En los años noventa tenia una pequeña whiskería para milongueros de la vieja guardia. Lamentablemente un episodio con alcohol adulterado en el que me pescaron y la progresiva merma de mi clientela (algunos muertos de años y otros retirados por prescripción médica) hicieron que abrigara locas esperanzas en el exterior. Los vivillos de siempre, esos que bien viven del sufrimiento ajeno, me aconsejaron que viajara a vender Helados Laponia. Eran otras épocas en que la pibada creía que un joven emprendedor podía ganarse la vida honestamente vendiendo helados en Alemania.
Yo no era joven.
Y tampoco heladero. Pero me fui encamotando con las promesas de una vida mejor y la nostalgia por la efímera marca de mi infancia que habría migrado como yo(así lo creía entonces) hacia nuevos horizontes. Hice plata vendiendo mi colección de cassettes tangueros a radios que entonces comenzaban a trasmitir y me pagué un billete en un avión de carga a Alemania.
Durante el viaje me sacaron toda la plata para pagar una especie de prenda por la mercadería. Soñando con vender los Patalin y el helado del payaso firmé y me dieron un recibito y una bolsa llena de muñecos Goma Goma. Después me dejaron tirado en el aeropuerto a nueve kilómetros de Rovaniemi.
Como un gil pensaba que los muñequitos eran para regalar a los pibes en la heladería. Mientras caminaba hundido en la nieve comencé a sospechar que pasaba algo raro.
Nadie vende Patalin en pleno invierno.
Todavía pensando que estaba en Alemania intenté en vano contactar con los naturales con las mágicas palabras de acercamiento: Maradona, Chucrut, Rumenigge. Pero no me hicieron caso.
Pasaban a mi lado sin compadecerse de mi camperita vaquera, todo abrigados en sus atuendos coloridos.
A punto de desfallecer me rescató un petiso que resultó ser un tucumano que trabajaba de plomo con los Manseros Santiagueños hasta que se dieron cuenta que no era co-provinciano porque se quejaba de las empanadas, intentando sacarle las arvejas.
El Tucu (su verdadero nombre es orestes Garribaq) había conseguido colocación en el parque temático Navidad como Santa Claus pigmeo. Enseguida me abrió su casa y su despensa y se fue a trabajar.
Desgraciadamente me esperaba otro revés de la suerte (que como dice el tango, es mujer, pero de las jodidas). Resultó ser que el petiso se había instalado ilegalmente en la casa, que pertenecía a una ancianita que representaba a la mujer de Santa en la televisión nacional. La mujer había llamado a la policía, que llegó justo cuando me estaba mandando al coleto una lata de ravioles fría.

Con la plata que me dan los muchachos he puesto una milonga con mi nombre en la ciudad de Lulea.
Les mandó esta foto de los muchachos que tan amablemente se portan conmigo, a la entrada de mi propia milonga. ¡Un abrazo milongueros!
Cuando vengan a Lulea los espero.
Comentarios
Nunca más lo volví a ver.
30 años de aportes que se fueron a la basura en un plis plas.
Ahora susbisto con los pocos pesos de la jubilacion
Tanto es asi que en la revista gente de Enero del 81, donde se ve a Graciela Alfano en bikini hecho con papel metalizado de cigarrillos esta entre las cosas in, in, junto con la calle alem de mar del plata(que ahora es refugio de malvivientes y borrachos) y el tubito impermeable para guardar la plata en el mar(que sacaron de circulacion cuando un avispado los quiso hacer de plata, provocando tirones y ahorcamientos)
hay gente que solo comprende litaralmente las cosas)
Se les ve en la cara que no tienen buena salud.
Todo esto es un montaje como los de Jose de Zer.