No hay año que no comentemos el fin de año en la Milonga del Oriental. Siempre viene a ser mas o menos lo mismo: Jolgorio, expansion ,baile, bebida, desenfreno, comida copiosa, sudores, oportunidades desperdiciadas, tumulto, arrebatos pasionales, ojos vidriosos o ensoberbecidos por la más pura lujuria, vistosos duelos de estilos coreados desde las mesas llenas de alegres milongueros, brindis, brindis, mas brindis, pedido de dinero, prestamos, languidez prontamente acallada por las sobras humeantes y ya casi carbonizadas de la parrilla, hielo en la cabeza y en las plantas de los pies doloridas, perdida de la dignidad, perdida del sentido, perdida de los documentos y de los transportes, perdida de ocasiones, dolor en las sienes, cielos amarilleados por el terrible sol de la madrugada, constatacion filosofica del estado y del ser, abrazos amigables, abrazos enemistables, empujones, puntazos, taconazos y patinazos, risas, burlas, miradas complices, caricias, miradas mal interpretadas, bofetadas, sopapos, abandonos inesperados, Puglieses demasiado enardecidos, darienzos demasiado rapidos, Firpos y Canaros demasiado exagerados, Demasiadas tandas para enamorados, botellas, copas, platos y manteles rotos, belleza, elegancia, donaire, decadencia, dejadez, manchas, corbatas pisoteadas, zapatos, pantalones y medias blanqueados por el polvo de pasos mal dados, encuentros, desencuentros, robos, malentendidos, entendidos a medias, huidas apresuradas, gentes que no vienen, recuerdos de gentes que no vendran, añoranzas de tiempos que se fueron, resignacion y deseos para tiempos que vendran, intentos de rondas tipo casino, pelucas, peluquines, teñidos y carmines, y al fin la tanda final y los ultimos tangos y la evidencia cruel de que lo bueno y lo malo que tuvo la noche, se fue como la noche y solo queda persistente, una monumental resaca de ojos apretados, de labios entrecerrados y de cabellos despeinados. En estos seis años más o menos todo se desarrollo en los mismos cauces. Y si bien El Oriental es una milonga que tiene emplazada su pista en la irrealidad virtual mas absoluta decidimos con la muchachada que hace posible este blog, que tiene que sobrellevar como todos los años la cuesta de enero, regalarlos con unos dias de vacaciones y amamporrarnos a milonga limpia. Asi que señores, con la maleta lista, con los zapatos lustrados y los pantalones bien planchados, a partir de mañana comenzaremos una tournee milonguera que no sabemos a ciencia cierta a donde nos llevara, pero nos dejara los pies desgajados y el animo festivo. Mientras dejamos a cargo de la casa a algunos becarios selectos como Monono Crisuvais y los alargados dedos del canyengue, su banda de tangos y milongas, que les deleitaran con divertidas historias hasta que volvamos, con el animo renovado y nuevas tonterias de la milonga. Asi que Au revoir, y hasta pronto.
Siempre hemos tenido una relación un tanto extraña con el «Nene» Desencanto. Desde aquella vez en que el Pibe Pergamino me lo presentó en uno de esos eventos con milonga suburbana y compartimos el autobús de vuelta y algunas media lunas pegoteadas en la madrugada tardía. En este verano caluroso lo estoy viendo como un calco de ese ayer, mientras se esmera por sacar a las pibas principiantes en la Milonga de la Fuente . La chaqueta arrugada, la camisa negra blanqueada de sudor, los bajos del pantalón manchados con puntazos y voleas mal encajadas, el pelo en desorden, Las puntas de los pies ardidas de pisar un canyengue mal hecho, los ojos semi cerrados, aunque con el fiero brillo — en la mirada y en la ropa— del milonguero superviviente de otras épocas. Con todo lo bueno y lo malo que esa pertinencia conlleva. Desencanto proviene de otro mundo, en el que está bien visto que una dama o, en su c...
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