Entró al bar "ROÑOSO" con los pelos revueltos, la figura girada hacia la huida, las ropas de la nochebuena acometidas de sudor, pero no de bailar ni destilado de comida y alcohol, llevaba tintas en la camisa y la corbata sentir acumulado, como si del 24 al 25 no hubieran pasado muchas horas sino meses.
- No saben!, no se imaginan, no podrán entenderlo - dijo alternando el peso de un pie a otro en una imaginarica milonga acobardada por orín.
La mesa de notables integrada por Catulo, Papaguachi, el profe Maradona, Piton Pipeta, el indio y Pococho el uruguayo se volvió a una a escucharlo y ya establecida la atención comenzo el Chambon Patituchi, zonzo para el amor y torpe para el baile su extraordinaria relacion de los sucesos.
-Estaba como siempre adosado a mi vino, en la barra, al lao de la parrilla. Un cacho de lechón resecalino humeaba aun al lado de un chorizo deshidratado; y a mi me hacia llorar(el humo, el vino y todas esas pibas tan lindas y bailando). Y yo tan yo y tan sin; sin como siempre, llegado tarde a la milonga para no penar mucho y estarme el tiempo suficiente de no dar tanta lástima.
Recuerdo que el antiguo tanque Kerosenero, abierto donde estaban las bebidas, ya chorreaba anunciando el fin del hielo.
Había unos cuantos jugando a la pelota al lado de la pista, afirmando que podían aún o por soltar un poco de alcohol a las patadas.
Recuerdo el poste engalanado en luces, lamparas pintadas y los grandes bailando saque y saque.
Y los recuerdo a ustedes en plena esfervecencia guitarrera, meta y dale brindar como si toda navidad fuera a agotarse entonces.
-Puta - dije - como me gustaría bailar un poco así de bien, para acercarme, a alguna piba buena que me quiera( o me soporte al menos).
Y entonces fue que vi a Papa Noel.
Pero no era gordo, ni estaba vestido de rojo acocalado. Tenia un traje bombacho medio verde, manchado de verdín en muchas partes y un sombrero liviano con hebilla y una bufanda azul y corbata amarilla.
Y supe que era el y estaba flaco, de recorrer los caminos a pie para llevar la ilusión de regalos. Y digo la ilusión y no regalos, que ya se encargan los padres del retoño de comprarle juguetes que no sirven para nada, en vez de regalarle una llave de magia u otra cosa que lo haga mejor, menos tangible pero más entrañable.
Y lo vi tan mal y tan desesperado que había perdido toda fe, no le quedaba.Se frotaba las manos queriendo hacerse lumbre para abrigar su frío espiritual, vacío de afecto.
Estaba solo y al costado como yo.
Entonces supe que me correspondía obsequiarle un presente y agenciándome una copa vacía de una mesa, le dí del vino tinto que tomaba.
Y lo apuró de un trago. Y me serví también y entrechocamos, copas un par de veces.
Y no brindamos. Pero vaciamos la botella y ya me pareció que el natural, de los dos había variado. Y nos reímos. y antes de marcharse me dio las gracias: "porque nunca, pero jamás, nadie me ha dado, como vos un regalo en navidad".
Y apenas se hubo ido como en un sueño me vi bailando bien con una piba, hermosa piba a la que susurraba palabras tan bonitas que al momento, la tuve reclinada en mi pecho, en mi anchurosos pecho que ya no estaba frío y luego y a un costado de la pista, donde la sombra se peleaba, con la luz de las últimas farolas, hicimos el amor. No una, mil veces.
Y entró la navidad como la luz del día.
Y ella se fue más tarde y yo aquí estoy. Señores, estoy y soy feliz. Muy buenas fiestas.
Y se fue.
Y después de un rato largo y en silencio, Piton Pipeta nos trajo a todos nuevamente al comentar con sorna:
Te dije que no dejáramos botellas abiertas en el tanque de kerosen...
- No saben!, no se imaginan, no podrán entenderlo - dijo alternando el peso de un pie a otro en una imaginarica milonga acobardada por orín.
La mesa de notables integrada por Catulo, Papaguachi, el profe Maradona, Piton Pipeta, el indio y Pococho el uruguayo se volvió a una a escucharlo y ya establecida la atención comenzo el Chambon Patituchi, zonzo para el amor y torpe para el baile su extraordinaria relacion de los sucesos.
-Estaba como siempre adosado a mi vino, en la barra, al lao de la parrilla. Un cacho de lechón resecalino humeaba aun al lado de un chorizo deshidratado; y a mi me hacia llorar(el humo, el vino y todas esas pibas tan lindas y bailando). Y yo tan yo y tan sin; sin como siempre, llegado tarde a la milonga para no penar mucho y estarme el tiempo suficiente de no dar tanta lástima.
Recuerdo que el antiguo tanque Kerosenero, abierto donde estaban las bebidas, ya chorreaba anunciando el fin del hielo.
Había unos cuantos jugando a la pelota al lado de la pista, afirmando que podían aún o por soltar un poco de alcohol a las patadas.
Recuerdo el poste engalanado en luces, lamparas pintadas y los grandes bailando saque y saque.
Y los recuerdo a ustedes en plena esfervecencia guitarrera, meta y dale brindar como si toda navidad fuera a agotarse entonces.
-Puta - dije - como me gustaría bailar un poco así de bien, para acercarme, a alguna piba buena que me quiera( o me soporte al menos).
Y entonces fue que vi a Papa Noel.
Pero no era gordo, ni estaba vestido de rojo acocalado. Tenia un traje bombacho medio verde, manchado de verdín en muchas partes y un sombrero liviano con hebilla y una bufanda azul y corbata amarilla.
Y supe que era el y estaba flaco, de recorrer los caminos a pie para llevar la ilusión de regalos. Y digo la ilusión y no regalos, que ya se encargan los padres del retoño de comprarle juguetes que no sirven para nada, en vez de regalarle una llave de magia u otra cosa que lo haga mejor, menos tangible pero más entrañable.
Y lo vi tan mal y tan desesperado que había perdido toda fe, no le quedaba.Se frotaba las manos queriendo hacerse lumbre para abrigar su frío espiritual, vacío de afecto.
Estaba solo y al costado como yo.
Entonces supe que me correspondía obsequiarle un presente y agenciándome una copa vacía de una mesa, le dí del vino tinto que tomaba.
Y lo apuró de un trago. Y me serví también y entrechocamos, copas un par de veces.
Y no brindamos. Pero vaciamos la botella y ya me pareció que el natural, de los dos había variado. Y nos reímos. y antes de marcharse me dio las gracias: "porque nunca, pero jamás, nadie me ha dado, como vos un regalo en navidad".
Y apenas se hubo ido como en un sueño me vi bailando bien con una piba, hermosa piba a la que susurraba palabras tan bonitas que al momento, la tuve reclinada en mi pecho, en mi anchurosos pecho que ya no estaba frío y luego y a un costado de la pista, donde la sombra se peleaba, con la luz de las últimas farolas, hicimos el amor. No una, mil veces.
Y entró la navidad como la luz del día.
Y ella se fue más tarde y yo aquí estoy. Señores, estoy y soy feliz. Muy buenas fiestas.
Y se fue.
Y después de un rato largo y en silencio, Piton Pipeta nos trajo a todos nuevamente al comentar con sorna:
Te dije que no dejáramos botellas abiertas en el tanque de kerosen...
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