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Mostrando entradas de diciembre 16, 2012

EL FIASCO DEL APOCALIPSIS - Por Cátulo Bernal

EL viernes me levanté temprano, más o menos como a las once. No era cuestión estar durmiendo si se producía el tan ansiado fin de los tiempos. Desayuné con tres medialunas, naranja y café cargado con la ansiedad del que se sabe en el corredor de la muerte, a punto de apurar sus ultima pitanza.  Llamé a Rómulo, a Pitón, Pococho y Al indio, para que se estuvieran avisados y luego de escribir una oda al ultimo minuto del milonguero Palleja —en el que prolijamente describía sus elongaciones en la ronda hasta que lo trago una grieta en el subsuelo—, busqué al ultimo lustrín superviviente de la crisis, me fui a la barbería para afeitarme y a que me arreglaran el pelo y luego de una modesta merienda con sanguchitos de miga  —mi manjar criollo favorito—  me fui a la Milonga del oriental a esperar la debacle en primera fila. Confieso que así ataviado, solo en la mesa, sola mi botella, mientras sonaban los primeros tangos y los principiantes tenían tomada la pista con sus pasos prefabricados,