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RISPULO HABITACHI, EL ARREGLERO DE LOS MILONGUEROS - Por Yamate. A Zilencio

Desde que el tango  es tango y el mundo fue y será una porquería, existen bailarines y bailantes,  estrellas, notoriedades, notables, desdeñables, payasos y patetistas. Las pistas de cualquier país polinizado por el tango están llenas de esta variopinta mezcla que permite disfrutar a los que sienten el ritmo en las venas o a los que les pica la garganta por el puro y  secreto arte de reírse de los demás, esa costumbre tan argentina que se practica en paseos, bares  y mesas a las que dos o tres amigos apuntalan con una botella de vino

UN POEMA DEL DESPUES - por Catulo Bernal

El jueves fue San Valentin. El día de los enamorados. En pleno uso de mis facultades sensibles y alejado pecuniariamente de toda posibilidad de regalo material quise otorgarle un poema a la dueña de mi corazón. Desgraciadamente el mismo día, luego de pasar una jornada en vela desarrollando mis mejores metáforas y haciendo uso de una lucidez poética rayana en lo imposible no pude propiciar un encuentro con la damisela que me tiene melancolizado

La historia de Norberto "Golem" Lubliski

Quienes frecuentan las mesas en busca de aperitivos para distraer su hambre y su soledad en compañía de conocidos, amigos o simplemente personas a las que causar pena para entablar luego una amistad de cuatro de la mañana y así ayudarlos a compartir su botella de vino con picadita de milanesa incluida los recordaran, dos milongueros de figura dispar: el uno bajo y atezado, de esos atezados naturales que solo se adquieren en prolongadas exposiciones al sol del tipo albañileril o campesino, los ojos juntos y la nariz casi inexistente, la raya al medio ajusticiada a cada lado por cuatro remolinos que disponían los cabellos a oriente, occidente norte y sur - de ahí su apodo: "el profesor Brújula" otorgado por  el turquito Abrahan, que pasaba por ingenioso y hasta urdia genealogias de apodos en virtud de rasgos faciales, estadisticas de gastos y variaciones atavisticas - la vestimenta ligeramente enbadurnada con tintes variopintos de olor dispar que lo sindicaban como químico, pin

El indiscreto desencanto del payaso de milongas

Quien mas o menos los ha visto. Al borde de cualquier milonga proliferan cual matojos descuidados amenazando el transito de gentes menos vistosas y acaso mas efectistas. Suelen ataviarse de edades impostadas, queriendo reciclarse desde otras disciplinas como el pasodoble, la salsa, el kung fu o el matrimonio. Hartos de hacerse ver sin éxito en redes sociales o eventos sociales a los que acceden de colados luego de verlos programados en los periódicos que hurtan en bibliotecas o cafetines prueban suerte en el mundo del tango que para algunos es una segunda oportunidad y para menos la cuarta o quinta. Suelen llegar como llegan los desperdicios a las playas desiertas: en oleadas y contaminando. Ropas y conversaciones chillonas son sus señas de identidad. Han aprendido previamente todo lo malo de sus maestros y olvidado lo bueno. Son inexorables en sus secuencias de pasos. No caminan ni bailan: cumplen un esquema geométrico preconcebido sin escuchar la música ni ver a sus compañeros de pis

EL FIASCO DEL APOCALIPSIS - Por Cátulo Bernal

EL viernes me levanté temprano, más o menos como a las once. No era cuestión estar durmiendo si se producía el tan ansiado fin de los tiempos. Desayuné con tres medialunas, naranja y café cargado con la ansiedad del que se sabe en el corredor de la muerte, a punto de apurar sus ultima pitanza.  Llamé a Rómulo, a Pitón, Pococho y Al indio, para que se estuvieran avisados y luego de escribir una oda al ultimo minuto del milonguero Palleja —en el que prolijamente describía sus elongaciones en la ronda hasta que lo trago una grieta en el subsuelo—, busqué al ultimo lustrín superviviente de la crisis, me fui a la barbería para afeitarme y a que me arreglaran el pelo y luego de una modesta merienda con sanguchitos de miga  —mi manjar criollo favorito—  me fui a la Milonga del oriental a esperar la debacle en primera fila. Confieso que así ataviado, solo en la mesa, sola mi botella, mientras sonaban los primeros tangos y los principiantes tenían tomada la pista con sus pasos prefabricados,

MODESTO DEPROFUNDIS - Un milonguero del renacimiento

Bailarín, cantante, actor, poeta, músico, pintor, seductor, aventurero,  humorista. Todas estas disciplinas se aunaban en la figura del milonguero que nos toca semblar, un tal Modesto Deprofundis, de mentas en neta inconsonancia con su forma de ser. Un personaje cuyas mil facetas presentaban a la luz de la critica inspirada defectos y hasta groseras fisuras.  Modesto se vendía como un diamante en neto pero apenas llegaba a trozo de carbón.

EL FRAUDE DE LOS MILONGUEROS EXITOSOS

En la vida moderna las leyes de la oferta y la demanda no siempre justifican emprendimientos privados ni publicos en aras del bienestar general. Más bien esos emprendimientos suelen obedecer a inquietudes personales de indole artistica o descaradamente pecuniaria de gentes que se sienten llamados al misterioso mundo de los "dueños de Milonga". A ese tipo de gentes, que suelen ver oportunidades en donde la mayoría solo ha visto ruina y desolación y que suelen escudarse en la frase: "aca de eso no hay" suele asaltarles la revelacion en lugares coloristas y pintorescos a los que han acudido de invitados. Hay quien dice que sugestionados por un ente llamado "El fantasma de los negocios" - de quien hemos hablado en otra entrada les acontece la epifania, el furor mesianico. Y entonces,  en medio del brindis del cumpleaños de su tio Gumersindo sueltan algo asi como: "Che, que lindo lugar para poner una milonga".