Ajetreado trajín el del hombre tanguero. Sufrido corazón trasnochado por el fin de semana. El jueves nos adecuamos a la ocasión con el Pibe Pergamino y nos allegamos a la Casa Valencia, que hacia cumpleaños de quince. Si, como aquellas noches de nuestra juventud en que nos enterábamos donde había cumpleaños y nos deslizábamos por los fondos, la ventana del baño, oteabamos la hoja de invitados o nos colábamos directamente para bailar y degustar canapés. La niña cumplía de blanco y estaba esplendida. Luz y glamour, amigos llegados de cercanías y Medianias. Milongueros peninsulares y continentales, engalanados o con toques pret a porter, pero presentes. Di- jey de Lujo: Antti, Finlandés y metido en gorra, al estilo Romulo Papaguachi, pero mas pintón y bien vestido - No quiero desmerecer al amigo, que en sus años mozos solía tener su atractivo, pero cierto es que Romulo con el tiempo se ha venido un poco abajo asomándose mas bien a Hugo Tognazi o Lando Buzanca - pasando una música realmente estupenda. El Pibe no me dejo ni sentarme, apenas tuve tiempo de entrar y ya estaba bailando como loco, lo que no viene a ser ninguna novedad. Yo, como hombre de letras, me recreo en la contemplación del ambiente y en la posible visión de una muchacha que no solo me desvela, sino que me hace adormecer en un ensueño que vira prontamente al sobresalto si percibo su perfume y su presencia en la inmediatez de mi espacio personal. Por ella he aprendido a bailar en cadencia Gardeliana, sin mucha floritura pero con paso garboso y amable abrazo. Por ella he fatigado zamberias en la humilde esperanza de coronarla con mi pañuelo negro sobrio. Por ella, tan solo por ella, como dice el tango. No percibía su peculiar fragancia. No me inquietaba el animo. Así que dispuse mi maquinina electrónica y atento a la jugada tomaba anotaciones. La pista llena esparcía a propios y ajenos en ramilletes de jaraneros que regaban entre tanda y tanda su cansancio con champan y cava. Hasta yo, que soy hombre de guindados y licor, me pedí una copa para esfervecerme en el ambiente general de jolgorio y algaraza.
Quince años!!. Parece poco pero hay que estar al pie del cañón, cada jueves, ininterrumpidamente. La noche se pasó como un suspiro y se quedó en el alma como el silencio posterior de ese suspiro. Amigos, compañeros de milongas, de tandas, conocidos y desconocidos, brindábamos por todo y con todos, en la celebración de un espacio ganado a pulso, como una casa con salón grande en donde uno lo pasa siempre bien. El Pibe, que no frecuenta nunca el calor y siempre va con saco, hasta hizo ademán de sacárselo, de encendido que estaba.
A medianoche exhibición: Fausto y Stephanie. Se fueron aquietando las parejas. Hubo palabras emocionadas y recuerdos agitados en la memoria de muchos de la vieja Guardia. Abrazo emocionado y beso prolongado de los Anfitriones Antonia y Victor.
Y ahí nomás se largaron los muchachos sin mas preámbulos a bailar. Lo resumiré en tres palabras ¡Ay mamita querida!!!. Les dejo el vídeo que el cronista ocular de la milonga Barcelonesa, el maestro Lahoz hizo de la milonga.
Todo perfecto, todo euforia. todo delirio.Mas Champan, abrazos, felicitaciones y baile. Y entonces, cuando aun estaba degustando la actuación y me regodeaba en lo visto, mi nariz conectó directamente con mi corazón y supe que ELLA andaba por las inmediaciones. La vi, la entreví, la supe. a medio metro apenas, como una caricia de viento fresco que paso rozandome el alma. El pibe, que estaba presto a bailar oteandome desde la distancia me dio un consentimiento. Sonaba Donato, poco propicio a los encuentros y a las desilusiones. Me dije: "mi destino de hombre sensible se resuelve a cara o cruz, como debe ser. Si en la próxima tanda suena Pugliese, Todo mi yo se alzara en rebeldía y plantará cara, como sea, al sentimiento. Pero debo, Necesito acallar esta angustia. Si suena Pugliese seré yo y no seré yo quien decida. Los dioses milongueros estarán de mi parte y cual oráculo inclinaran el destino a mi favor." Me puse los zapatos, me atuse el bigote, me preparé mentalmente, me subí los calcetines y me acomode la corbata, ensanche mi yo y achique mi ego. todo eso en el espacio finito del "Se va la vida, se va y no vuelve", ultimo tango de la tanda. Cortina. Cortina, latido, cortina, latido, cortina, latido. Notaba como la fiebre me enceguecia. Como el furor de la batalla que arrebataba a Cuchulain me enardecía. Sentía todo mi ser enfocado en la reacción única de sentir los primeros compases de Pugliese y verla a ELLA, a solo dos metros, a siniestra. . Latido interminable. Lenta conexion visual y olfativa. Latido, compás, latido, silencio.
