Vienen! los inspectores de la guia Tangolin Vienen al "Oriental". Y todo gracias al Consorcio Milonguero!
La histeria al rojo blanco(Alfred Bester 1913/1987) de Riquelme (El Oriental-Organizador-C.I.M 1959-) recorría las mesas en donde se atrincheraban los pocos elementos que recordábamos "Milonga del oriental" como un potrero de buen gusto con bailantes que se dejaban la vida desinteresadamente en la pista y aledaños mientras estrujaban su locura y la colgaban al sol de las guirnaldas. Poco quedaba de aquella pista gloriosa. Las pantallas panorámicas en lo alto del poste central - totem sagrado del milongueos de antaño y sostén del descarriado - solo mostraba perfección sin sudor y maquillaje con perfume. Todo subtitulado por anuncios de trenes venideros con turistas y farsantes de 30 clases a cuarenta el ciento. Cada media hora llegaban como Atila, se bailaban dos tandas y se llevaban el souvenir con el pac parrilero que Pococho, Hugi y Muni les preparaban como podian en la pulcra parrilla take away - El consorcio obliga a limpiar la grasa(sacrilegio) los sábados - con la mirada perdida en el bosque del jardinero Cepito y en la pampa.
Si hasta habían pulido la pista de tierra apisonada limpiándola de chapitas cerveceras o los corchos de borgoña tirados en la noches de festejo que provocaron geniales pivotadas y amagues.
La histeria al rojo blanco(Alfred Bester 1913/1987) de Riquelme (El Oriental-Organizador-C.I.M 1959-) recorría las mesas en donde se atrincheraban los pocos elementos que recordábamos "Milonga del oriental" como un potrero de buen gusto con bailantes que se dejaban la vida desinteresadamente en la pista y aledaños mientras estrujaban su locura y la colgaban al sol de las guirnaldas. Poco quedaba de aquella pista gloriosa. Las pantallas panorámicas en lo alto del poste central - totem sagrado del milongueos de antaño y sostén del descarriado - solo mostraba perfección sin sudor y maquillaje con perfume. Todo subtitulado por anuncios de trenes venideros con turistas y farsantes de 30 clases a cuarenta el ciento. Cada media hora llegaban como Atila, se bailaban dos tandas y se llevaban el souvenir con el pac parrilero que Pococho, Hugi y Muni les preparaban como podian en la pulcra parrilla take away - El consorcio obliga a limpiar la grasa(sacrilegio) los sábados - con la mirada perdida en el bosque del jardinero Cepito y en la pampa.
Si hasta habían pulido la pista de tierra apisonada limpiándola de chapitas cerveceras o los corchos de borgoña tirados en la noches de festejo que provocaron geniales pivotadas y amagues.
Los robots milongueros donados por El rata Debeljuh para que nadie planchara sin bailar se ocupaban como percheros y los tachos de cal que antes dormían el vino y el hielo ahora eran mesas publicitarias para el apasionado itinerante.
Riquelme Desplegaba una inutilidad incansable fustigando a Mocito Taura, Zorro Gris, Pipistrela y muñeca brava con detalles extravagantes a la hora de servir las asaduras y el vino. Sentados bajo el limonero, lo veíamos ir y venir como un detalle de rojo en el paisaje. A fin de cuentas habíamos venido a honrar la memoria de Angelito Golato, domador y elegante bailarín —uno de los últimos grandes y míticos milongueros— al que habían despedido con alma y bandoneon abierto bailando allá en Rosario. El filosofo Pelandrun desplegaría algún discurso. Piton Pipeta, la rabieta emocional. El Pibe Pergamino la anécdota. Yo el verso. Y luego bailaríamos algunas tandas de Pugliese, en su honor.
La noche exigía respeto y ocasión. Prescindimos del CONSORCIO TANGO NUESTRO Estándar 2016 y pedimos un CABERNET NUESTRO cosecha 2001(bodegas y viñedos Tito Nuestro/r) con la picada mixta de siempre, una suculenta carbonada y un entrante de sopa de municiones en jarro esmaltado. Gustos de la infancia que cada tanto conviene recordar.
