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Mostrando entradas de octubre 21, 2018

EL POSIBILITADOR IMPROBABILIPASOS DEL MILONGUERO ALLANDA

Bruno Pureschef era un bailarín malo y lo sabia. Le apodaron ALLANDA una contracción lingüística que expresaba sus innegables falencias para el baile y su situación en la pista porque siempre bailaba  como al fondo y en el centro de un circuito extraño que recorría media ronda  con prisa y casi tropezando. Su baile no Era. Un hecho irrefutable que prescindía de factores externos. No se trataba de indolencia, desidia, enciclopedismo, soberbia o malos profesores. A pesar de sus 4834 clases tomadas y sus 5000 tandas ALLANDA no mejoraba ni entendía el elemental fuego de cobertura que la música debe dar al paso. Ante sus pies se abría el abanico infinito de posibilidades y como intentaba desplegarlo todo junto solo se lo veía como un borrón, una no-sucesión compacta saltando lejos del compás y sutileza. Que en los ratos libres del trabajo farmacéutico, entre las lecturas de Mecánica popular y Lupines el hombre creara pasos ayudado por una escoba no ayudaba. "Si voy por acá y hago

LA VIBRACIÓN DEL MILONGUERO TENSO - Por Catulo Bernal

Me gustan los Tango Maratones. Flota en el aire una concentracion particular que prescinde de los códigos y lo pre establecido. Si viene mucha gente de afuera y los locales se quedan en las milongas habituales, uno  puede sentirse un poco turista  en su ciudad y confundirse en anonimo abrazo con los maratonianos. Si los de siempre se integran,  juegan a sacarse el habito y se distienden mostrandose en horarios diurnos como si milonguearan de entre casa, con zapatillas y en una version menos solemne. Se toman en serio su version pret a porter milongueridad. Quise llevar ese desdoblamiento al maximo invirtiendo unos dineros ganados por textos en cultivar otra personalidad.  Prescindí de ritual y viernes en el "Oriental" dejando a los muchachos la mesa milonguera y a Diogenes Pelandrun, el filosofo mi habitual comentario. No importan la edad, la gravedad y las medallas que te cuelga Ego. Segun Diogenes Pelandrun, algunos días no "ser" es la mejor terapia para el alma.