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MILONGUEROS EN EL MUNDO: Lavinia Alorda de Sanguchetti

Hola amigos de  "La Bata de Lusiardo". Les escribo desde Durban en Sudafrica en donde hemos ido a parar junto con mi marido  Emilio Sangucheti  fanático de la cultura Zulu y  de los tangos de Racciatti. Eramos una pareja adinerada que gustaba sobre todo del turismo de aventura y visitar lugares exóticos. Así conocimos las Islas Marias en Mexico,  - donde tuvimos una mala experiencia   ya que nos dijeron que era un paraíso idílico y al final resulto ser una colonia penitenciaria
- , Cabo Selenio - que erroneamente creímos en territorio Uruguayo y resulto ser un vertedero nuclear - y las islas Agalejas- (en la agencia de viaje nos dijeron que quedaba cerca de las Islas Mauricio. Resulto que cerca eran 1100 kilómetros, es una pequeña isla con 300 habitantes que se divierten apostando cuando aterrizara un avion en su pequeña pista de aterrizaje ). Frustrados por la acumulacion de tantos viajes erróneos decidimos cambiar de agencia - denunciandolos además al defensor del consumidor - y organizar nuestro propio viaje aventura. Como mi Emilio es muy dado a las fabulaciones y un poco infantil, decidí para nuestro aniversario regalarle un viaje a los territorios en donde Otrora el gran rey Chaka plantaba cara al colonialismo Ingles. Por internet encontré un tour a  la provincia de Natal que incluiría Durban, Pietermarizburg y por fin Ulundi, donde residía la realeza Zulú. Llena de ilusion cargue las mochilas con ropa ligera y tres o cuatro compacs de Racciatti que tanto le gustan a mi Emilio. Cual no seria mi sorpresa al encontrarnos luego de aterrizar en el aeropuerto de Durban a los mismos caraduras que en anteriores viajes nos hacían de guias en la maldita agencia  turística que tantos sinsabores nos causaron,con carteles que rezaban:Sanguchetti-Alorda.. Rápidamente y sin que mi Emilio lo advirtiera me allegué a otros señores de traje que me parecieron mas confiables y con un cartel que decía :Sokoliski.
Nada me costó engañar al crédulo de mi marido, diciéndole que ese era el nombre en clave que había propuesto a los guias turísticos por internet. Nos escoltaron a un camión en donde otros pasajeros nos esperaban.
Sin saberlo habíamos huido de Escila para caer en Caribdis (una referencia que los antiguos griegos utilizaban mucho y que me gusta mas que de guatemala en guatepeor). Resultó que el camión transportaba a una congregacion misionera con  la dudosa tarea de evangelizar a unos descarriados hijos del diablo que renegaban de las santas escrituras y hacían todo lo que se les cantaba lejos de la gloria divina ( palabras de mi compañero de viaje, un tal Von Strukenback que creía en el resurgimiento de la antigua colonia de la Vitulandia alemana).
Recorrimos unos treinta kilómetros bajo un sol abrasador hasta que llegamos a un asentamiento de cabañas con techo de paja y paredes hechas con barro y pieles.
Allí nos esperaban los salvajes, que para mi sorpresa resultaron todos rubios y con facciones nórdicas. Les ahorrare los detalles de mi decepción diciendoles que eran descendientes de un Drakar Vikingo que habían recalado en las costas de Durban por equivocacion. Todos se llamaban Rolf y Urda con apellidos terminados en Sen y adoraban todavía a Odin y a Thor, mientras se zampaban grandes trozos de animales que cazaban ellos mismos, regados por cuernos de cerveza casera(que sabia horrible). Enseguida los misioneros comenzaron su labor evangelizadora. Nosotros nos alejamos del grupo, tratando de encontrar alguno que hablara el castellano.
Había entre ellos un vikingo de facciones oscuras y cabello castaño que respondía al nombre de Rolf Benavidezsen y que resultó ser un uruguayo que estaba allí para documentarse, pues jugaba a un juego de rol y quería sacar el personaje mas verosímil de todos.
El tal Benabidezsen nos convido con cerveza y carne y nos dijo que en aquella comunidad de idolatras no se vivía tan mal, ya que cada tanto bajaban hasta Durban para meterse en un Drakar que tenían en el puerto y saquear alguna población para honrar a sus antepasados. Nos dijo también que los Vikingos eran de costumbres simples pero nobles y que apreciaban la música. Entonces fue cuando cometí mi segundo error. Saqué los compacs de Racciatti y agarrando a Emilio nos pusimos a bailar.
No supe que algo andaba mal hasta que una tanda de milongas terminó sin que nos aplaudieran: Vikingos y evangelistas nos miraban igualmente mal. Después me enteré que habíamos ofendido a sus dioses por diferentes motivos.Los evangelistas salieron en estampida hasta el camión. Nosotros quisimos subir también pero desde arriba Von Strukenback y sus secuaces nos pisaron los dedos. Desde abajo los vikingos nos tiraban con hachas melladas. Salimos corriendo como pudimos dejando el pueblerio y nuestras cosas atrás. Solo alcance a juntar los compacs y la compactera.
Los vikingos, medio borrachos se cansaron enseguida de correr y nos dejaron en paz. Los evangelistas nos tiraron piedras hasta que el camino se tragó el camión.
Seguimos caminando por el camino hasta que luego de largas penalidades llegamos a Durban. Sin pasaportes ni objetos personales ahora nos dedicamos a bailar para juntar el dinero que nos permita volver a casa en una pequeña placita cerca de la zona turistica. Cada tanto algún zulú nos tira alguna pieza de oro, pero al cambio apenas nos alcanza para la pensión y la comida.
Así que si pasan por ahí apiaden sen de nosotros y diganle al cónsul que necesitamos ayuda...
PD: No les mando foto porque ni camara tenemos.






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