Y entonces, sonó el compás: nota de piano, nota de piano, nota de piano: A Evaristo Carriego, Don Osvaldo.
Los dioses habían decidido por mí. Camine anchuroso, desplazando mis miedos, acorte distancias, la boca preparada, el pecho palpitante. Directa mirada a los ojos. Abrí la boca en semi sonrisa y entonces apareció al lado uno, uno, un cero a la izquierda, un vil, que la sacó a bailar. ¡¡¡LA SACO A BAILAR!!!, Un miserable! un indigno que había venido con su pareja. ¡¡¡LA SACO A BAILAR!!! A BAILAR!!! . ¿Que hacia, me pregunte, entre furibundo y cegado por una rabia homicida un tipo que no se jugaba nada, un tipo casado, sacándola a ELLA en la tanda romántica por excelencia? ¿Queeee, Carajoooo, Haciaaaaa?.
Me entró como un quemor, como si me hubiera tomado una botella entera de anís mezclado con Arsénico. Iba a irrumpir en la ronda y a repartir sopapos, yo que soy un hombre de paz, un emotivo. Hasta el Pibe viendome alterado dejó de bailar y me metio en un taxi pidiendole al taxista que conduciera con las ventanas bajas. Quise volver, pero el daño ya estaba hecho. Atras quedaba la celebracion de los Quince años de la Casa Valencia: Todos euforicos menos uno. El Pibe me consolaba, aduciendo que si había sido cosa de los dioses milongueros, los mismos dioses habían decidido la intromisión del meterete Conyugal, para que tuviera una oportunidad mejor. "Catulo, el sábado en la milonga enmascarada, ahí esta la carta ganadora, la del Por fin". No se porque le hice caso. Habíamos recibido la invitacion especial por internet. hacia tres semanas: Milonga de carnaval. Obligatorio ir con mascara. Me había olvidado.
El sábado en la milonga enmascarada, en una casa chic, con suelos de madera, interesantes cuadros y ambiente martini, en agradable compañía, con disfraces, mascaras, vino, baile y fuego en el jardín todo estaba subvertido. Gente de negro estaba de blanco y sobrios de colorines. Tipos tristes estaban alegres, pibas lindas se habian afeado, pibas interesantes estaban hermosas, y hermosas estaban realmente preciosas. Vestido con mi mejor gala de Profesor Jipi y un antifaz tipo Avispon Verde, atisbé en la profundidad de los ojos de las gentes, en su forma de bailar, en su manera de abrazar, en la impostacion de sus voces. Pasaron tandas clásicas, nos metimos de lleno en el tango nuevo y el tango electronico, pasaron las coreografías e interpretaciones todo sugestión y belleza de Gisela y Alejandro. Se apagaron y se encendieron velas, se intercambiaron identidades y pelucas, se pasó el tiempo, la lucidez, la borrachera y la alucinación. En vano fatigue rincones y grupos. En vano olisquee y olisquie queriendo encontrar la conocida y querida fragancia.
No estaba.
ELLA no estaba. El conyuge palurdo si. Lo reconocí porque disfrazado de agente de la ley le hizo la misma jugadita a un pobre polichinela, que se quedó a media conversacion con una piba que frecuentó bailando a lo largo de la noche y desde entonces se dedico a embriagarse y a bailar contac restregandose por el suelo.
Uno puede tener el favor de las deidades milongueras y el guiño del azar a su favor. Pero no se puede hacer mucho cuando uno juega contra bobos que tienen cartas altas sin merecerlas.
Pero no me resigno. Aunque tenga tres cuatros, sé que pronto me llegara ese dulzón estremecimiento, ese embotamiento de los sentidos que es primero incienso y luego bálsamo y requiebro.
Y entonces...entonces...
Quince años!!. Parece poco pero hay que estar al pie del cañón, cada jueves, ininterrumpidamente. La noche se pasó como un suspiro y se quedó en el alma como el silencio posterior de ese suspiro. Amigos, compañeros de milongas, de tandas, conocidos y desconocidos, brindábamos por todo y con todos, en la celebración de un espacio ganado a pulso, como una casa con salón grande en donde uno lo pasa siempre bien. El Pibe, que no frecuenta nunca el calor y siempre va con saco, hasta hizo ademán de sacárselo, de encendido que estaba.
