El fin de semana pasado nos invitaron al cumpleaños de la Tana y La Morocha. Elisa y Dianora, dos grandiosas milongueras de la ciudad Comtal. Estaba - con algunas honrosas excepciones - lo más granado de la milongueridad barcelonesa, unidos en un festejo único. Hubo comestibles sabrosos y amorosamente preparados por las anfitrionas, parrilla on line de la mano de Maxi y bebestibles surtidos y baile que fue en degradé desde clásicos del rock y el pop ochentero hasta las consabidas tandas de tango al atardecer. Las muchachas, como un regalo exigieron que todos los presentes nos aunáramos en un semi karaoke del tango "Noche de luna", del que doy testimonio.
La fiesta una barbaridad. y el video tambien. Lo incluyo para que juzguen ustedes mismos.
Bonito, energético y divertido.
Aunque debo decir que me trajo a la memoria los intentos de un grupo de artistas de la milonga que en su momento, a mitad de camino entre "USA for África" y "Argentina es nuestro hogar" intentaron plasmar la misma idea con un atajo de atorrantes y milongueros patrios, para salvar la celebre "Milonga del Sucucho", un galpón reo donde sobrevivia el tango primordial y tangencialmente darle cauce a esas tímidas masas de jóvenes que se volcaban al tango y comenzaban a consumir clases y milongas en los noventa, lejos del imposible merchandising y la tarjeteria de servicios que es dado encontrar en la actualidad. Pero veamos en detalle el intento.
El lugar era infame. Un tinglado que había pertenecido a una cancha de fútbol siete con piso de madera, venido a menos y descascarado, con bolsas de plástico que habían reemplazado paulatinamente a los cristales, rotos por la chiquillada del barrio, y en el que anidaban las palomas y se veía cada tanto alguna gallina clueca.
Quizá por este rupestrismo campero la milonga supo tener su momento de gloria, muy a pesar de los malos tratos de los dueños Diaz y Tapia - también llamados Batman y Robín - dos mal educados con ínfulas de artistas, que cuando no tenían números artísticos mal contratados y peor agradecidos, paraban la milonga y se ponían a zapatear y dialogar ellos mismos, espantando a los clientes y los gatos, creyendo que lo hacían bien.
Paredes pintadas con cal y llenas de humedad y el sempiterno olor a kerosen, que se utilizaba para limpiar el parquet de la pista y alimentar el primitivo horno en el que se hacían las empanadas y las pizzas de la milonga, que fue también la causa de su cumbre y su caída, pues el color local y lo pintoresco estuvo asegurado hasta la noche del 24 de enero del 98 se intoxicaron cuatro personas. Y un turista, que además era critico gastro-milonguero.
Diaz y Tapia fueron a parar a la cárcel. Y el lugar abandonado. Lo que causo una gran pena entre los artistas de verdad que habian pasado por la pista, bailando o cantando para la concurrencia.
Ante la amenaza de derribo por parte del municipio, un grupo de cantores y bailarines liderados por Bruno Baiu, promotor de eventos fallidos y el mediocre compositor Delmar Ponce se ofrecieron muy loablemente a cantar para salvar el lugar, en una milonga a beneficio que seria grabada e inmortalizada en un disco "Somos la Milonga", un pretencioso proyecto en el que se llego a comprometer hasta a 45 músicos y cantantes.
A priori, al igual que lo que sucede con los eventos de las redes sociales que se llenan de participantes y seguidores, el éxito estaba garantizado. Una operación eficaz de boca a boca y el entusiasmo de Baiu y Ponce llenó las instalaciones de la milonga, virtualmente.
Se había apalabrado a un técnico de sonido para que registrara todo en una consola de cuatro canales y se había recuperado el horno de kerosen para las empanadas y la pizza.
A la hora de la verdad, al igual que sucede con muchos eventos de hoy en día, la milonga a beneficio fue un fracaso: Veinte personas, de las cuales había diez invitadas, se acercaron a escuchar en vivo y en directo "Somos la milonga".
De los 45 artistas comprometidos de palabra, solo se acercaron el guitarrista folclórico Zunildo Rota, y la segunda voz de la orquesta "Los Infames", Amelía Vence. Junto con Delmar - que además estaba resfriado - salieron a cantar y del mega disco en el que se iban incluir tangos como El sucucho, Metele al sanguchito, El Firulero y Doña Ramona dame pastafrola, solo quedó el single que hubiera dado nombre al CD, si el flaco Zoco, el operario al estar comiendo empanadas kerosenosas no lo hubiera mezclado por error con las alternativas del partido de fútbol All Boys-NuevaChicago
que estaba escuchando por la radio: " SOMOS LA MILONGA".
Un fiasco ni siquiera abucheado que fue la culminación, el atragantamiento culinario y el éxodo de casi todos los asistentes, del que preservamos a nuestros lectores con la inclusión de la estrofa menos mala:
"Somos la milonga, somos cancheritos. Vamos bailando y no hacemos pucheritos, si se arma el canyengue, no tiramos firuletes, somos, la milonga y no bailamos al cuete. "
Somos la milonga y le damos meta y ponga, somos la milonga, somos la milonga.
Oh, oh, oh, oh."
Hoy, lejos de estos intentos bizarros, "El sucucho" sobrevive como pollería ecológica. Casi nadie recuerda la milonga, con la excepción de algunos keroseneros nostálgicos y de los mediocres organizadores, que quisieron aspirar a la gloria y como tantos otros mas grandes que ellos vieron como a su sueño lo picoteaban las gallinas y se perdía para siempre en la noche eterna de la desventura...
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