En la milonga del Oriental, alguna de esas noches en que las gentes se adormecen bajo el influjo de los asordinadosbandoneones y se deja arrastra leve pero fatalmente hacia los actos de violencia(aquellos infimos actos como el de hacer volar el peluquin a un calvo o echarle al vino de Il Capo Trastuchi un poco de naranjin) suelen recordar la ocasión memorable en que un buscador de oro de los apalaches llamado Crazibon Larribac hizo acto de presencia acompañado de un grandote a quien las malas lenguas apodaron casi de inmediato Sasguach por el tamaño desmesurado de sus patillas, su intenso olor a sudoracion y el tamaño de sus zapatos, que, medidos en reposo alcanzaban tranquilamente un 58 largo. Apenas apercibidas de su presencia, las feminas menos agraciadas se disputaron el honor de atraer la atención de aquellos dos sujetos, sin saber si bailaban o habían ido de excursión a un medio hostil y tan desconocido para ellos como la meseta de Huangtu, en China (pues se sabe que estos avent