—Que asco muchachos —se quejó Pitón Pipeta mensajeando sin parar a su mujer, que estaba operando las "Minutas milongueras" del amigo Papaguachi en la F.M —. Fijense el grupo pictórico de borrachos en el poste central. Son más Falsos que Mikey Rourke haciendo de Bukowski. Digo yo: ya no viene gente normal a esta milonga? Con que se sostienen estos decorados? Con la voluntad y el ensueño?
—El milonguero es ahorrativo, Pitón. Se gasta todo en quimeras y después anda pichuleando por una botella de buen vino o compra más baratas las facturas del día anterior. Todo por la tanda.
—Somos hijos de la necesidad y una divinidad llorona y sentimental cuya perfección se mide por el entusiasmo que ponemos para hacernos visibles a su mirada ignota —dijo el filosofo Pelandrun metiéndole casi todo el contenido de la quesera a su sopita—. El defecto que quiere ser perfecto. Es preocupante. Preocupante. Mas que "Hechos a su imagen y semejanza" a algunos los fotocopiaron sin cambiar el cartucho.
—Yo lo entiendo a Riquelme. Si el turisto deja más plata que nosotros es lógico que lo cuide más.
—El turisto es caprichoso. Y nosotros somos lo que somos, Pergamino. Si no fuera por usted o todos los que se dejan las canillas en la pista no habría milonga.
— ¿Pero que hacen Lusiardos? ¡Siempre dando la nota ustedes? —Riquelme parecía una tía vieja— ¿Con las delikatensen de impacto que tenemos hoy para sorprender al jurado me sorbetean con ruidos un jarro de sopa? Ustedes no tienen cura. Jajaja.
—Riquelme ¿Cuánto hace que no se toma una buena sopa en jarro desconchado? O se va a la montaña a dialogar con su otro usted? Estamos de duelo.
—O celebrando, según se mire. Estos muchachos llevan contribuyendo al pintoresquismo de su entrañable potrero desde hace tiempo. A mi me inspiraba mas la oscuridad de antes .Me sumía en una catarata de interrogantes. Ahora con tanta luz y brillo me cuestan mas darle un corpus a la incoherencia. Sea indulgente con el personaje estable. Respete al modesto.
—no se enojen muchachos. El Consorcio es el futuro. Y hay que comer. ¿A usted no le va bien vendiendo los poemas en el tren, Catulo?
—Hace tiempo que no vendo. Me llegaron a pedir tres por 10, como si fueran empanadas. No me da la cabeza ni el verso para tanto. Y en los talleres literarios que doy los alumnos me ninguneaban.
— La novedad de siempre.
Riquelme miraba como sorbíamos los jarros, cabeceando cada tanto hacia la puerta.
—Si tanto le molesta nuestro capricho nos vamos al baño a tomar la sopa con Tita y los Troilos publicitarios y le dejamos la mesa a los «Actores». Por ahí le dan más puntos.
—Aunque por ahí lo fríen a criticas en el Tango Advaisor.
— Eso, cuidanos che Riquelme. No vaya a ser que estos dos, que son influencers te tiren abajo.
—No, No perdonenme muchachos. Es que estoy un poco nervioso con la valoración. Hagan lo de siempre. como siempre.
— ¿Qué cosa?¿ Damos lastima? ¿Envolvemos papas fritas grasientas en poemas? ¿Eructamos sofismas para llevar, ¿nos repantigamos haciendo como que somos grandes valores de la milongueridad para que la juventud se peine en nuestro reflejo? ¿Nos descosemos los pies en la pista bailando un tango de invocación a los días del pasado o consumimos comestibles, bebestibles y conductas para que nos den a nosotros también el carné del Consorcio? ¿Hay carné? ¿hay descuento?
—¿Muy gracioso Peladrun. Pero cuando le vea el logo del Consorcio en su pizzería hablamos. ¿Qué pasa Pipistrela? —la muchacha se acerco con una docena de empanadas de humita en una bandeja-ikebana.
