se iba agolpando en redor de la pista y creo que no sonó tango que no fuera jalonado por una salva de aplausos y algun viva.
Como no podía ser de otra manera no faltaron los convidados ajenos a todo festejo que suelen reírse a costa de los demas. El Pibe como bien saben quienes lo conocen, tiene un movimiento de pies que es vertiginoso o hasta espasmodico. Con su traje impone presencia en las milongas, pero de entrecasa y de alpargatas, los movimientos resultaban para algunos hasta cómicos. Una pareja en particular andaban a los gritos:"eh, tío calambre, jejeje, Cantinflas!!!!" le gritaban. El Pibe se pone loco bailando y no creo que lo haya oído, pero el indio si. Así que cuando las jaraneros se iban yendo, a carcajada limpia, a la vera del puerto, el indio, que es discreto les fajó con su ristra de chorizos secos una boleada a la altura de los pies, y allí se fueron los graciosos al agua verdusca y llena de residuos. Salieron un ratito después con los resultados de su burla en toda la traza.
Para esas cosas hay que tener cuidado.
Uno de los milongueros acérrimos que engalanan la milonga, contagiado por la ola inmensa de solidaridad intentaba vender - mitad para la causa, mitad para su bolsillo - un calendario milonguero, con poses, al estilo los que suelen hacer los bomberos. Las chicas todas de la milonga son capaces de ilustrar con su porte y su belleza calendarios hasta el 2024 mas o menos. Pero lo que proponía este ridículo iba un poco mas allá. Había ido recopilando fotos de milongueros vetustos y esmirriados en símil pose sexi, con calzones o chiripas de antigua hechura, amplios como una bolsa de pan de familia numerosa y mostrando el físico blanduzco de aquel que escapa al sol y al gimnasio y se tonifica con vino tinto y clarete. Tatuajes de diseño militar, antiestéticos e incluso antieticos, una sonrisa que quería ser picarona y era abiertamente lasciva y amarillenta. Un horror a media página grapado con ganchos oxidados. No digo yo que no haya tipos interesantes en la milonga, pero este había hecho un combinado de todos aquellos milongueros que iban cuesta abajo en la pendiente, queriendo dejar de ser solitarios y ya vencidos a costa de afeites y tinturas, y los había unificado en un mismo loco afán: conseguir dinero e indirectamente el cariño de las damiselas. De más esta decir que no vendió ninguno. Aquello no hubiera excitado ni a un marinero antártico o a un presidiario en celda de castigo. Ni para reírse servía. Así que allí se fue el hombre, con sus intenciones y sus calendarios en dirección al museo de cera, a ver si los vendía.
La tarde fue bajando entre tango, vals y milonga. Pehuen y Nuria nos regalaron a todos los presentes una zambita deliciosa de su espectáculo "La huella" y convidaron luego a los presentes a bailar zamba.
No se animo ninguno. La zamba argentina, a diferencia de la brasileña que es ritmo y nada mas, es un juego de seducción y miradas, una danza intima y secreta entre hombre y mujer. Ni siquiera es seducción descarada. Una zamba bien bailada es un acto de amor para el que baila, y para el que ve. La muchachada no se le animo a la zamba, pero si a la chacarera.
Hubo hasta sobredosis de zapateo y zarandeo, y algún paisano entusiasmado fue a remojarse en las aguas del mar, donde habían caído los graciosos en su descuido.
Lo que hace el verano.
Al final, con las rodillas disgustadas pero alegres y festivos en suma por el aniversario Troiliano, el pase a semifinales y los 154 kilos de alimentos recaudados, nos fuimos con la muchachada a comer unas tapas y una cerveza, por esas callejuelas del barrio gótico llenas de bohemia.
En la rambla, junto con las estatuas, el milonguero de los calendarios andaba ofreciendo su mercancía tosca como los pornógrafos de principios de siglo pasado.
Y ahí estará, todavía.
Eufóricos estábamos, como muchos que andaban papaguacheando - permitaseme la conjugacion - y con la camiseta albiceleste. El pibe, de natural trajeado, se consintió una vestimenta jean y alpargatas, que es lo atinado cuando el suelo es duro y trajinado. Como ni el indio ni yo somos de bailar llevamos unas prendas holgueras, por si algún festejo etílico - ajeno o propio - nos manchaba.
