Yo nací en la convulsa década de los Setenta y crecí ignorante de las ignominias que entonces sucedían, en una tranquila ciudad casi provinciana que se recorría caminando de punta a punta en aquellas posteriores noches que prometían algún cumpleaños de quince (de colado), las horas muertas frente a un "flipper" y las maquinitas o una hamburguesa de madrugada
luego de pretender bailar "Mil Horas" o "Cleo-cleopatra la reina del Nilo" en el boliche. De chico estaban muy de moda las figuritas de fútbol y había pibes que llevaban los bolsillos casi descosidos bajo el tremendo peso de las redondas ganadas al "espejito" en los recreos del colegio. Creo que la figurita facil en aquel tiempo era Suñé y luego (pero en años posteriores) Ponce, Garré y Kuyunchoglu. Me parece que la ganadora era Gareca. No sé porque. Entonces no jugaba al fútbol y no me interesaba mayormente.
Tampoco me gustaba el tango, que escuchaba ocasionalmente mientras jugaba arrastrado por el comedor de casa en un aparato de radio similar a un parlante(una radio municipal de corto alcance en la que Gardel parecía Angel Vargas y Julio Sosa tiraba a Rivero) o tarareado por mi abuela, mientras se disponía a cocinar el sempiterno bife con papas fritas, freídas con grasa, antes del cole(yo iba de tarde). Pero el día que llegaron las figuritas "Milonguita" fue un acontecimiento, como cuando los del cine repartian esos volantes con descuento para el Sábado de color rosa o azul con extravagantes letras renegridas en las que se anunciaban fragmentos del Robin Hood con Errol Flyn mezclado con el partido de las animales y El pato Donald. Recuerdo que en el recreo, junto al mástil había un señor que confundimos en nuestra corta experiencia con el fotógrafo que todos los años nos retrataba en un pupitre, haciendo como que leíamos un libro en una falsa pose de estudiosos o escribiendo en un cuaderno de tapas duras para que nuestra familia y nosotros tuvieramos un recuerdo de grado. Este señor tenia lentes y se peinaba a la gomina y andaba por el patio en bicicleta, repartiendo paquetes de figuritas, bajo la mirada reprobadora de las maestras y la directora a las que sin duda habían obligado quien sabe por que oscuros designios. Enfrente de primer grado, en la sala de música al lado de un piano desafinado en el que nos inculcaban las nociones de solfeo, dos pilas gigantes de albunes esperaban la distribución por parte de las maestras. Eran los albumes de figuritas "Milonguita" en cuya tapa colorida se veía a Gardel y a Tito Lusiardo en la famosa escena(lo supe luego) donde el zorzal canta "Volver".
Pero entonces a mi y a ninguno de mis compañeros nos dijo nada el album. Los paquetes que me dieron los abrí lo mismo que el album y luego los olvide.
Crecí. La vida empezó a darme cachetazos, primero leves, luego con toda la mano haciendome doler el alma a medida que los sueños de la juventud se desvanecían en un trabajo miserable y en amores codiciados y perdidos.
En algun momento, buscando algo más que las noches de camaradería y cerveza en las que se departían y decidía el destino del mundo en conjuras filosóficas me acerque a la milonga y allí hice mis primeros e indecisos pasos, en una clase de Sábado y zapatos de pies con la punta hacia arriba.
Pasaron dos meses y mi primera milonga en donde descubrí que conocer el básico no significaba nada en una milonga de las de verdad.
Seguí bailando, lo que pude y como pude hasta que pude bailar con todo el cuerpo (no solo con las piernas). Me hice frecuentador de todas las milongas de la semana (con excepción del lunes, que solo era una practica). Me salieron callos y gaste mas de dos pares de cromos en la pisada.
Fue entonces que recordé las figuritas "Milonguita" y el album, que juntaba polvo en una caja de "Grimoldis" junto con los boletines y las vacunas.
En los paquetes que me dieron estaban Chiqui Pereyra, Caligula, Silvinho Soldan, Mayoral, Maria Graña y Portalea. Aquellas figuritas trajeron a mi memoria toda una época que creí perdida y de la que guardaba entrañables recuerdos. Acorazado por el tango me dije que de todos aquellos pibes de mi generación habria sin duda algunos que hubieran como yo descubierto el mundo de la milonga por circunstancias de la vida o por la falta de esas circunstancias.
Así que ayudado por internet lancé la idea del primer campeonato mundial de figuritas para pibes de ayer y milongueros en activo.
Hasta el momento nadie ha respondido a mi propuesta pero no pienso cejar en mi intento. Y desde su blog hago un llamamiento a todos aquellos que sienten el tango en las venas y tienen el corazón leve cuando escuchan los compases de "Tanguera" o "Gallo ciego". Aquellos que respiran mejor con "Derecho viejo" y son capaces de bailarse toda una tanda de Firpo a todo trapo y sin sacarse el saco.
Yo los convoco a una multitudinaria ronda eliminatoria de redondas para recuperar todo aquello que nos fueron quitando por el camino.
A ver si son machitos, como dice su canción de "Operacion Tanguitos piores".
Atte. Roman Ramiro Raschia.
NOTA DEL ADMINISTRADOR: Querido amigo, desde aquí relanzamos su propuesta y nos adherimos a ella, llegando a proponer la pared del parrillero de la "Milonga del Oriental" como lugar del cotejo. Catulo Bernal, que comparte sus vivencias apuro en su honor una botella de borgoña mientras se enjugaba las lágrimas y Piton Pipeta corrió a buscar paquetes olvidados que creia tener. Siga en su cometido que sin duda lo hara mejor persona y milonguero más sensible.
