Los tangueros milongueros tenemos una configuración extra en nuestros globos oculares que nos predisponen más facilmente al llanto que otros varones de igual temple y coraje.
Lo que no siempre es comprendido por esos mismos varones y no resulta ni una virtud ni un defecto.
Este viernes, mientras el plomizo cielo gris daba paso a la oscuridad que engendra hijos como la MILONGA DEL ORIENTAL, vivimos uno de esos momentos; cuando desde la mesa en que lo arropábamos Piton Pipeta, el profesor Maradona, El Garrón Filiberto, Corchito Echesortu y yo, Romulo Papaguachi, nuestro amigo y numen, con la voz ahogada por la emoción reconoció que no iba a poder viajar a Hercolobulus en la Nave Carlos Gardel 54, para llevarles a esos malajes siderales, una muestra de lo mejor(o lo peor) de nuestro tango canción.
Romulo se quebró. Desde la prueba de la centrifugadora se lo veía cansado, sin alegría. Mientras hablaba con el fondo optimista de "El sueño del Pibe" con una voz que casi no era voz, Romulo ladeaba la gorra gris que es su emblema y blasón, como queriendo esconder bajo su ala, esa lágrima asomada que no pudo contener, ese sueño roto que se diluía bajo un cielo sin estrellas. Por todo el descampado se difundió en ese momento una sensación de pérdida y de cariño.Hasta los parroquianos que acodaban su borrachera en mesas linderas al crimen, dejaron de beber para hacer un respetuoso silencio solo empañado por el llanto de algunas féminas que en otra época fueron o hubieran sido compañeras del Showman y ex futuro astronauta.
En algún lugar sonó una risotada que los hombres nobles no dudaron en atribuir a los espías Hercolobusianos. Hasta hubo quien salió a perseguir a esos descarados.
Pero ya se habían ido.
Los varones de coraje se acercaron a Romulo y en corro humilde lo fueron conduciendo hasta nuestra mesa, en donde se desmoronó finalmente.
La Milonga, aunque concurrida (recordemos que parte de la recaudación se destina para la operacion que habrá de salvarle la vida al Tobita Vieytes luego de su intervención en Operación Tanguitos piores Dos) se puso solitaria, triste. Parecía final.
Los únicos que ganaron en esa noche infausta fueron Cacho y Pocho, los milongueritos del amor, que se hacían consolar por dos alemanas de buen ver.
Todos los demás perdimos. Como Perdió Romulo su ilusión.
Ahora La Operación tanguitos Piores se ha modificado dramáticamente. Ya no solo buscamos el peor cantante de tangos de la historia. Ahora también necesitamos algún héroe, un hombre que sea capaz de viajar al espacio profundo sin sentir frío.
Mientras el Toba Vieytes se debate entre la vida y la muerte después de haber recibido sin éxito un trasplante de Osvaldito Laport hacemos un llamamiento desesperado:
Si alguien está tan loco como para abandonar el refugio confortable de su sillón en el que hasta sus pulgas lo conocen y en el barrio le dan fiado, tiene madera de héroe, la cabeza dura, el corazon blando y la ilusión de un niño, lo estamos esperando para que tripule la inconclusa nave de la esperanza, la nave Huerfana, la CARLOS GARDEL 54, que no tiene asiento, pero si tuviera, hoy estaría vacío...
Si se sienten capaces, los estamos esperando...
Lo que no siempre es comprendido por esos mismos varones y no resulta ni una virtud ni un defecto.
Este viernes, mientras el plomizo cielo gris daba paso a la oscuridad que engendra hijos como la MILONGA DEL ORIENTAL, vivimos uno de esos momentos; cuando desde la mesa en que lo arropábamos Piton Pipeta, el profesor Maradona, El Garrón Filiberto, Corchito Echesortu y yo, Romulo Papaguachi, nuestro amigo y numen, con la voz ahogada por la emoción reconoció que no iba a poder viajar a Hercolobulus en la Nave Carlos Gardel 54, para llevarles a esos malajes siderales, una muestra de lo mejor(o lo peor) de nuestro tango canción.
Romulo se quebró. Desde la prueba de la centrifugadora se lo veía cansado, sin alegría. Mientras hablaba con el fondo optimista de "El sueño del Pibe" con una voz que casi no era voz, Romulo ladeaba la gorra gris que es su emblema y blasón, como queriendo esconder bajo su ala, esa lágrima asomada que no pudo contener, ese sueño roto que se diluía bajo un cielo sin estrellas. Por todo el descampado se difundió en ese momento una sensación de pérdida y de cariño.Hasta los parroquianos que acodaban su borrachera en mesas linderas al crimen, dejaron de beber para hacer un respetuoso silencio solo empañado por el llanto de algunas féminas que en otra época fueron o hubieran sido compañeras del Showman y ex futuro astronauta.
En algún lugar sonó una risotada que los hombres nobles no dudaron en atribuir a los espías Hercolobusianos. Hasta hubo quien salió a perseguir a esos descarados.
Pero ya se habían ido.
Los varones de coraje se acercaron a Romulo y en corro humilde lo fueron conduciendo hasta nuestra mesa, en donde se desmoronó finalmente.
La Milonga, aunque concurrida (recordemos que parte de la recaudación se destina para la operacion que habrá de salvarle la vida al Tobita Vieytes luego de su intervención en Operación Tanguitos piores Dos) se puso solitaria, triste. Parecía final.
Los únicos que ganaron en esa noche infausta fueron Cacho y Pocho, los milongueritos del amor, que se hacían consolar por dos alemanas de buen ver.
Todos los demás perdimos. Como Perdió Romulo su ilusión.
Ahora La Operación tanguitos Piores se ha modificado dramáticamente. Ya no solo buscamos el peor cantante de tangos de la historia. Ahora también necesitamos algún héroe, un hombre que sea capaz de viajar al espacio profundo sin sentir frío.
Mientras el Toba Vieytes se debate entre la vida y la muerte después de haber recibido sin éxito un trasplante de Osvaldito Laport hacemos un llamamiento desesperado:
Si alguien está tan loco como para abandonar el refugio confortable de su sillón en el que hasta sus pulgas lo conocen y en el barrio le dan fiado, tiene madera de héroe, la cabeza dura, el corazon blando y la ilusión de un niño, lo estamos esperando para que tripule la inconclusa nave de la esperanza, la nave Huerfana, la CARLOS GARDEL 54, que no tiene asiento, pero si tuviera, hoy estaría vacío...
Si se sienten capaces, los estamos esperando...
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