A medianoche exhibición: Fausto y Stephanie. Se fueron aquietando las parejas. Hubo palabras emocionadas y recuerdos agitados en la memoria de muchos de la vieja Guardia. Abrazo emocionado y beso prolongado de los Anfitriones Antonia y Victor.
Y ahí nomás se largaron los muchachos sin mas preámbulos a bailar. Lo resumiré en tres palabras ¡Ay mamita querida!!!. Les dejo el vídeo que el cronista ocular de la milonga Barcelonesa, el maestro Lahoz hizo de la milonga.
Y entonces, sonó el compás: nota de piano, nota de piano, nota de piano: A Evaristo Carriego, Don Osvaldo.
Los dioses habían decidido por mí. Camine anchuroso, desplazando mis miedos, acorte distancias, la boca preparada, el pecho palpitante. Directa mirada a los ojos. Abrí la boca en semi sonrisa y entonces apareció al lado uno, uno, un cero a la izquierda, un vil, que la sacó a bailar. ¡¡¡LA SACO A BAILAR!!!, Un miserable! un indigno que había venido con su pareja. ¡¡¡LA SACO A BAILAR!!! A BAILAR!!! . ¿Que hacia, me pregunte, entre furibundo y cegado por una rabia homicida un tipo que no se jugaba nada, un tipo casado, sacándola a ELLA en la tanda romántica por excelencia? ¿Queeee, Carajoooo, Haciaaaaa?.
Me entró como un quemor, como si me hubiera tomado una botella entera de anís mezclado con Arsénico. Iba a irrumpir en la ronda y a repartir sopapos, yo que soy un hombre de paz, un emotivo. Hasta el Pibe viendome alterado dejó de bailar y me metio en un taxi pidiendole al taxista que conduciera con las ventanas bajas. Quise volver, pero el daño ya estaba hecho. Atras quedaba la celebracion de los Quince años de la Casa Valencia: Todos euforicos menos uno. El Pibe me consolaba, aduciendo que si había sido cosa de los dioses milongueros, los mismos dioses habían decidido la intromisión del meterete Conyugal, para que tuviera una oportunidad mejor. "Catulo, el sábado en la milonga enmascarada, ahí esta la carta ganadora, la del Por fin". No se porque le hice caso. Habíamos recibido la invitacion especial por internet. hacia tres semanas: Milonga de carnaval. Obligatorio ir con mascara. Me había olvidado.
El sábado en la milonga enmascarada, en una casa chic, con suelos de madera, interesantes cuadros y ambiente martini, en agradable compañía, con disfraces, mascaras, vino, baile y fuego en el jardín todo estaba subvertido. Gente de negro estaba de blanco y sobrios de colorines. Tipos tristes estaban alegres, pibas lindas se habian afeado, pibas interesantes estaban hermosas, y hermosas estaban realmente preciosas. Vestido con mi mejor gala de Profesor Jipi y un antifaz tipo Avispon Verde, atisbé en la profundidad de los ojos de las gentes, en su forma de bailar, en su manera de abrazar, en la impostacion de sus voces. Pasaron tandas clásicas, nos metimos de lleno en el tango nuevo y el tango electronico, pasaron las coreografías e interpretaciones todo sugestión y belleza de Gisela y Alejandro. Se apagaron y se encendieron velas, se intercambiaron identidades y pelucas, se pasó el tiempo, la lucidez, la borrachera y la alucinación. En vano fatigue rincones y grupos. En vano olisquee y olisquie queriendo encontrar la conocida y querida fragancia.
No estaba.
ELLA no estaba. El conyuge palurdo si. Lo reconocí porque disfrazado de agente de la ley le hizo la misma jugadita a un pobre polichinela, que se quedó a media conversacion con una piba que frecuentó bailando a lo largo de la noche y desde entonces se dedico a embriagarse y a bailar contac restregandose por el suelo.
Uno puede tener el favor de las deidades milongueras y el guiño del azar a su favor. Pero no se puede hacer mucho cuando uno juega contra bobos que tienen cartas altas sin merecerlas.
Pero no me resigno. Aunque tenga tres cuatros, sé que pronto me llegara ese dulzón estremecimiento, ese embotamiento de los sentidos que es primero incienso y luego bálsamo y requiebro.
Y entonces...entonces...
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