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Tangabasis - la retirada de los 10 - Comentario de libros

¡El Croto ha vuelto, el Croto ha vuelto!  gritan los freaks por las calles. La editorial de la extravagancia, el mal gusto y el escritor pudiente de buena familia. La que organiza fiestas editoriales para que sus engendros se conozcan y se amen, lo ha vuelto a hacer. En esta ocasión el resultante es una farsa histórica, copiada, corregida y mal pegada de aquella famosa Anábasis, en donde el historiador y general Jenofonte narra la retirada de 10000 mercenarios griegos atravesando 4000 kilómetros por territorio enemigo hasta llegar a su patria. Pero vayamos por partes que hay mucha pinza en este pantalón y la plancha esta caliente.
El autor es, como no podía ser de otra manera, un amigo de la casa, un socio, favorecedor o incluso amante del editor Dalmacio Ganci. Escribe como  Jenofanes Fronte y el mismo Ganci lo prologa entusiasta definiéndolo como un «historiador ameno y costumbrista que nos ha legado dos volúmenes imperdibles E.345  y E.368 catalogo El Croto: CUENTOS HISTÓRICOS PARA IDIOTAS VOLUMEN 1 Y CUENTOS HISTÓRICOS PARA MAS IDIOTAS VOLUMEN 1, curiosos libros de anécdotas de infancia de personajes menores de la historia que ya han hecho las delicias de nuestros lectores en kermeses y copetines bailables». Lo cierto es que estas severas  infracciones publicitarias se han transformado en un éxito y le pagan  a Fronte  sus deudas e incluso un curso de escritura creativa en medios de transporte. Con respecto al libro que nos ocupa nada nos cuesta imaginar la escena. En una de esas kermeses aludidas  algún espabilado suelta al aire la frase: Vos que sos historiador, ¿Por qué no adaptas la Anábasis de Jenofonte a los ambientes milongueros? Una vuelta de tragos mas tarde es demasiado tarde para volver atrás. Dalmacio Ganci o el consorcio que responda a ese nombre  ha encargado el «arte de tapa» y hay un plazo de entrega que se gasta en cócteles. Días mas tarde los diez mil griegos llenos de dudas y heridas han perdido 3 ceros y se asemejan  a los pandilleros de la película de Walter Hill The Warriors, adaptación de la adaptación de Sol Yurik. ¿Para que leer al griego aburrido ese? Ganci comenta: Tengo ganas de editar el libro, pero antes muchachada hagamos un evento editorial con vídeos y tertulia bailable. Doble sesión: Porkí´s y "The Warriors. Los diletantes del papelón  saltan de entusiasmo. Palomitas y vídeo retro. ¿Cómo no se nos ocurrió?
Metele que son pasteles. No quieran saber que libro saldrá de la otra película.
 Si los 10000 griegos tenían que remontar el Tigris y atravesar armenia asediados por  los naturales hostiles, los 10 a los que alude el titulo son  milongueros contratados como taxis para un festival en  un pequeño pueblo de provincias llamado Merluza seca, festival que las autoridades suspenden a a las tres horas encarcelando a su organizador por Fraude. El festival queda lejos, y los 10 han pagado una combi particular. Abandonados por el chofer que alega un desperfecto. y se va a gastar todo el pago en el casino, los 10 tendrán que huir de bandas exaltadas de milongueros a los que repugnan sus pasos coreográficos,  asistentes normales que los confunden con gente de la organización  y quieren restitución de dinero, bandas juramentadas de señoras  que no han bailado en toda la noche, ignoradas por los taxis que incumplían su trabajo y piquetes de Merluzienses descontentos por los malos modales de  los milongueros en general. Con estas piedras el mapa no se vuela. Pero cuesta, cuesta.
Si al principio del libro había alguna semejanza con las peores páginas provincianas de Soriano, a la mitad, las mismas páginas que se gastaron en recrear el rusticismo de pueblo y naturales valen lo mismo que el papel higiénico. La trama se transforma en una sórdida descripción de escenas de combate con zapatos, piedras y animales arrojadizos. Los grupos  en discordia adquieren el sesgo de pandilleros a los que las madres le cosen la ropa para que salgan a hacer el vándalo. Atrás quedaron los soliloquios, la pampa llena de milongueros sin consuelo bailando tandas con tangos mal silbados, la tristeza del parquet lustrado y casi sin marcas.  Los 10, sin dineros ni recursos, habrán de buscar un tren u otros medios de transporte que los aleje de las violentas bandas que son descriptas con el celo de un diseñador de modas: Jubilados del honor,  Las Caricias en la nuca, los temibles de Donato, La banda plancha, Los repulgueros del infierno, Las nenas malenas y Los cabeceadores bizcos, son solo ejemplos del delirio etílico del que suscribe.   Reproduzco aquí un par de párrafos.
«—Pero si nadie responde por este festival pulguriento, Van a querer amueblarnos la jeta a zapatazos— El Nene grisines se ajusto la vincha y junto dos piedras que metió en los bolsillos del chaleco.
—Mientras vengan con cromos no hay problema. Le prometí a mi vieja estar para los ravioles del Domingo. Y yo siempre cumplo —le respondió desdeñoso el caudillo Anquises Vargas, un autentico luchador del estilismo». 
«Estamos buscando a diez coreógrafos que se hicieron los vivos en las tandas. Queríamos invitarlos a probar una buena salsa criolla rojita y sin tomate. Difúndanlo por los garitos y si los ven vayan preparando el tuco. Cambiando de tema, queridos oyentes de radiotango, ¿que le parece si escuchamos a Vargas D'agostino con Señores yo soy del centro?  Después viene Silvano Grisi a dar cátedra de códigos tangueros»
 