Un abrazo de todos los que hacemos "La Bata"
luego de pretender bailar "Mil Horas" o "Cleo-cleopatra la reina del Nilo" en el boliche. De chico estaban muy de moda las figuritas de fútbol y había pibes que llevaban los bolsillos casi descosidos bajo el tremendo peso de las redondas ganadas al "espejito" en los recreos del colegio. Creo que la figurita facil en aquel tiempo era Suñé y luego (pero en años posteriores) Ponce, Garré y Kuyunchoglu. Me parece que la ganadora era Gareca. No sé porque. Entonces no jugaba al fútbol y no me interesaba mayormente.
Tampoco me gustaba el tango, que escuchaba ocasionalmente mientras jugaba arrastrado por el comedor de casa en un aparato de radio similar a un parlante(una radio municipal de corto alcance en la que Gardel parecía Angel Vargas y Julio Sosa tiraba a Rivero) o tarareado por mi abuela, mientras se disponía a cocinar el sempiterno bife con papas fritas, freídas con grasa, antes del cole(yo iba de tarde). Pero el día que llegaron las figuritas "Milonguita" fue un acontecimiento, como cuando los del cine repartian esos volantes con descuento para el Sábado de color rosa o azul con extravagantes letras renegridas en las que se anunciaban fragmentos del Robin Hood con Errol Flyn mezclado con el partido de las animales y El pato Donald. Recuerdo que en el recreo, junto al mástil había un señor que confundimos en nuestra corta experiencia con el fotógrafo que todos los años nos retrataba en un pupitre, haciendo como que leíamos un libro en una falsa pose de estudiosos o escribiendo en un cuaderno de tapas duras para que nuestra familia y nosotros tuvieramos un recuerdo de grado. Este señor tenia lentes y se peinaba a la gomina y andaba por el patio en bicicleta, repartiendo paquetes de figuritas, bajo la mirada reprobadora de las maestras y la directora a las que sin duda habían obligado quien sabe por que oscuros designios. Enfrente de primer grado, en la sala de música al lado de un piano desafinado en el que nos inculcaban las nociones de solfeo, dos pilas gigantes de albunes esperaban la distribución por parte de las maestras. Eran los albumes de figuritas "Milonguita" en cuya tapa colorida se veía a Gardel y a Tito Lusiardo en la famosa escena(lo supe luego) donde el zorzal canta "Volver".
Pero entonces a mi y a ninguno de mis compañeros nos dijo nada el album. Los paquetes que me dieron los abrí lo mismo que el album y luego los olvide.
Crecí. La vida empezó a darme cachetazos, primero leves, luego con toda la mano haciendome doler el alma a medida que los sueños de la juventud se desvanecían en un trabajo miserable y en amores codiciados y perdidos.
En algun momento, buscando algo más que las noches de camaradería y cerveza en las que se departían y decidía el destino del mundo en conjuras filosóficas me acerque a la milonga y allí hice mis primeros e indecisos pasos, en una clase de Sábado y zapatos de pies con la punta hacia arriba.
Pasaron dos meses y mi primera milonga en donde descubrí que conocer el básico no significaba nada en una milonga de las de verdad.
Seguí bailando, lo que pude y como pude hasta que pude bailar con todo el cuerpo (no solo con las piernas). Me hice frecuentador de todas las milongas de la semana (con excepción del lunes, que solo era una practica). Me salieron callos y gaste mas de dos pares de cromos en la pisada.
Fue entonces que recordé las figuritas "Milonguita" y el album, que juntaba polvo en una caja de "Grimoldis" junto con los boletines y las vacunas.
En los paquetes que me dieron estaban Chiqui Pereyra, Caligula, Silvinho Soldan, Mayoral, Maria Graña y Portalea. Aquellas figuritas trajeron a mi memoria toda una época que creí perdida y de la que guardaba entrañables recuerdos. Acorazado por el tango me dije que de todos aquellos pibes de mi generación habria sin duda algunos que hubieran como yo descubierto el mundo de la milonga por circunstancias de la vida o por la falta de esas circunstancias.
Así que ayudado por internet lancé la idea del primer campeonato mundial de figuritas para pibes de ayer y milongueros en activo.
Hasta el momento nadie ha respondido a mi propuesta pero no pienso cejar en mi intento. Y desde su blog hago un llamamiento a todos aquellos que sienten el tango en las venas y tienen el corazón leve cuando escuchan los compases de "Tanguera" o "Gallo ciego". Aquellos que respiran mejor con "Derecho viejo" y son capaces de bailarse toda una tanda de Firpo a todo trapo y sin sacarse el saco.
Yo los convoco a una multitudinaria ronda eliminatoria de redondas para recuperar todo aquello que nos fueron quitando por el camino.
A ver si son machitos, como dice su canción de "Operacion Tanguitos piores".
Atte. Roman Ramiro Raschia.
NOTA DEL ADMINISTRADOR: Querido amigo, desde aquí relanzamos su propuesta y nos adherimos a ella, llegando a proponer la pared del parrillero de la "Milonga del Oriental" como lugar del cotejo. Catulo Bernal, que comparte sus vivencias apuro en su honor una botella de borgoña mientras se enjugaba las lágrimas y Piton Pipeta corrió a buscar paquetes olvidados que creia tener. Siga en su cometido que sin duda lo hara mejor persona y milonguero más sensible.
Un abrazo de todos los que hacemos "La Bata"
Comentarios
No he sabido nada de el desde entonces...