Ir al contenido principal

EL EXTRAÑO CASO DE LOS BAILARINES ENDEMONIADOS - Por Yamate A. Zilencio

Sucedió en una de esas milongas de provincias con suelo bien lustrado y que se hacen muy de vez en cuando para conmemorar alguna festividad, evento o simplemente porque la gente se aburre. Se me resiste el día y el lugar o acaso mi memoria opta preservar del escarnio y la vergüenza la situación y los protagonistas, no así los hechos que pasare a narrar tal y como me fueron contados.
Hasta la una de la mañana, fue una milonga normal sin grandes estridencias: Los entusiastas primerizos acaparando la pista temprano, gente en las mesas solazandose con abundantes picadas, pizza de queso mezquino y cerveza casi caliente. Vino, cortesía, galanteo. Miradas que se cruzan, tandas de "para que" por mover los pies. Algún choque y  algún cruce de palabras malintencionado. Espontáneos aplicados dando su recetita a alguna víctima  y los consabidos figurantes que bolean alto y giran como diciendo: "esto es técnica, nene y lo tuyo una porquería"

Exactamente a la una y dos minutos exploto una de las lamparas que integraba la guirnalda mayor, que atravesaba el salón a lo largo. Otra vino a explotar en la guirnalda que la cruzaba. Se oyó como una risa nerviosa, las luces titilaron amenazando apagarse y hasta "el porteñito" sonó como si a Angelito Vargas le hubieran aplicado un mazacote de membrillo caliente en la garganta.
Al punto todos los bailarines de la ronda comenzaron a girar descontroladamente en vuelta americana de vértigo, alternado derecha e izquierda y cantando a los gritos un horrendo estribillo que decía "LAS MUJERES SON TREMENDAS CUANDO SE QUIEREN CASAR, LAS MUJERES SON TREMENDAS CUANDO SE QUIEREN CASAR".
Los que no bailaban y estaban al costado de la pista el ver esta anomalía comenzaron a reír primero y luego a dar grandes voces de alarma, que sumadas a la cacofonía general y a los comentarios de los glotones de las mesas acrecentaron aun más la histeria colectiva. Así, la vuelta americana degenero en un inmenso baile de salón de gestos exagerados en el que los bailarines fueron casi descoyuntandose por los movimientos, sin poder cerrar ningún tango.
Quien estaba a cargo de la música, al que para preservar su intimidad llamaremos simplemente "Roque Torcuato Medinacelli Arancibia", intentó sin éxito apagar la disquetera, ya que era en el tiempo en el que aun se usaban CDs y compilados y al no lograrlo opto por desconectar el equipo, cosa que afirma haber hecho y que no dio resultado pues la maquina misma comenzo a difundir en versión rápida "azúcar, pimienta y sal" ante el pavor de los asistentes. Hubo quien manifestaba ver al diablo, con cara de Carlos Gardel en medio de la ronda, cantando "el lloron" y pisoteando a la supuesta elite de la milonga  con patas de macho cabrio. Y hubo quien juró sobre la biblia que había visto a dos notorios bailarines moviendo un rabo de oveja y haciendo el recitado de la cumparsita de Celedonio Flores al revés que viene a ser el antitango y que suena mas o menos como "haceme Cucu" de Varela.
La cosa fue a peor. Un par de milongueros recién llegados intentaban en vano atarse un par de milanesas que habían pedido para comer a los pies, mientras masticaban los zapatos  de baile flexibles. Un grupusculo de beatos venidos de las inmediaciones intentaba vanamente realizar un exorcismo colectivo invocando la sagrada imagen de San Finito Escabiadin y cantando "Así bailaban mis abuelos", recibiendo tortazos - no se sabe si con intención - de los que no bailaban. Los bailarines se habían ido despojando de las ropas pero no podían acercarse porque una fuerza misteriosa los obligaba a mantener un abrazo abierto, hecho que provoco infartos, descompensaciones y alguna decepcion, sobre todo visual.
Al final, alertadas las fuerzas del orden público fueron aislando, reduciendo y retirando a las parejas y trasladandolas a centros sanitarios, sin que se pueda decir que fue de ellos y si recuperaron la cordura.
Aunque muchas veces aparece por las milongas uno de estos endemoniados.
Pero son casos aislados.

Comentarios

Entradas populares de este blog

RAMIRO GARZULO, UN CANYENGUERO EN LA ISLA DE PASCUA

Estimados amigos de la Bata de Lusiardo, les escribo desde Rapanui, o la isla de Pascua, donde vivo desde hace unos  dieciocho años, cuando buscando una nueva oportunidad en la vida decidí vender la fabrica de chocolates con forma de milongueros famosos que tenia en Olavarria y que no me reportaba mucha ganancia para montar un puesto permanente de Huevos de Pascua y asi asegurarme el puchero. Acosado por las deudas y los problemas legales - Los herederos del Cachafaz no se tomaban a bien que lo hubiera hecho muy cabezon y tuve algunos problemas legales por el amargor del Chocolate de la figurita de Petroleo, que provoco en un asilo de ancianos varios casos de Gastroenteritis - pensaba en mi soberbia que era raro que nadie hubiera visto una oportunidad de negocio cuando estaba allí y era evidente. En aquella época no existía esto de la Internet y las pocas referencia que tuve de la isla me llegaban  por los relatos de veraneantes viajeros que me aseguraban que allí había un fi...
 ¡Ya tenemos el libro en formato físico! ¡Con los prologos de Raúl Mamone y Juan Carlos López y las soberbias ilustraciones de Pablo David Pugliese! https://www.amazon.es/CUENTOS-MILONGA-MADRUGADAS-Episodios-vivencias/dp/8409468905/ref=tmm_pap_swatch_0?_encoding=UTF8&qid=&sr=

ANOCHE VINO ZOTTO

  Siempre hemos tenido una relación un tanto extraña con el «Nene»   Desencanto.  Desde aquella vez en que el Pibe   Pergamino  me lo presentó en uno de esos eventos con milonga suburbana y compartimos el autobús de vuelta y algunas media lunas pegoteadas en la madrugada tardía. En este verano caluroso lo estoy viendo como un calco de ese ayer, mientras se esmera por sacar a las pibas principiantes en la  Milonga de la Fuente .  La chaqueta arrugada, la camisa negra    blanqueada de sudor, los bajos del pantalón    manchados con puntazos y voleas mal encajadas, el pelo en desorden,  Las puntas de los pies ardidas    de pisar un canyengue mal hecho, los ojos semi cerrados, aunque con el fiero brillo — en la mirada y en la ropa— del milonguero superviviente de otras épocas. Con todo lo bueno y lo malo que esa pertinencia conlleva. Desencanto  proviene de otro mundo, en el que está bien visto que una dama o, en su c...