Cuando llegamos había unas pocas parejas que pronto se hicieron más y una hilera de cajas de cartón en donde los presentes iban depositando arroces, fideos, latas, aceites y otros comestibles no perecederos. Era además ocasión de doble festejo pues se conmemoraban los cien años del nacimiento de Anibal Troilo, así que estaba la milonga picadita y morosa en esos tangos reos que hacia sonar el gordo. Un gentío veraniego y curioso se iba agolpando en redor de la pista y creo que no sonó tango que no fuera jalonado por una salva de aplausos y algun viva.
Como no podía ser de otra manera no faltaron los convidados ajenos a todo festejo que suelen reírse a costa de los demas. El Pibe como bien saben quienes lo conocen, tiene un movimiento de pies que es vertiginoso o hasta espasmodico. Con su traje impone presencia en las milongas, pero de entrecasa y de alpargatas, los movimientos resultaban para algunos hasta cómicos. Una pareja en particular andaban a los gritos:"eh, tío calambre, jejeje, Cantinflas!!!!" le gritaban. El Pibe se pone loco bailando y no creo que lo haya oído, pero el indio si. Así que cuando las jaraneros se iban yendo, a carcajada limpia, a la vera del puerto, el indio, que es discreto les fajó con su ristra de chorizos secos una boleada a la altura de los pies, y allí se fueron los graciosos al agua verdusca y llena de residuos. Salieron un ratito después con los resultados de su burla en toda la traza.
Para esas cosas hay que tener cuidado.
Uno de los milongueros acérrimos que engalanan la milonga, contagiado por la ola inmensa de solidaridad intentaba vender - mitad para la causa, mitad para su bolsillo - un calendario milonguero, con poses, al estilo los que suelen hacer los bomberos. Las chicas todas de la milonga son capaces de ilustrar con su porte y su belleza calendarios hasta el 2024 mas o menos. Pero lo que proponía este ridículo iba un poco mas allá. Había ido recopilando fotos de milongueros vetustos y esmirriados en símil pose sexi, con calzones o chiripas de antigua hechura, amplios como una bolsa de pan de familia numerosa y mostrando el físico blanduzco de aquel que escapa al sol y al gimnasio y se tonifica con vino tinto y clarete. Tatuajes de diseño militar, antiestéticos e incluso antieticos, una sonrisa que quería ser picarona y era abiertamente lasciva y amarillenta. Un horror a media página grapado con ganchos oxidados. No digo yo que no haya tipos interesantes en la milonga, pero este había hecho un combinado de todos aquellos milongueros que iban cuesta abajo en la pendiente, queriendo dejar de ser solitarios y ya vencidos a costa de afeites y tinturas, y los había unificado en un mismo loco afán: conseguir dinero e indirectamente el cariño de las damiselas. De más esta decir que no vendió ninguno. Aquello no hubiera excitado ni a un marinero antártico o a un presidiario en celda de castigo. Ni para reírse servía. Así que allí se fue el hombre, con sus intenciones y sus calendarios en dirección al museo de cera, a ver si los vendía.
La tarde fue bajando entre tango, vals y milonga. Pehuen y Nuria nos regalaron a todos los presentes una zambita deliciosa de su espectáculo "La huella" y convidaron luego a los presentes a bailar zamba.
No se animo ninguno. La zamba argentina, a diferencia de la brasileña que es ritmo y nada mas, es un juego de seducción y miradas, una danza intima y secreta entre hombre y mujer. Ni siquiera es seducción descarada. Una zamba bien bailada es un acto de amor para el que baila, y para el que ve. La muchachada no se le animo a la zamba, pero si a la chacarera.
Hubo hasta sobredosis de zapateo y zarandeo, y algún paisano entusiasmado fue a remojarse en las aguas del mar, donde habían caído los graciosos en su descuido.
Lo que hace el verano.
Al final, con las rodillas disgustadas pero alegres y festivos en suma por el aniversario Troiliano, el pase a semifinales y los 154 kilos de alimentos recaudados, nos fuimos con la muchachada a comer unas tapas y una cerveza, por esas callejuelas del barrio gótico llenas de bohemia.
En la rambla, junto con las estatuas, el milonguero de los calendarios andaba ofreciendo su mercancía tosca como los pornógrafos de principios de siglo pasado.
Y ahí estará, todavía.
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