A los cuarenta y seis años, el milonguero, coreógrafo y alma mater del club tanguero "hacha y puntín", Pepon Carrile, soño antes de lo que iba a ser su noche triunfal, que en los últimos compases de Zum,( en la interpretación de la Orquesta de Pugliese), le flaqueaban las fuerzas y la mano del abrazo le colgaba laxa, a la vez que la mano que apuntaba hacia las alturas le resbalaba e iba a acompañar a todo su cuerpo.
Pepón despertó sobresaltado, con ese miedo escénico que solo conocen quienes han estado expuestos demasiado tiempo al favor del público y una noche adversa todo se les vuelve en contra y pierden su confianza y dignidad.
Era un domingo de verano. Y la presentacion era a las once.
Su compañera de baile lo llamó a las nueve. Quería ultimar la coreografía a mediodia, darle los últimos retoques a una labor de meses y esfuerzo. Pepón, conmocionado por el sueño se negó. "Ya nos encontraremos allí. Hace tanto que bailamos esto que podemos prescindir de un último ensayo" Dijo y colgó.
A los cuarenta y seis años Pepon supo que habia tardado exactamente el mismo tiempo en desaprovechar su vida y que algunas personas a las que habia querido amar nunca sabrian de su empeño ni de la emocion que en el despertaban. Supo que algunas cosas que siempre habia querido hacer iban a quedar inalterablemente perdidas cuando sonaran los acordes de Zum.
LLamó a Lidia a quien siempre habia amado sin medida y con cautela. Mientras sonaban los tonos decidio que cargarla con esa confesion ahora que se iba no arreglaria nada. "No puedo" se dijo "hacer participes de mi cobardia a todas las personas que quise, solo porque la muerte me espera esta noche. Si puedo hacer que el dia me baje por la garganta como un buen Chardonay fresco despues de todo un dia de trabajo. Puedo salir al sol y ver como es el dia de mi ultimo dia."
Escribió un testamento apresurado en un papel que encontró en la casa. Se fue a la playa. Dejo que el sol le inquietara la piel mientras sorbia un martini con los pies en el agua. Miro y admiró a las chicas e invitó incluso a una a comer una parrillada regada con un Medoc de gruesa lágrima que le subió a la garganta y lo hizo llorar. La carne estaba pesimamente asada. "estos desgraciados no saben que esta es mi ultima comida y me han dado una basofia". Apuro la copa de golpe, le dijo a la chica que lo esperara y fue a darle tortas al parrillero, un viejo bajito que quedo tendido en el suelo, sin saber porque le pegaban. Pepon salió corriendo y gritando con todos los camareros atras. Alcanzo a atrapar a la chica y juntos se metieron bajo una tienda vacia. Alli, con la adrenalina disparada y las sienes sudadas, Pepon le hizo el amor o quiso hacerle el amor. Apenas le dió el cuero para darle unos besos y abrazarla y se medio durmió al calor de la tarde.
Cuando el sonido del movil lo despertó estaba solo y la tarde se caia de cansancio sobre el mar. Le dolia la cabeza. Corrio por la playa y se adentró temerario en el agua, para espabilarse. Improvisó un vals con toda la ropa mojada con una mujer que estaba cerca, pero la mujer lo rechazó con grandes aspavientos. Se tomo un brandi, porque si y volvió a su casa medio bailando en Zig Zag.. Se duchó, se vistió con sus mejores galas y como a las diez de la noche emprendió el camino a la milonga, a pie.
En la pista los principiantes repetían pasos, los bailarines hacían firuletes y los maestros bailaban. De ver la pista le volvió el miedo. Salió a bailar Canaro, sin medirse para alejar el fin con un canyengue. Al tercer tango la sonrisa le volvió y se preguntó cuanto hacia que no se sentia tan bien.
Luego llego el momento. Sin que hubiera tiempo de nada escucho al presentador anunciandolo y a su compañera, que lo tomaba de la mano, rumbo a la pista.
"Estoy aqui para morir", se dijo. "Que sea con valor".
Sonaron los primeros compases.Todos sus pasos se le antojaron extraordinarios.
Supo que ese iba a ser el baile de su vida, el último, el mejor.
En las mesas, la gente, entusiasmada aplaudía con fuerza. El Dj tuvo que subir un poco la música ante el entusiasmo de la gente.
Pepón se sentia mas vivo que nunca, sabiendo que luego del tango, el vals y la milonga lo esperaba en "Zum", la ultima compañera para decirle al oido "vamos".
Solo faltaban dos figuras. Pepón sintió de pronto que le volvia el miedo.
Cuando el compás fatal sonó por fin Pepón relajó el abrazo, la mano le colgó laxa, La otra se cayó también. El suelo se le hizo horizonte por un momento y sintió un calor en su garganta que manchó el vestido de su asombrada compañera y el parquet.
Cayó, y con el todos los regalos gastronómicos del dia.
Despertó en un baño lateral. La milonga seguía sin él. Su compañera se había ido. Un sobre con poco dinero asomaba en el bolsillo. "No te lo has ganado" había escrito su compañera con lápiz de labios.
