Queridos amigos de "La Bata" les escribo desde una pequeña localidad llamada Lukla, en el
Himalaya, desde donde comienzan sus viaje aquellos montañeros que quieren escalar el monte Everest. Pertenecemos a la pequeña comunidad Argentina, que en este momento cuenta con tres miembros estables: Un cordobés, Mi mujer Martita y yo. Llegamos aquí por equivocacion, ya que ibamos inicialmente a Lucca, en Italia, donde teníamos amigos que se dedican a vender comics y a bailar a la puerta de las iglesias, pero al sacar los pasajes por internet con un teclado antiguo y con la excitación del viaje no me di cuenta que había equivocado el destino. El precio estaba bien: 468 euros, tarifa internacional,con una escala de 46 horas en Katmandu, que me pareció un poquito rara - luego cuando me lo cobraron por la tarjeta me di cuenta que había visto mal, eran 4680 euros - así que nos embarcamos sin más en la aventura de llevar el tango a Lucca.
Luego de dos interminables días en el aeropuerto, en el que mi mujer se dedico a hacer con lana e hilos pequeños muñequitos del Yeti que veía en algunas tiendas, abordamos una avioneta miserable, junto con un contingente de ingleses y Noruegos. El vuelo fue de media hora, lo que me hizo sospechar un poco. Cuando tomamos tierra - literalmente en una pista de tierra rodeada de montañas - luego de un accidentado viaje nuestras sospechas se incrementaron, sobre todo viendo que aquellos italianos de facciones rasgadas y demasiado morenos no reaccionaban a mi rustico italiano adquirido en las películas de Fellini: Amicci, Oh Sole Mio y Vini Tinti solo hicieron que aquellas personas se despanzaran de risa. La pasamos mal hasta que un mendocino que venia a escalar el Everest nos dijo donde estabamos. Con el fuimos caminando, como quien va a la ventura por una senda en la que sherpas y turistas llevaban materiales de escalada y así llegamos a un poblado que se llama Namche Bazar, en donde encontramos una tienda - entra las muchas que hay allí y que se dedican a vender artículos de escalada y souvenirs -donde había un cartel en el que decia "Se habla Español". Entramos. Para nuestra sorpresa y alegría la tienda era propiedad de un artesano del Cerro Uritorco, que estuvo encantado de ayudarnos y se zampo complacido una caja entera de alfajores de maicena y algunos sanguchitos de miga que habíamos comprado en Buenos Aires.
Ahora mientras juntamos platita para emprender el regreso - desde hace diez años - vivimos en lo de Telmo, el cordobes y montamos un petit espectáculo de tres tangos que vamos ofreciendo por los albergues en los que paran los montañistas. Los sábados actuamos en el mercado de Namche Bazar y allí hacemos nuestra rutina con tres tangos de Darienzo, que son los mas energéticos para quienes buscan la montaña mas grande del mundo. Pero lo que mas dinero nos deja en verdad son los muñequitos del Yeti hechos de lana, que se venden mucho en la tienda. Además Martita prepara empanadas de carne con harina de arroz, que son bastante parecidas a los "Momos" de Katmandu y que se venden también cada vez que llega una avioneta con escaladores.
Enfin. Desde este cibercafe en la cima del mundo les mando un saludo grande y si alguna vez se les ocurre venir al Everest los recibiremos - si aun estamos por aquí, lo más probable - a pie de pista en Lukla, con "este el es rey", "el huracán" y un par de empanadas calentitas.
Un abrazo milonguero y que sigan los éxitos.
Himalaya, desde donde comienzan sus viaje aquellos montañeros que quieren escalar el monte Everest. Pertenecemos a la pequeña comunidad Argentina, que en este momento cuenta con tres miembros estables: Un cordobés, Mi mujer Martita y yo. Llegamos aquí por equivocacion, ya que ibamos inicialmente a Lucca, en Italia, donde teníamos amigos que se dedican a vender comics y a bailar a la puerta de las iglesias, pero al sacar los pasajes por internet con un teclado antiguo y con la excitación del viaje no me di cuenta que había equivocado el destino. El precio estaba bien: 468 euros, tarifa internacional,con una escala de 46 horas en Katmandu, que me pareció un poquito rara - luego cuando me lo cobraron por la tarjeta me di cuenta que había visto mal, eran 4680 euros - así que nos embarcamos sin más en la aventura de llevar el tango a Lucca.
Luego de dos interminables días en el aeropuerto, en el que mi mujer se dedico a hacer con lana e hilos pequeños muñequitos del Yeti que veía en algunas tiendas, abordamos una avioneta miserable, junto con un contingente de ingleses y Noruegos. El vuelo fue de media hora, lo que me hizo sospechar un poco. Cuando tomamos tierra - literalmente en una pista de tierra rodeada de montañas - luego de un accidentado viaje nuestras sospechas se incrementaron, sobre todo viendo que aquellos italianos de facciones rasgadas y demasiado morenos no reaccionaban a mi rustico italiano adquirido en las películas de Fellini: Amicci, Oh Sole Mio y Vini Tinti solo hicieron que aquellas personas se despanzaran de risa. La pasamos mal hasta que un mendocino que venia a escalar el Everest nos dijo donde estabamos. Con el fuimos caminando, como quien va a la ventura por una senda en la que sherpas y turistas llevaban materiales de escalada y así llegamos a un poblado que se llama Namche Bazar, en donde encontramos una tienda - entra las muchas que hay allí y que se dedican a vender artículos de escalada y souvenirs -donde había un cartel en el que decia "Se habla Español". Entramos. Para nuestra sorpresa y alegría la tienda era propiedad de un artesano del Cerro Uritorco, que estuvo encantado de ayudarnos y se zampo complacido una caja entera de alfajores de maicena y algunos sanguchitos de miga que habíamos comprado en Buenos Aires.
Ahora mientras juntamos platita para emprender el regreso - desde hace diez años - vivimos en lo de Telmo, el cordobes y montamos un petit espectáculo de tres tangos que vamos ofreciendo por los albergues en los que paran los montañistas. Los sábados actuamos en el mercado de Namche Bazar y allí hacemos nuestra rutina con tres tangos de Darienzo, que son los mas energéticos para quienes buscan la montaña mas grande del mundo. Pero lo que mas dinero nos deja en verdad son los muñequitos del Yeti hechos de lana, que se venden mucho en la tienda. Además Martita prepara empanadas de carne con harina de arroz, que son bastante parecidas a los "Momos" de Katmandu y que se venden también cada vez que llega una avioneta con escaladores.
Enfin. Desde este cibercafe en la cima del mundo les mando un saludo grande y si alguna vez se les ocurre venir al Everest los recibiremos - si aun estamos por aquí, lo más probable - a pie de pista en Lukla, con "este el es rey", "el huracán" y un par de empanadas calentitas.
Un abrazo milonguero y que sigan los éxitos.
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