—Bradbury tiene problemas en la puerta con un par de maestros crotos que nadie conoce.
—¡Que los eche! ¡Que los eche!¿Que dijimos de ¿«Sabes quien soy yo» en las sesiones de capacitación? ¿Tengo que estar en todo?
—No se Riquelme. Yo que usted no me haría mucho el gallito. Los inspectores pueden ser cualquiera. Esa pareja bien vestida de aquella mesa o aquellos que se mandan un choripán con agua. Hasta aquel payaso que anda tirando tarjetas como shurikens. No se arriesgue. Esa gente no va a venir con la credencial bordada en la chaqueta como usted. Usted es el Torso visible del Oriental.
— Esa chaqueta roja es un blanco fácil para la critica o el rumor traicionero. Un tirele al patito de la milonga
— Oiga, que le va a sacar el ojo a alguno! —. Se fue moviendo las manos como repartiendo hechizos. —Agua caliente. Hiervan agua caliente!
—Este esta cada vez mas chiflado. Ahora se hace el Pat Hobby.
— Se olvidó de ir a su montaña a meditar. Por eso.
— Díganme a mi —dijo Mocito Taura acercando un bandejón de bodega con el crujiente chorizo llorando chimichurri —. En cualquier momento nos hace ponerle lacito al choripán.
—Tendría que ocuparse del pinchadiscos. Empieza la tanda con tango picado y después se pasa a la milonga. No se puede favorecer tanto a los artistas del choreo. El concurrente normal se va descontento.
—Señores, hemos venido a bailar y bailaremos como sea. De momento está bien. Adecuado para que Angelito, sentado con su copa allí donde esté, reniegue de la música y los payasos. Pero si este muchacho no pone un Pugliese en condiciones tendremos que hacer algo.
—Apelemos al milagroso imprevisto o al redactor de milongas de Cátulo. Aunque sea un invento.
—No se si es tan imaginario. A veces me pregunto si no es una inspiración guiada por un sueño, un reflejo de lo real que interactúa en mi ficción. Pero allí estará con un inmenso cuaderno infinito en el que traza con fina letra todo lo que pasa. Cada tanda que el musicalizador pone con su lista o siguiendo el comportamiento de la pista, la evolución de las parejas, la cadencia y la conexión. Los cabeceos a destiempo, los perdidos, los negados y los consentidos. Las mujeres que esperan junto a sus sentimientos, sus pensamientos y sus deseos. Los amores potenciales, los amores imposibles, los amores platónicos y dionisiacos, el subtexto de ansiedad y goce, los suspiros, los abrazos mal hechos y aquellos que se cierran y sujetan como estuches de caricias el movimiento. La gracia, la conexión y el misterio. Las combinaciones entre asistentes, bailes, silencios y descansos. Todos los personajes que hay en la milonga y también las personas. Incluso aquellos que son solo un recuerdo pero nunca un hueco o un vacío en la pista - dije con la copa en alto. Sentí la lágrima. No se si por el recuerdo del giro inigualable y la presencia perdida de Angelito o el contraste entre el vino y la sopa con el pan flotando en superficie. Brindamos en silencio. El entorno y la pista armonizaban con el momento que estaba buscando ser un recuerdo de los buenos.
La chaqueta roja con su histeria fastidió todo con sus gritos.
— El tren. ¡Que viene el tren! Las alfombras ¡Pongan las alfombras!
Riquelme Desplegaba una inutilidad incansable fustigando a Mocito Taura, Zorro Gris, Pipistrela y muñeca brava con detalles extravagantes a la hora de servir las asaduras y el vino. Sentados bajo el limonero, lo veíamos ir y venir como un detalle de rojo en el paisaje. A fin de cuentas habíamos venido a honrar la memoria de Angelito Golato, domador y elegante bailarín —uno de los últimos grandes y míticos milongueros— al que habían despedido con alma y bandoneon abierto bailando allá en Rosario. El filosofo Pelandrun desplegaría algún discurso. Piton Pipeta, la rabieta emocional. El Pibe Pergamino la anécdota. Yo el verso. Y luego bailaríamos algunas tandas de Pugliese, en su honor.
