Editorial Pelandrun acaba de sacar a la venta esta obra maestra del despropósito. Al parecer es una extrapolación del celebre y polémico libro de Carlos Castaneda "las Enseñanzas de Don Juan", en donde se narra el encuentro del mismos Antropologo con un brujo Yaqui que le enseña, además de las propiedades de las plantas alucinógenas, un camino de conocimiento. Dicho lo cual vamos a destripar este dudoso engendro que debe su autoría a un tal Cacho Balmaseda. El mismo autor se presenta como un antropólogo inocente que desengañado de otras danzas como la mazurka, la sardana y el chipi chipi se adentra en el mundo del tango tomando primero unas clases con un sacacuartos que le enseña el básico y algunas secuencias rudimentarias que hacen enorgullecer al energumeno en rueda de amigos. En primera persona nos va contando sus primeros contactos con el tango y las tribulaciones que padece cuando intenta bailar en una milonga de verdad. "Por un amigo, fui una noche a buscar en una milonga de barrios resbalosos, a un milonguero de verdad, un tal Don Cocho, al que todos tomaban por loco y que al parecer tenia el secreto de una excentrica forma de bailar. El tal Don Cocho, estaba sentado en los fondos de la milonga, con la camisa abierta y secándose el sudor con una camiseta de tirantes. tenia a su lado una garrafa de liquido que al parecer era anis.". Asi empieza un camino de conocimiento. Don Cocho lo invita a su casa y allí le enseña lo que llama "la pasividad del movimiento". " Me sorprendió que aquel hombre anciano se quedara esperando horas y horas parado en el mismo sitio sin avanzar. ¿Cuando vamos a bailar le dije?, - primero hemos de captar el compás oculto, cada ronda tiene un compás, cuando bailas estas escuchando el compás de Di Sarli o Troilo, pero tus pies siguen el compás oculto de la ronda. Tienes que entrenar los pies para ese compás antes de dar un paso." Así narra como pasan cuarenta horas de pie, haciendo ligeros movimientos con la punta del pie hasta que en un arranque Don Cocho se manda toda una coreografía de tres minutos a una velocidad vertiginosa "medio dormido vi como la inmovilidad cobraba una exagerada vida y don Cocho se movía a izquierda y a derecha en una coreografia fantasmal y soberbia. Casi no veía sus pies. Su pecho iba cortando la ronda y sus ojos llameantes me parecieron de una inquietante expresividad."
Así Balmaseda va ganando confianza con los pies y con el cuerpo a la vez que se va transformando en un adicto al anis con menta. "Tienes que confiar en Hinojito, el es tu aliado, con el podrás bailar cinco tandas seguidas de milongones Firpianos sin que se te mueva un pelo, me decia Don Cocho. Un milonguero siempre elige un camino con corazón -copiado literalmente de Castaneda - porque sabe que cada tango que baile puede ser el ultimo. Por eso tiene que tener un paso impecable. Un milonguero de verdad tiene tanto poder que no se le ven manchas de taconazos en los bajos del pantalón y no topa a nadie en la milonga, porque lleva con el su propia ronda".
Luego vienen una serie de capítulos en los que Balmaseda intenta parecer un discípulo aplicado siendo todas las veces ridiculizado por Don Cocho "Tienes miedo, tus manos sudan, tu cuerpo va hacia un lado y la mente hacia otro, has de parar la ronda, amigo, porque no tienes tiempo" le dice Don Cocho mientras a Balmaseda le llueven boleazos y sacadas por todos los lados y las milongueras lo abandonan luego de bailado el primer tango. "Don Cocho me empujo a la pista. Intente bailar una milonga pero me dio miedo y la baile en un compás de tango. Todos en la ronda me miraban mal. Cuando volví a la mesa Don Cocho había bajado la mirada y se le veía el sombrero como tembloroso. No se si sollozaba o se estaba riendo descaradamente de mi".
No abundaremos más en este sin igual cruce entre milonga y filosofia new age. Editorial Pelandrun promete tres libros mas de la serie que sin duda son copias de los originales: Una ronda aparte, Viaje a Sarandi y Relatos de milonga.
El Tal Balmaseda, según hemos podido saber, ha puesto una academia en donde enseña el desorbitado tango de Don Cocho. No concede entrevistas. Los despropósitos que enseña a sus alumnos ya pueden apreciarse en algunas rondas que parecen no tener compás ninguno.
Así Balmaseda va ganando confianza con los pies y con el cuerpo a la vez que se va transformando en un adicto al anis con menta. "Tienes que confiar en Hinojito, el es tu aliado, con el podrás bailar cinco tandas seguidas de milongones Firpianos sin que se te mueva un pelo, me decia Don Cocho. Un milonguero siempre elige un camino con corazón -copiado literalmente de Castaneda - porque sabe que cada tango que baile puede ser el ultimo. Por eso tiene que tener un paso impecable. Un milonguero de verdad tiene tanto poder que no se le ven manchas de taconazos en los bajos del pantalón y no topa a nadie en la milonga, porque lleva con el su propia ronda".
Luego vienen una serie de capítulos en los que Balmaseda intenta parecer un discípulo aplicado siendo todas las veces ridiculizado por Don Cocho "Tienes miedo, tus manos sudan, tu cuerpo va hacia un lado y la mente hacia otro, has de parar la ronda, amigo, porque no tienes tiempo" le dice Don Cocho mientras a Balmaseda le llueven boleazos y sacadas por todos los lados y las milongueras lo abandonan luego de bailado el primer tango. "Don Cocho me empujo a la pista. Intente bailar una milonga pero me dio miedo y la baile en un compás de tango. Todos en la ronda me miraban mal. Cuando volví a la mesa Don Cocho había bajado la mirada y se le veía el sombrero como tembloroso. No se si sollozaba o se estaba riendo descaradamente de mi".
No abundaremos más en este sin igual cruce entre milonga y filosofia new age. Editorial Pelandrun promete tres libros mas de la serie que sin duda son copias de los originales: Una ronda aparte, Viaje a Sarandi y Relatos de milonga.
El Tal Balmaseda, según hemos podido saber, ha puesto una academia en donde enseña el desorbitado tango de Don Cocho. No concede entrevistas. Los despropósitos que enseña a sus alumnos ya pueden apreciarse en algunas rondas que parecen no tener compás ninguno.
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