Por inercia nos llegamos al Oriental, la Milonga al aire libre de los viernes al filo de las once, cuando aun quedaban por pasar dos trenes turísticos con su cargamento de hurguetes y viajeros de la noche que se acuestan tarde y buscan algo autentico en los tours organizados por el "Consorcio Internacional de Milongas". Íbamos Piton Pipeta, Romulo Papaguachi, el Pibe Pergamino y El Filosofo Diogenes Pelandrun, con ganas pero sin espectativas, porque aunque la milonga mantenia la estructura pintoresca de un potrero con su microclima agradable en delicado equilibrio por el terraplén ferroviario, los ligustros de la entrada, la pampa mas alla de la parrilla y el bosque cuidado por el jardinero japones, afuera en la ciudad el frío se colaba por todas las rendijas y las reformas redefinían su concepto de milonga rea por un diseño aséptico. Aunque el toque de distinción suburbana seguía allí con el Uruguayo Pococho al frente de la parrilla y puchero mixto de carne y gallina ...