La noche exigía respeto y ocasión. Prescindimos del CONSORCIO TANGO NUESTRO Estándar 2016 y pedimos un CABERNET NUESTRO cosecha 2001(bodegas y viñedos Tito Nuestro/r) con la picada mixta de siempre, una suculenta carbonada y un entrante de sopa de municiones en jarro esmaltado. Gustos de la infancia que cada tanto conviene recordar.
—Que asco muchachos —se quejó Pitón Pipeta mensajeando sin parar a su mujer, que estaba operando las "Minutas milongueras" del amigo Papaguachi en la F.M —. Fijense el grupo pictórico de borrachos en el poste central. Son más Falsos que Mikey Rourke haciendo de Bukowski. Digo yo: ya no viene gente normal a esta milonga? Con que se sostienen estos decorados? Con la voluntad y el ensueño?
—El milonguero es ahorrativo, Pitón. Se gasta todo en quimeras y después anda pichuleando por una botella de buen vino o compra más baratas las facturas del día anterior. Todo por la tanda.
—Somos hijos de la necesidad y una divinidad llorona y sentimental cuya perfección se mide por el entusiasmo que ponemos para hacernos visibles a su mirada ignota —dijo el filosofo Pelandrun metiéndole casi todo el contenido de la quesera a su sopita—. El defecto que quiere ser perfecto. Es preocupante. Preocupante. Mas que "Hechos a su imagen y semejanza" a algunos los fotocopiaron sin cambiar el cartucho.
—Yo lo entiendo a Riquelme. Si el turisto deja más plata que nosotros es lógico que lo cuide más.
—El turisto es caprichoso. Y nosotros somos lo que somos, Pergamino. Si no fuera por usted o todos los que se dejan las canillas en la pista no habría milonga.
— ¿Pero que hacen Lusiardos? ¡Siempre dando la nota ustedes? —Riquelme parecía una tía vieja— ¿Con las delikatensen de impacto que tenemos hoy para sorprender al jurado me sorbetean con ruidos un jarro de sopa? Ustedes no tienen cura. Jajaja.
—Riquelme ¿Cuánto hace que no se toma una buena sopa en jarro desconchado? O se va a la montaña a dialogar con su otro usted? Estamos de duelo.
—O celebrando, según se mire. Estos muchachos llevan contribuyendo al pintoresquismo de su entrañable potrero desde hace tiempo. A mi me inspiraba mas la oscuridad de antes .Me sumía en una catarata de interrogantes. Ahora con tanta luz y brillo me cuestan mas darle un corpus a la incoherencia. Sea indulgente con el personaje estable. Respete al modesto.
—no se enojen muchachos. El Consorcio es el futuro. Y hay que comer. ¿A usted no le va bien vendiendo los poemas en el tren, Catulo?
—Hace tiempo que no vendo. Me llegaron a pedir tres por 10, como si fueran empanadas. No me da la cabeza ni el verso para tanto. Y en los talleres literarios que doy los alumnos me ninguneaban.
— La novedad de siempre.
Riquelme miraba como sorbíamos los jarros, cabeceando cada tanto hacia la puerta.
—Si tanto le molesta nuestro capricho nos vamos al baño a tomar la sopa con Tita y los Troilos publicitarios y le dejamos la mesa a los «Actores». Por ahí le dan más puntos.
—Aunque por ahí lo fríen a criticas en el Tango Advaisor.
— Eso, cuidanos che Riquelme. No vaya a ser que estos dos, que son influencers te tiren abajo.
—No, No perdonenme muchachos. Es que estoy un poco nervioso con la valoración. Hagan lo de siempre. como siempre.