No volvió a aparecer por los lugares que frecuentaba.
Mucho después hizo un par de presentaciones en provincias y luego su figura, ya vencida, se desvaneció en el panteón de los milongueros olvidados...
Pepón despertó sobresaltado, con ese miedo escénico que solo conocen quienes han estado expuestos demasiado tiempo al favor del público y una noche adversa todo se les vuelve en contra y pierden su confianza y dignidad.
Era un domingo de verano. Y la presentacion era a las once.
Su compañera de baile lo llamó a las nueve. Quería ultimar la coreografía a mediodia, darle los últimos retoques a una labor de meses y esfuerzo. Pepón, conmocionado por el sueño se negó. "Ya nos encontraremos allí. Hace tanto que bailamos esto que podemos prescindir de un último ensayo" Dijo y colgó.
A los cuarenta y seis años Pepon supo que habia tardado exactamente el mismo tiempo en desaprovechar su vida y que algunas personas a las que habia querido amar nunca sabrian de su empeño ni de la emocion que en el despertaban. Supo que algunas cosas que siempre habia querido hacer iban a quedar inalterablemente perdidas cuando sonaran los acordes de Zum.
LLamó a Lidia a quien siempre habia amado sin medida y con cautela. Mientras sonaban los tonos decidio que cargarla con esa confesion ahora que se iba no arreglaria nada. "No puedo" se dijo "hacer participes de mi cobardia a todas las personas que quise, solo porque la muerte me espera esta noche. Si puedo hacer que el dia me baje por la garganta como un buen Chardonay fresco despues de todo un dia de trabajo. Puedo salir al sol y ver como es el dia de mi ultimo dia."
Escribió un testamento apresurado en un papel que encontró en la casa. Se fue a la playa. Dejo que el sol le inquietara la piel mientras sorbia un martini con los pies en el agua. Miro y admiró a las chicas e invitó incluso a una a comer una parrillada regada con un Medoc de gruesa lágrima que le subió a la garganta y lo hizo llorar. La carne estaba pesimamente asada. "estos desgraciados no saben que esta es mi ultima comida y me han dado una basofia". Apuro la copa de golpe, le dijo a la chica que lo esperara y fue a darle tortas al parrillero, un viejo bajito que quedo tendido en el suelo, sin saber porque le pegaban. Pepon salió corriendo y gritando con todos los camareros atras. Alcanzo a atrapar a la chica y juntos se metieron bajo una tienda vacia. Alli, con la adrenalina disparada y las sienes sudadas, Pepon le hizo el amor o quiso hacerle el amor. Apenas le dió el cuero para darle unos besos y abrazarla y se medio durmió al calor de la tarde.
Cuando el sonido del movil lo despertó estaba solo y la tarde se caia de cansancio sobre el mar. Le dolia la cabeza. Corrio por la playa y se adentró temerario en el agua, para espabilarse. Improvisó un vals con toda la ropa mojada con una mujer que estaba cerca, pero la mujer lo rechazó con grandes aspavientos. Se tomo un brandi, porque si y volvió a su casa medio bailando en Zig Zag.. Se duchó, se vistió con sus mejores galas y como a las diez de la noche emprendió el camino a la milonga, a pie.
En la pista los principiantes repetían pasos, los bailarines hacían firuletes y los maestros bailaban. De ver la pista le volvió el miedo. Salió a bailar Canaro, sin medirse para alejar el fin con un canyengue. Al tercer tango la sonrisa le volvió y se preguntó cuanto hacia que no se sentia tan bien.
Luego llego el momento. Sin que hubiera tiempo de nada escucho al presentador anunciandolo y a su compañera, que lo tomaba de la mano, rumbo a la pista.
"Estoy aqui para morir", se dijo. "Que sea con valor".
Sonaron los primeros compases.Todos sus pasos se le antojaron extraordinarios.
Supo que ese iba a ser el baile de su vida, el último, el mejor.
En las mesas, la gente, entusiasmada aplaudía con fuerza. El Dj tuvo que subir un poco la música ante el entusiasmo de la gente.
Pepón se sentia mas vivo que nunca, sabiendo que luego del tango, el vals y la milonga lo esperaba en "Zum", la ultima compañera para decirle al oido "vamos".
Solo faltaban dos figuras. Pepón sintió de pronto que le volvia el miedo.
Cuando el compás fatal sonó por fin Pepón relajó el abrazo, la mano le colgó laxa, La otra se cayó también. El suelo se le hizo horizonte por un momento y sintió un calor en su garganta que manchó el vestido de su asombrada compañera y el parquet.
Cayó, y con el todos los regalos gastronómicos del dia.
Despertó en un baño lateral. La milonga seguía sin él. Su compañera se había ido. Un sobre con poco dinero asomaba en el bolsillo. "No te lo has ganado" había escrito su compañera con lápiz de labios.
No volvió a aparecer por los lugares que frecuentaba.
Mucho después hizo un par de presentaciones en provincias y luego su figura, ya vencida, se desvaneció en el panteón de los milongueros olvidados...
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