«La profesión de taxi es honorable. Antes nos jugábamos la vida y los huesos bailando con gentes que tenían cadera de titanio y orejas de gutapercha. Los taxis de ahora, lo único que quieren es ganar la plata fácil. Bailarse una o dos tandas por noche de obligación y después van sacando a las mejores de las que no bailan. ¿Y porque no bailan? Porque los señoritos bailarines cada vez son más exigentes, sin esmerarse en la técnica. No aprenden. Escudados en su inferioridad numérica no progresan. Pero te digo che, milonguero bolichero. Algún día las pibas se van a rebelar y entonces sí que vamos a ver marotes con más cráteres que los de la luna —apuntó el veterano Jason Cashmiri mientras oteaba el horizonte en el que ya se veían remolinos de polvo y la vanguardia de los temibles musicalizadores con gangrena».
"El problema no son ustedes. Ni nosotros. El problema es que cualquiera quiere venir a sacarse el barro de las patas en nuestro pueblo. Durante 20 años los ingenieros agrónomos venían a sacarse el carne de conducir y una esposa aquí. Pero eso se acabo cuando empezamos a fabricar felpudos. Lindos felpudos. Felpudos de todos los tamaños. Tenemos desde la 38 a talla 59.  o S XXl, ¿Entienden? - Dijo Zoilindo Deveras.
Betún Catarsis se echó atrás un pirincho rebelde con un certero movimiento de peluquería y mirándose la punta de los botines pintados con escenas de la guerra de Troya dijo:
  —Entiendo que perdimos las chancletas hace tiempo en el pantano y que la talla 59 no existe. Estamos lejos de casa, pero si hay que hacer un puente de peluquines para atravesar por su inmundo pueblo así lo haremos». 
Como se ve este es el tipo de dialogo sin sentido y casi sin descripción que abunda a la mitad  del libro. En algún momento antes del final los 7 supervivientes - 2  se han sacado el carnet de ingeniero agrónomo casándose además y uno se hundió al pisar en falso el puente de peluquines – llegan a la laguna de Melincué y confundiéndola con el mar se largan a llorar sobre sus trajes de diseño todos rotos. En un epilogo curioso se los ve dando clases sobre los tejados de las casas inundadas y viviendo de la caza y la pesca. Perdidos lejos de casa,  como tantos milongueros que se fueron a buscar fortuna y solo consiguieron moldes de barro en los zapatos que los hacen lentos, lentos…

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