— ¿Qué cosa?¿ Damos lastima? ¿Envolvemos papas fritas grasientas en poemas? ¿Eructamos sofismas para llevar, ¿nos repantigamos haciendo como que somos grandes valores de la milongueridad para que la juventud se peine en nuestro reflejo? ¿Nos descosemos los pies en la pista bailando un tango de invocación a los días del pasado o consumimos comestibles, bebestibles y conductas para que nos den a nosotros también el carné del Consorcio? ¿Hay carné? ¿hay descuento?
—¿Muy gracioso Peladrun. Pero cuando le vea el logo del Consorcio en su pizzería hablamos. ¿Qué pasa Pipistrela? —la muchacha se acerco con una docena de empanadas de humita en una bandeja-ikebana.
—Bradbury tiene problemas en la puerta con un par de maestros crotos que nadie conoce.
—¡Que los eche! ¡Que los eche!¿Que dijimos de ¿«Sabes quien soy yo» en las sesiones de capacitación? ¿Tengo que estar en todo?
—No se Riquelme. Yo que usted no me haría mucho el gallito. Los inspectores pueden ser cualquiera. Esa pareja bien vestida de aquella mesa o aquellos que se mandan un choripán con agua. Hasta aquel payaso que anda tirando tarjetas como shurikens. No se arriesgue. Esa gente no va a venir con la credencial bordada en la chaqueta como usted. Usted es el Torso visible del Oriental.
— Esa chaqueta roja es un blanco fácil para la critica o el rumor traicionero. Un tirele al patito de la milonga
— Oiga, que le va a sacar el ojo a alguno! —. Se fue moviendo las manos como repartiendo hechizos. —Agua caliente. Hiervan agua caliente!
—Este esta cada vez mas chiflado. Ahora se hace el Pat Hobby.
— Se olvidó de ir a su montaña a meditar. Por eso.
— Díganme a mi —dijo Mocito Taura acercando un bandejón de bodega con el crujiente chorizo llorando chimichurri —. En cualquier momento nos hace ponerle lacito al choripán.
—Tendría que ocuparse del pinchadiscos. Empieza la tanda con tango picado y después se pasa a la milonga. No se puede favorecer tanto a los artistas del choreo. El concurrente normal se va descontento.
—Señores, hemos venido a bailar y bailaremos como sea. De momento está bien. Adecuado para que Angelito, sentado con su copa allí donde esté, reniegue de la música y los payasos. Pero si este muchacho no pone un Pugliese en condiciones tendremos que hacer algo.
—Apelemos al milagroso imprevisto o al redactor de milongas de Cátulo. Aunque sea un invento.
—No se si es tan imaginario. A veces me pregunto si no es una inspiración guiada por un sueño, un reflejo de lo real que interactúa en mi ficción. Pero allí estará con un inmenso cuaderno infinito en el que traza con fina letra todo lo que pasa. Cada tanda que el musicalizador pone con su lista o siguiendo el comportamiento de la pista, la evolución de las parejas, la cadencia y la conexión. Los cabeceos a destiempo, los perdidos, los negados y los consentidos. Las mujeres que esperan junto a sus sentimientos, sus pensamientos y sus deseos. Los amores potenciales, los amores imposibles, los amores platónicos y dionisiacos, el subtexto de ansiedad y goce, los suspiros, los abrazos mal hechos y aquellos que se cierran y sujetan como estuches de caricias el movimiento. La gracia, la conexión y el misterio. Las combinaciones entre asistentes, bailes, silencios y descansos. Todos los personajes que hay en la milonga y también las personas. Incluso aquellos que son solo un recuerdo pero nunca un hueco o un vacío en la pista - dije con la copa en alto. Sentí la lágrima. No se si por el recuerdo del giro inigualable y la presencia perdida de Angelito o el contraste entre el vino y la sopa con el pan flotando en superficie. Brindamos en silencio. El entorno y la pista armonizaban con el momento que estaba buscando ser un recuerdo de los buenos.
La chaqueta roja con su histeria fastidió todo con sus gritos.
— El tren. ¡Que viene el tren! Las alfombras ¡Pongan las alfombras!
Babeaba.
