Asi es señores, mientras nuestros muchachos deambulan de un planeta a otro buscando la seguridad de nuestro planeta pequeño y azulado aquí abajo, en esta humilde milonga cuna de bohemios, milongueros y amantes del choripan se armó la de san Quintin la noche del viernes. Se enfrentaron dos bandas, famosas por su estilos de baile y el respeto que imponen en toda fiesta, bautizo, cumpleaños o acto político al que asisten.
De un lado la Temible banda de los Bergamone, conformada por Cesare, Vincenzo, Pasquale y Robert Duval Bergamone, hermanos que suelen ganar todos los campeonatos a los que se presentan por sus malos modales y un colt del 34 que amartillado convenientemente disipa cualquier duda.
Por el otro los Hijos del Carnicero Lamella:Toto, Pepin, Talo y Panchito, notorios bailarines de pulido estilo que hacen las delicias de las casaderas, las licenciosas, las amateurs y alguno que otro viejo milonguero que suele invitarlos a un tentempié o un vino especiado.
Las dos facciones no habían todavía medido sus fuerzas en milonga. Los Bergamone no suelen abandonar su milonga amuleto la del Piojoso Rondinone. Los Lamella no suelen quedarse más allá de las dos de la mañana.
Los Lamella estaban en la "Milonga del Oriental" cuando los Bergamone, escapando de las fuerzas de la ley, fueron a sentarse en una mesa cercana a la parrilla.
Inmediatamente se corrió la voz por el potrero y simpatizantes de las dos facciones fueron arribando en orden y acodándose a un lado u otro de la pista.
Mientras los de siempre nos desfogábamos como siempre con un D'arienzo o un D'agostino personajes indeseables llegaron para apoyar a los contendientes y romperse la cara, si se daba la ocasión.
Del lado de los Bergamone estaban: Los Mellizos Pisistrato, el negro Pucherito, El pato Claraboya y sus sobrinos, Hilario el desacompasado, Sofanor el de la Jarrita que cobraba peaje con un pingüino de Vino, el chaqueño, rogeluio el chiquitin, el marinero y Moco e pavo.
Por el de los hermanos Lamella en clara desventaja estaban Balbastro Polidoro y sus amigos, el Petiso Roñin, Titito el Navajita, el vidriero, Garcia el de la bocha, El Neuquino Cienfuegos y Diomedes Badia.
Alertado por los alcahuetes de la llegada de esta cáfila peleadora y poco amiga del festejo a Querede, el dueño de la milonga solo se le ocurrió llamar a la ley y allí se personó junto con la milicada el comisario Gorrines, gran lector del Borges lunfa y que no desaprovechó la oportunidad para soltar este discurso claramente copiado a "Hombre de la esquina Rosada" que recitó con voz potente:
Buenas noches señores. soy Gorrines, Comisario y la Ley. Yo he querido venir solo hasta acá porque ando buscando bailarines de coraje y paso fiero. Me han dicho que ahora mismos estaban todos ustedes a punto de embiabarse y no me pareció de criollos que gentes tan lúcidas para el baile anden arreglando sus diferencias a las trompadas. Así que bailen señores, tenemos toda la noche.
Las dos facciones se largaron a bailar una interminable tanda de Firpo como si les fuera la vida en el baile.
A los dos tangos, por proliferación de voleas, sacadas y castigadas solo quedaban en pie Robert Duval Bergamone y Panchito Lamella.
Desgraciadamente no pudimos saber quien había ganado, porque desde una mesa un empresario estadounidense cortó el baile ganandose la rechifla generalizada.
Hubo una confusión indescriptible, volaron botellazos, chorizos, panes y sillas.
El empresario tuvo que ser sacado en helicoptero lo que no impidió que se llevará a los Lamella y a los Bergamone para montar un espectaculo en Broadway.
Por eso odiamos tanto a los Yanquis. No tiene sentido de la oportunidad, ni de la historia ni del honor.
Hijos de puta...
De un lado la Temible banda de los Bergamone, conformada por Cesare, Vincenzo, Pasquale y Robert Duval Bergamone, hermanos que suelen ganar todos los campeonatos a los que se presentan por sus malos modales y un colt del 34 que amartillado convenientemente disipa cualquier duda.
Por el otro los Hijos del Carnicero Lamella:Toto, Pepin, Talo y Panchito, notorios bailarines de pulido estilo que hacen las delicias de las casaderas, las licenciosas, las amateurs y alguno que otro viejo milonguero que suele invitarlos a un tentempié o un vino especiado.
Las dos facciones no habían todavía medido sus fuerzas en milonga. Los Bergamone no suelen abandonar su milonga amuleto la del Piojoso Rondinone. Los Lamella no suelen quedarse más allá de las dos de la mañana.
Los Lamella estaban en la "Milonga del Oriental" cuando los Bergamone, escapando de las fuerzas de la ley, fueron a sentarse en una mesa cercana a la parrilla.
Inmediatamente se corrió la voz por el potrero y simpatizantes de las dos facciones fueron arribando en orden y acodándose a un lado u otro de la pista.
Mientras los de siempre nos desfogábamos como siempre con un D'arienzo o un D'agostino personajes indeseables llegaron para apoyar a los contendientes y romperse la cara, si se daba la ocasión.
Del lado de los Bergamone estaban: Los Mellizos Pisistrato, el negro Pucherito, El pato Claraboya y sus sobrinos, Hilario el desacompasado, Sofanor el de la Jarrita que cobraba peaje con un pingüino de Vino, el chaqueño, rogeluio el chiquitin, el marinero y Moco e pavo.
Por el de los hermanos Lamella en clara desventaja estaban Balbastro Polidoro y sus amigos, el Petiso Roñin, Titito el Navajita, el vidriero, Garcia el de la bocha, El Neuquino Cienfuegos y Diomedes Badia.
Alertado por los alcahuetes de la llegada de esta cáfila peleadora y poco amiga del festejo a Querede, el dueño de la milonga solo se le ocurrió llamar a la ley y allí se personó junto con la milicada el comisario Gorrines, gran lector del Borges lunfa y que no desaprovechó la oportunidad para soltar este discurso claramente copiado a "Hombre de la esquina Rosada" que recitó con voz potente:
Buenas noches señores. soy Gorrines, Comisario y la Ley. Yo he querido venir solo hasta acá porque ando buscando bailarines de coraje y paso fiero. Me han dicho que ahora mismos estaban todos ustedes a punto de embiabarse y no me pareció de criollos que gentes tan lúcidas para el baile anden arreglando sus diferencias a las trompadas. Así que bailen señores, tenemos toda la noche.
Las dos facciones se largaron a bailar una interminable tanda de Firpo como si les fuera la vida en el baile.
A los dos tangos, por proliferación de voleas, sacadas y castigadas solo quedaban en pie Robert Duval Bergamone y Panchito Lamella.
Desgraciadamente no pudimos saber quien había ganado, porque desde una mesa un empresario estadounidense cortó el baile ganandose la rechifla generalizada.
Hubo una confusión indescriptible, volaron botellazos, chorizos, panes y sillas.
El empresario tuvo que ser sacado en helicoptero lo que no impidió que se llevará a los Lamella y a los Bergamone para montar un espectaculo en Broadway.
Por eso odiamos tanto a los Yanquis. No tiene sentido de la oportunidad, ni de la historia ni del honor.
Hijos de puta...
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