Se acercaba el tren de la milongueridad lleno de turistas asomados en las ventanas con sus trajes de diseño. Saludaban con la mano como artistas de cine. Los toxitangos les contestaban al borde de la pista.
Hay gente para todo.
Se detuvo en el apeadero y por el comenzaron a bajar concurrentes, sombras llenas de brillo que extendían soberbiamente sus entradas con descuento al impasible Ramón Totoras. Los valses mestizos entre vieneses y criollos que ponía el musicalizador se cortaron de golpe. Se oyó su voz enojada y luego las pantallas panorámicas del poste se llenaron de estática. Hubo exclamaciones de sorpresa. La pista estaba detenida y también los nuevos concurrentes. Los brillantes leds se atenuaron y en todas las pantallas vimos la mascara de un Gardel burlón, parecida a la de Guy Fawkes, el de la conspiración de la pólvora, tal como la imaginó Alan Moore en su V de Vendetta. Esa misma que usa Anonymous en sus declaraciones.
Todos nos quedamos esperando. Gardel burlón Habló:
Queridos milongueros de bien. Este establecimiento ha embarrado su alma original y ha despilfarrado en decorados su esencia, dilapidando muchisimas noches de verdadero tango glorioso. Se ha vendido a esa Multinacional de la Impostura que es el Consorcio Internacional Milonguero por pocos cobres, algunos cuadros y unas mesas de diseño. Como muchas otras milongas en donde solo importa el negocio y se baila cualquier cosa menos milonga. Donde se ha retorcido tanto el concepto de baile social que la pista parece un desfile de modelos. Somos LA DISTORSIÓN Y LA MANCHA. A partir de ahora ninguna milonga de cartón estará a salvo.
Entonces comenzaron a sonar por los parlantes los acordes de El huracán y por encima del terraplén vimos llegar a caballo, cual jinetes del apocalipsis, figuras vestidas con abrigos color arena con mascara del Gardel Burlón. Escoltaban una zorra ferroviaria cargada con una cesta grande de tomates y con otros integrantes con la misma cara del Gardel burlón. Comenzaron a tirar tomates maduros a los trajeados del tren, los que estaban esperando para entrar a los toxitangos y a los profesores espontáneos de la pista. Para completar el cuadro tambien había motos sembrando desconcierto. Hubo corridas y gritos. Vestidos y pantalones manchados. Flechas de ventosa impregnadas con grasa de buñuelos. Confusión, desorden, caos.
Se acercaba el tren de la milongueridad lleno de turistas asomados en las ventanas con sus trajes de diseño. Saludaban con la mano como artistas de cine. Los toxitangos les contestaban al borde de la pista.
Hay gente para todo.
Se detuvo en el apeadero y por el comenzaron a bajar concurrentes, sombras llenas de brillo que extendían soberbiamente sus entradas con descuento al impasible Ramón Totoras. Los valses mestizos entre vieneses y criollos que ponía el musicalizador se cortaron de golpe. Se oyó su voz enojada y luego las pantallas panorámicas del poste se llenaron de estática. Hubo exclamaciones de sorpresa. La pista estaba detenida y también los nuevos concurrentes. Los brillantes leds se atenuaron y en todas las pantallas vimos la mascara de un Gardel burlón, parecida a la de Guy Fawkes, el de la conspiración de la pólvora, tal como la imaginó Alan Moore en su V de Vendetta. Esa misma que usa Anonymous en sus declaraciones.
Todos nos quedamos esperando. Gardel burlón Habló:
Queridos milongueros de bien. Este establecimiento ha embarrado su alma original y ha despilfarrado en decorados su esencia, dilapidando muchisimas noches de verdadero tango glorioso. Se ha vendido a esa Multinacional de la Impostura que es el Consorcio Internacional Milonguero por pocos cobres, algunos cuadros y unas mesas de diseño. Como muchas otras milongas en donde solo importa el negocio y se baila cualquier cosa menos milonga. Donde se ha retorcido tanto el concepto de baile social que la pista parece un desfile de modelos. Somos LA DISTORSIÓN Y LA MANCHA. A partir de ahora ninguna milonga de cartón estará a salvo.
Entonces comenzaron a sonar por los parlantes los acordes de El huracán y por encima del terraplén vimos llegar a caballo, cual jinetes del apocalipsis, figuras vestidas con abrigos color arena con mascara del Gardel Burlón. Escoltaban una zorra ferroviaria cargada con una cesta grande de tomates y con otros integrantes con la misma cara del Gardel burlón. Comenzaron a tirar tomates maduros a los trajeados del tren, los que estaban esperando para entrar a los toxitangos y a los profesores espontáneos de la pista. Para completar el cuadro tambien había motos sembrando desconcierto. Hubo corridas y gritos. Vestidos y pantalones manchados. Flechas de ventosa impregnadas con grasa de buñuelos. Confusión, desorden, caos.
El Maquinista llamó a los gritos a la turba y arrancó el tren sin preocuparse de los que quedaban abajo. La chaqueta roja de Riquelme se veía mas roja y húmeda en medio de todo el caos. Impotente.
Tirele al patito tomatito.
— Oh. Oh. muchachito. ¡La chaqueta colorada no te pongas porque la gente se escandaliza! ¡Se armo la macana pibe! ¡llamá un tasi!. Retomamos la milonga con buen gusto y una selección bien bailable. Disfruten honrados bailarines! Buenas noches y buenos tangos.
Las pantallas comenzaron a humear y se apagaron para siempre. Los caballos y la zorra se fueron, persiguiendo al tren. El mal musicalizador corría como loco, delante de las motos.
Un poco después volvió la música automáticamente. La primera tanda buena de la noche.
Todos los tomatazos habían impactado con certera precisión en los toxitangos y los farsantes. Mientras se limpiaban con las tarjetas los concurrentes habituales, que no habían sido manchados por los tomates hicieron lo que tocaba: Bailar.
Diogenes Pelandrun miró su copa y la pista. Hizo un gesto parecido a Marlon Brando en el padrino, luego del episodio del caballo y cuchareo un poco de la salsa dulzona de la carbonada con pan.
- Que interesante. Que desastre interesante. Imprevisto e interesante.
- No se los inspectores, pero a mi esta "distorsión" me ha parecido excelente.
- Creo que como despedida de Angelito está a la altura. Se hubiera reído mucho, seguro.
- Por Angelito.
- Por Angel. Buen viaje, querido renegado - Levantamos otra vez la copa a su memoria y despues salimos a bailar.
Hasta el filosofo Pelandrun se marcó una tanda..
-
Tirele al patito tomatito.
— Oh. Oh. muchachito. ¡La chaqueta colorada no te pongas porque la gente se escandaliza! ¡Se armo la macana pibe! ¡llamá un tasi!. Retomamos la milonga con buen gusto y una selección bien bailable. Disfruten honrados bailarines! Buenas noches y buenos tangos.
Las pantallas comenzaron a humear y se apagaron para siempre. Los caballos y la zorra se fueron, persiguiendo al tren. El mal musicalizador corría como loco, delante de las motos.
Un poco después volvió la música automáticamente. La primera tanda buena de la noche.
Todos los tomatazos habían impactado con certera precisión en los toxitangos y los farsantes. Mientras se limpiaban con las tarjetas los concurrentes habituales, que no habían sido manchados por los tomates hicieron lo que tocaba: Bailar.
Diogenes Pelandrun miró su copa y la pista. Hizo un gesto parecido a Marlon Brando en el padrino, luego del episodio del caballo y cuchareo un poco de la salsa dulzona de la carbonada con pan.
- Que interesante. Que desastre interesante. Imprevisto e interesante.
- No se los inspectores, pero a mi esta "distorsión" me ha parecido excelente.
- Creo que como despedida de Angelito está a la altura. Se hubiera reído mucho, seguro.
- Por Angelito.
- Por Angel. Buen viaje, querido renegado - Levantamos otra vez la copa a su memoria y despues salimos a bailar.
Hasta el filosofo Pelandrun se marcó una tanda..
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